Siglo XXI

Reflexiones para un futuro más justo (a pesar de la tecnología)

¿Es posible situar al ser humano en el centro de la revolución tecnológica para poder garantizar sus derechos en el futuro que está por venir? El Foro de Humanismo Tecnológico, organizado por ESADE, presenta sus propuestas para que la transformación digital no genere brechas en la democracia.

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20
octubre
2021
Man jump on glitch effect background

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El siglo pasado y el anterior era habitual que escritores clásicos del género fantástico anticiparan en sus novelas hechos ficticios que se tornaban reales en el futuro. Es el caso de Julio Verne, que predijo que el ser humano sería capaz de llegar a la luna o de recorrer el fondo del mar en algo parecido a un submarino. Hoy asistimos a un hecho similar, si bien los acontecimientos se desarrollan con semejante precipitación que resulta trasnochado llamar al género ‘ciencia-ficción’, y ahora se estila más la etiqueta ‘distópico’: los guiones de la serie Black Mirror, por ejemplo, no son una predicción acertada de lo que sucederá en unas cuantas décadas con la tecnología, sino de lo va a ocurrir mañana. Un mañana en el que las máquinas convivirán con nosotros en nuestro día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Nos guste o no.

«La revolución digital no admite vuelta atrás a pesar de los riesgos distópicos y deshumanizadores que aloja en su seno. Para neutralizarlos y no perder su tracción de progreso económico y social debe incorporar un relato crítico que resignifique éticamente su contenido y una agenda legislativa que encauce democráticamente su desarrollo futuro». Esta conclusión resume lo que se trató en el Foro de Humanismo Tecnológico organizado por ESADE (Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas) bajo la dirección de José María Lasalle, y en el que voces expertas de numerosos sectores (concernidos por el hecho digital) reflexionan y debaten sobre el impacto que tiene (y tendrá) la tecnología en la vida y los derechos de las personas. 

El cambio debe resignificarse éticamente y alinearse con los valores de la democracia, una prioridad en la agenda legislativa

Todos los participantes coincidieron en la necesidad de un empeño colectivo que debe traducirse en dos misiones principales de acción pública: «Una, dedicada a preservar la centralidad ética y la primacía decisoria del ser humano en entornos automatizados; otra, volcada en garantizar la protección de la dignidad humana en todos los desarrollos tecnológicos que acompañen la era digital».

Fruto de este encuentro, en la entidad han recopilado 23 propuestas concretas para situar al ser humano el centro de la automatización global. De ellas se desprende que el cambio al que asistimos debe resignificarse éticamente y alinearse con los valores de la democracia, lo cual debe ser una prioridad en la agenda legislativa de políticas públicas, tanto a nivel nacional como europeo, con el objeto de corregir la descompensación entre el poder tecnológico y el democrático.

En este sentido, Jorge Moruno, diputado de la Asamblea de Madrid, alertaba en la jornada del poder extraordinario que acumulan las corporaciones tecnológicas globales. «No solo porque incrementan su cuenta de resultados y su capitalización de forma astronómica, sino porque hegemonizan un desarrollo cultural de la tecnología que fija condiciones materiales de dominación que someten a la sociedad a sus dictados». Otra de las conclusiones de ESADE alude a este respecto: «La ciberdemocracia será posible si la revolución digital neutraliza las tendencias de dominación económica y cultural que despliegan las corporaciones tecnológicas al actuar como monopolios que erosionan la libre competencia».

El trabajo en un futuro dominado por la inteligencia artificial y la robótica ocupó un lugar preponderante en el debate: el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, opina que debemos humanizar la tecnología y, con ella, los avances e innovaciones que introduzca su desarrollo. «Solo desde su humanización se preservará mejor la igualdad de oportunidades y se desarrollará un mundo más equilibrado donde se garantice a cada uno de nosotros seguir siendo dueños de nuestra libertad».

Gramendi (CEOE):«Solo desde la humanización se preservará mejor la igualdad de oportunidades y se desarrollará un mundo más equilibrado»

Una humanización que pasa por evitar esa automatización que promueva contrataciones deslocalizadas e inmediatas, que aumentan la flexibilidad y el dinamismo pero a costa de mayores dosis de precariedad en el sistema laboral, tal y como señala ESADE en otra de sus conclusiones. «Urge afrontar reformas que reactiven el papel del Estado, que debe impedir la desprotección e indefensión de los trabajadores». Para ello, desde la institución académica proponen la  aprobación de una carta digital de derechos laborales individuales y colectivos que incluya la negociación colectiva y la sindicación, la no discriminación algorítmica y la facilitación de la transparencia de los códigos y sesgos de los procesos de automatización que organizan la empresa.

De hecho, la educación es el pilar fundamental que debe sostener la humanización en medio del vendaval tecnológico. Por eso, los participantes en el debate reclaman que apueste por habilidades digitales críticas en las que el conocimiento de las humanidades resulte fundamental: «Solo una sociedad educada en la libertad de decidir y en la capacidad de responsabilizarse de las decisiones, podrá establecer relaciones equitativas dentro de un ecosistema digital sometido a la inteligencia artificial».

Las reflexiones y conclusiones que ha alumbrado el Foro de Humanismo Tecnológico (un espacio de debate que sigue vivo en una web que aloja publicaciones y pódcasts ofrecen análisis y contenidos sobre los déficits éticos y democráticos que acompañan la automatización de nuestra sociedad) abarcan innumerables aspectos de nuestra sociedad, pero tienen un mismo fin: alcanzar un futuro más justo, sin que la tecnología se interponga en este cometido. En esta línea, desde ESADE concluyen: «Para garantizar la libertad y salvaguardar la primacía decisoria de los seres humanos, es necesario que la transformación digital de nuestras sociedades democráticas no agrave las brechas que acompañan su desarrollo. Algo que debe plantearse a nivel nacional y europeo, pero que requiere, también, acciones globales».

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