Espionaje, una gran amenaza para las empresas

¿Qué tienen en común granos de maíz genéticamente modificados, el ‘software’ de molinos eólicos y los motores de aviación? Todos han sido blanco de espionaje económico, una práctica que amenaza a comunidades, empresas y economías.

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07
septiembre
2021

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Las poblaciones indígenas de Perú llevan cultivando maca, una planta herbácea, durante más de 1.200 años. Pero, recientemente, este tubérculo andino ha alcanzado fama mundial debido a sus propiedades nutritivas (y hasta afrodisíacas), sumándose a una larga lista de productos originarios de América Latina que son robados, cultivados, y patentados ilegalmente por empresas y gobiernos extranjeros. 

«Hace poco descubrimos que dos páginas web estaban vendiendo hasta 2.000 semillas o 3.000 semillas de todas partes del mundo. En un análisis de la oferta encontramos cerca de 6 especies endémicas y más de 80 especies que podrían ser de origen peruano», relata Andrés Valladolid, presidente de la Comisión Nacional contra la Bioperatería, organización que destapó una red de comerciantes chinos que traficaban con semillas de maca para cultivarlas ilícitamente en el país asiático.

Dos de cada diez empresas en Europa han sido víctimas de espionaje comercial, según la Comisión Europea

En 2014, existían entre 10.000 y 15.000 hectáreas dedicadas a este tipos de cultivo en la provincia de Yunnan (China), el doble del área cultivada en Perú. Los expertos aseguran que todo tipo de productos han caído en manos de empresarios y espías chinos, afectando a comunidades, empresas y economías enteras. De hecho, el Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló que el 90% del espionaje comercial registrado en el país entre 2011 y 2018 fue llevado a cabo por China, con el sector tecnológico como uno de los más afectados. Entre los casos más notorios destaca el de la empresa de telecomunicaciones Huawei, acusada de robar tecnologías informáticas y robóticas.

Juan José Caselles es uno de los líderes de Elzaburu, una firma especializada en la protección de la propiedad industrial e intelectual. Asegura que «los sectores más afectados por el espionaje empresarial son los industriales y las infraestructuras críticas y estratégicas de todo el mundo: el sector de energía, transportes, telecomunicaciones, salud, finanzas. Cuanto mayor sea el nivel tecnológico de un sector, más expuesto estará a sufrir un ataque de este tipo».

El país de de la NASA y de Silicon Valley asegura haber sido blanco de al menos 1.200 ataques de espionaje económico por parte de los gobiernos de China, Irán y Rusia. Este último está acusado de recolectar información de compañías estadounidenses dedicadas al desarrollo de inteligencia artificial, sistemas aeroespaciales y energías renovables. Mientras tanto, la Comisión Europea estima que un 20% de las empresas en Europa han sido víctimas de espionaje comercial, resultando en una pérdida de 60.000 millones de euros.

Detrás de todo esto no solo se esconden intereses económicos, sino también de seguridad y desarrollo nacional en un escenario de competencia global. Un ejemplo es el programa del gobierno chino Plan de los mil talentos que, desde 2008, ha reclutado cerca de 10.000 científicos para trabajar y desarrollar sus investigaciones en China. Entre ellos está el profesor de la universidad de Harvard, Charles Lieber, arrestado en enero de 2020 por, presuntamente, vender información confidencial sobre tecnologías médicas y militares a científicos chinos.

Caselles: «La velocidad a la que se desarrollan las tecnologías para robar secretos contrasta con la lentitud de los legisladores»

El gigante asiático niega rotundamente estas acusaciones. Ante la denuncia de que piratas informáticos, investigadores y estudiantes intentaron robar datos vinculados al desarrollo de una vacuna para la covid-19 bajo el apoyo del gobierno chino, el Ministro de Relaciones Exteriores, Zao Lijian, llegó a declarar que «China expresa su disgusto y su firme oposición a tales calumnias por parte de Estados Unidos. A juzgar por sus antecedentes, este país ha llevado a cabo las mayores operaciones de robo por internet a escala mundial». La agencia británica de ciberseguridad, por su parte, acusó a piratas informáticos presuntamente asociados a los servicios de inteligencia rusos de intentar robar información sobre sus proyectos de vacunas contra el coronavirus.

El aumento de tensiones por casos de espionaje comercial mancha la idea de la colaboración entre países, necesaria para el desarrollo de la humanidad. Y no solo en el ámbito científico, también en el legislativo. «La velocidad con la que se desarrollan las tecnologías para robar los secretos de las empresas contrasta con la lentitud de los legisladores a la hora de afrontar el problema. Esta amenaza se mantendrá y crecerá en el futuro a menos que se lleve a cabo una acción deliberada y focalizada por parte de las organizaciones nacionales, y especialmente, supranacionales», explica Caselles. Sólo así se podrá contar con la garantía de que los productos y tecnologías que benefician al mundo sean desarrollados de manera justa y segura.


Este contenido fue emitido en formato audiovisual por el programa de televisión ‘Efecto Naím’ , una producción de Naím Media y NTN24. Forma parte de un acuerdo de colaboración de este programa con la revista Ethic.

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