«OxyContin ha generado 35 mil millones de dólares y un gran poder para influir en instituciones públicas»

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22
octubre
2021

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Según Patrick Radden Keefe, la familia Sackler es una de las más influyentes de Estados Unidos. Su apellido está plasmado en prestigiosas instituciones y museos que van desde Londres hasta Nueva York. Pero esta familia también ayudó a desatar la crisis de los opioides. El reconocido periodista Patrick Radden Keefe nos cuenta la oscura y secreta historia de la familia Sackler, y cómo esta generó su fortuna comercializando adictivos fármacos sin importarle las consecuencias. 


Patrick, ¿quién es la familia Sackler?

La familia Sackler es una de las familias más pudientes de los Estados Unidos. Hasta hace poco eran conocidos principalmente como una dinastía filantrópica que, durante décadas, había donado cientos de millones de dólares al arte y la ciencia. Cuando vas al museo Guggenheim en Nueva York, al Museo Británico en Londres o al Louvre en París, ves sus nombres; hay alas y galerías Sackler en varias instituciones del planeta. Lo que no se conocía tan ampliamente, hasta hace poco, era que gran parte de la riqueza de esta familia se generó gracias a la comercialización del poderoso analgésico OxyContin, el cual ayudó a impulsar la crisis de los opioides.

En tu libro y en tu investigación le prestaste muchísima atención a un señor que se llamó Arthur Sackler. Háblanos de él.

Él fue el mayor de los tres hermanos Sackler originales. Crecieron en Brooklyn durante la Gran Depresión.  Querían ser médicos, incluso desde su infancia. Arthur Sackler tenía una personalidad muy carismática: era un hombre brillante que quería dejar su huella en el mundo; era muy idealista. Creo que, sobre todo al comienzo de su carrera, tuvo la sensación de que la industria farmacéutica desarrollaría pastillas que podrían ayudar a resolver cualquier problema que los humanos pudieran llegar a tener. Así que, además de ser médico, decidió que sería un hombre de negocios. Y se dedicó a la venta de productos farmacéuticos. De hecho, hizo su primera gran fortuna con el valium, un tranquilizante que en ese momento fue el producto más exitoso en la historia de la industria farmacéutica. Arthur Sackler me intrigó mucho porque creo que mezcló los mundos de la medicina y el comercio de una manera que tendría mucha influencia sobre todo lo que vino después.

¿Cómo llegó a ser la compañía Purdue Pharma, la empresa de los Sackler, tan grande y tan exitosa?

Arthur Sackler siempre traía consigo a sus hermanos pequeños, Mortimer y Raymond. Ellos terminarían también convirtiéndose en psiquiatras, al igual que su hermano mayor. Lo que Arthur hizo después fue básicamente comprarles una compañía farmacéutica: Purdue Frederick. Era una empresa que producía productos muy poco atractivos, productos que no requerían una receta médica. Por ejemplo, tenían un laxante y un producto que quitaba la cera de los oídos. Era un negocio sólido, y a lo largo de los años fue rentable. Pero, en realidad, no fue hasta finales de la década de 1980 cuando la empresa comenzó a hacer investigaciones innovadoras para desarrollar sus propios medicamentos y entrar en el negocio del control del dolor.

Purdue Pharma fue una empresa pionera en utilizar tácticas muy agresivas, muchas veces engañosas, para vender medicinas que tenían gran poder adictivo, unos efectos colaterales negativos que, sin embargo, ellos sabían cómo disfrazar. Háblanos de eso.

«Pensaron que el dolor crónico era un mercado de millones de personas y querían adentrarse en él»

Sí, en la década de 1990 Purdue desarrolló una medicina llamada OxyContin. Con ella, la familia Sackler y la compañía querían posicionar en el mercado un opioide que fuese utilizado de manera mucho más amplia. Algo para lo que ellos llamaban el dolor no maligno; es decir, el dolor crónico. Pensaron que ese era un mercado enorme, de millones de personas, y querían adentrarse en él. Pero ¿cómo se hace eso cuando los médicos se muestran reacios a recetar estos medicamentos? La solución fue minimizar las propiedades adictivas. Ellos elaboraron un ejército de cientos de representantes de ventas que decían una y otra vez: «Estas drogas no son adictivas». Distribuyeron estudios falsos que sugerían esta idea e invitaban a los médicos a tomar vino y a cenar, y hay estudios que demuestran que si se ofrecen este tipo de pequeños incentivos a los médicos se puede cambiar la forma en que estos prescriben los medicamentos. Purdue Pharma llegó a gastar 9 millones de dólares al año solamente en comida para los médicos. Organizaban viajes a complejos turísticos con todo incluido y pagaban a algunos médicos para que hablaran con otros profesionales sobre los beneficios de OxyContin. Era una verdadera maquinaria mercantil. Engañaron acerca del producto que estaban vendiendo.

Los Sackler niegan haber sabido el uso que se le estaba dando al OxyContin, pero tú encontraste evidencias de que eso era falso, que ellos sí sabían lo que estaba ocurriendo. 

Debo decir que la familia no cooperó conmigo para escribir este libro, que abarca hasta tres generaciones. No me concedieron ninguna entrevista y, de hecho, amenazaron con tomar acciones legales en mi contra, por lo que tuve que ser creativo para poder contar esta historia. Esto significó entrevistar a cientos de personas que habían trabajado en la empresa y que conocían a la familia, pero también obtener muchos documentos internos que habían salido a la luz a través de procedimientos judiciales o que me fueron filtrados. La familia y la empresa siempre dijeron que en 1996 ellos lanzaron OxyContin y que, durante cuatro años, no supieron que había problemas graves con el medicamento. Según ellos, cuando se enteraron fue porque leyeron los problemas al respecto en el periódico. Sin embargo, descubrí documentos que demuestran que desde 1997 comenzó a haber discusiones en los altos niveles de la jerarquía sobre el hecho de que aquella medicina estaba siendo objeto de abuso por las personas, que se estaban volviendo adictas y que estaban sufriendo sobredosis, y en algunos casos, muriendo. 

La familia Sackler mantiene que el enfoque hacia ellos es erróneo, que en lo que hay que enfocarse es en el gobierno que creó las reglas, condiciones y permisos para que ellos operaran como lo hicieron. Además, en todo este proceso aparece un personaje que se llama Curtis Wright, que trabajaba en el gobierno. Háblanos de esto.

«En 2007 Purdue se declaró culpable de cargos criminales asociados a la venta de OxyContin y pagó una multa de 600 millones de dólares»

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) es el organismo regulador de los Estados Unidos, del cual tienes que obtener autorización si quieres comenzar a vender un nuevo medicamento. Se supone que ellos evalúan la eficacia y seguridad del mismo, que aprueban tu capacidad para venderlo y las afirmaciones que puedes llegar a hacer para comercializarlo. Y la FDA aprobó el OxyContin en un tiempo récord, en menos de un año, con algunas afirmaciones bastante exageradas sobre cuán seguro era: el responsable de ese proceso fue Curtis Wright. Y después de aprobar OxyContin, dejó la FDA. Al año siguiente se fue a trabajar para Purdue Pharma con un salario tres veces mayor al que tenía en el gobierno. Los Sackler se han defendido diciendo que ellos son diferentes al Chapo Guzmán: «No somos una organización ilegal de drogas, todo lo que hicimos fue bendecido por la FDA». Pero creo que la pregunta aquí es: ¿cuánta integridad tiene este organismo regulatorio? OxyContin ha generado 35 mil millones de dólares en ingresos desde 1996. Y algo que noté a lo largo de mi investigación es justamente el impresionante poder que tiene tal magnitud de dinero para influir en instituciones públicas que no deberían ser tan fácilmente compradas.

Desde que la compañía empezó a vender OxyContin, esta ha sido demandada literalmente miles de veces y hay muchísimo dinero en juego. ¿Cuál es su situación legal en estos momentos?

Es una saga judicial fascinante. En 2007, Purdue se declaró culpable de cargos criminales federales asociados a la venta de OxyContin, y pagó una multa de 600 millones de dólares. La familia Sackler siempre dijo que tras esa condena habían estado comportándose de la mejor manera posible, lo cual resulta que no es cierto. De hecho, a finales de 2020, Purdue se volvió a declarar culpable por nuevos cargos criminales federales. Y esos cargos eran sobre conductas que se remontan hasta hace 10 años atrás. Se trata de una empresa que es realmente criminal. Entre estas dos declaraciones de culpabilidad han pasado 13 años. Y durante ese período ocurrió algo realmente fascinante: en silencio, la familia Sackler sacó al menos 10 mil millones de dólares del negocio. Mientras tanto, seguían recibiendo más y más demandas privadas y públicas. Eventualmente, todos los Estados del país estaban demandando a la compañía. La mitad de ellos estaban demandando a miembros individuales de la familia. Creo que, ahora, hay alrededor de 3.000 demandas en total. Y la familia, habiendo retirado 10 mil millones de dólares de Purdue, declaró: «La empresa no puede defenderse de estas demandas porque no tiene dinero». Así, la compañía entró en bancarrota, y ahora todos los acreedores están luchando por lo que queda de la empresa, por las migajas. Y parece que declarar bancarrota en una corte en Nueva York fue una jugada muy brillante porque, de ser aprobada por el juez, la familia se verá obligada a pagar un poco más de 4 mil millones de dólares para ayudar a remediar la crisis de los opioides, con lo que podrían mantener la mayor parte de su fortuna, no harían ninguna admisión de haber actuado criminalmente y nunca más podrán ser demandados por reclamaciones relacionadas con esta crisis.

Vamos a imaginarnos que tú eres un juez imparcial que ha recibido toda la información que tú como periodista has recogido. Y que, además, conoce el contenido de las demandas. Sabiendo todo eso, ¿tú crees que hay algunos miembros de la familia Sackler a quien tú mandarías a la cárcel? 

Creo que mi libro es sobre una saga familiar, pero también es un libro sobre un sistema gubernamental, judicial y económico que creo que protege a los súper ricos de tener que tomar una responsabilidad real por sus acciones. En el sistema actual la mayoría de los jueces dirán que sería difícil enviar a los Sackler a la cárcel. En Estados Unidos, si vendes pequeñas cantidades de heroína desde tu coche, puedes ir a la cárcel durante mucho tiempo. Pero si generas miles de millones de dólares ayudando a crear una crisis de salud pública que mata a medio millón de personas, a menudo estás protegido. Esto no me parece un desenlace particularmente satisfactorio desde el punto de vista moral. Pero me temo que es bastante común, dada la forma en que Estados Unidos trata este tipo de cuestiones hoy en día. 


Este contenido fue emitido en formato audiovisual por el programa de televisión ‘Efecto Naím’ , una producción de Naím Media y NTN24. Forma parte de un acuerdo de colaboración de este programa con la revista Ethic.

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