Diez películas que te harán reflexionar sobre tu existencia
Una lista de obras cinematográficas que se plantean las grandes preguntas que asfixian a la humanidad: ¿quiénes somos, de dónde venimos y, sobre todo, a dónde vamos?
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Desde hace más de un siglo, el cine es nuestra principal forma colectiva para crear relatos sobre la realidad. A pesar de la competencia de la radio, la televisión, las redes sociales y otras herramientas, el séptimo arte continúa siendo la vía a través de la que transmitimos las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Desde los albores del mundo el ser humano se ha preguntado por el sentido de la vida y el universo –de dónde venimos, a dónde vamos, quiénes somos–, pero solo desde principios del siglo XX lo ha expresado masivamente; algo que solo es posible, claro, a través del celuloide.
Sabiendo que, más que respuestas, lo que ofrece el arte siempre son dudas razonables, proponemos una lista de 10 películas para reflexionar sobre eso que es tan complicado y, a la vez, tan sencillo: nuestra existencia.
‘La vida de Brian’ (1979), de Terry Jones
La parodia del cine bíblico de los controvertidos Monty Python nos recomienda buscarle el lado brillante a la vida, incluso recién crucificados; sobre todo, claro, porque sus autores creen que no tiene ningún sentido. Si Brian fuese el Mesías todo sería más sencillo, pero nada más lejos de la realidad: solo es un hombre que intenta ligar convirtiéndose en ‘antirromano’; un hombre al que, sin embargo, se le van complicando las cosas, algo que paradójicamente termina por volverlo grande. La película, no obstante, conserva aún hoy la capacidad de golpearnos con dureza: si alguien dice –como ya ha sucedido– que no habría podido rodarse hoy, cabría recordar que en realidad La vida de Brian casi no se rueda en su momento. Consiguieron pagarla gracias a la generosidad de George Harrison, que la financió casi a fondo perdido. Ningún productor se atrevía a invertir en una película que, sobre todo, suscitaba miedo a las posibles reacciones.
‘Blade Runner 2049’ (2017), de Dennis Villeneuve
Lo fácil habría sido incluir el film del que surge esta secuela, una película mucho más innovadora y brillante a casi todos los niveles. Pero la idea de ver naves ardiendo más allá de Orión y convertirse en humano a través de la compasión –como justificaciones de la existencia que nos regala Roy Batty– ya está en otras películas de esta lista. El protagonista de la secuela, K, en realidad, va un paso más allá: como nosotros, ya ha vivido y reflexionado, quizás en exceso, sobre el mundo de la primera parte. Aquí, el personaje interpretado por Ryan Gosling nos da una lección que le da la vuelta a Blade Runner, Matrix y toda la ‘ciencia-ficción filosófica’ que la precede. K cree ser el elegido, pero no lo es; solo mediante la renuncia al propio ego y la aceptación de la propia insignificancia –entregándose a una causa mayor– encuentra el sentido.
‘La piel que habito’ (2011), de Pedro Almodóvar
¿Dónde se encuentran los extremos del ‘yo’? ¿Se sigue siendo uno mismo si se cambia de nombre, de cara e incluso de sexo? ¿Se puede ser, incluso, más ‘yo‘ que nunca tras ese cambio? Tras años de responder a esta pregunta con personajes que cambian para acercarse a su auténtica identidad, Almodóvar le dio la vuelta con una protagonista cuya identidad era torcida sin que ella lo buscase. Aquí se mezclan la ciencia-ficción, el terror y el melodrama: algunos momentos de la transformación de Vera producen auténticos escalofríos y, sin embargo, a cada paso está más cerca de su auténtico ser.
‘Centauros del desierto’ (1956), de John Ford
Si logras los objetivos de toda una vida, puede no quedarte nada
No un western, sino ‘el western‘. En él, John Wayne y el joven Jeffrey Hunter –cuyo otro papel más destacado es el mismísimo Jesús de Nazaret en Rey de Reyes– viajan en una búsqueda sin final, una particular odisea en busca de una hija y hermana perdida que, a veces, parece que se justifica por sí misma. En este trayecto se mezclan el romance, la acción y la comedia, pero también la violencia y el racismo más descarnados. Una película, en fin, en la que soledad del protagonista en su último encuadre nos enfrenta al dilema del cowboy: si logras los objetivos de toda una vida, puede no quedarte nada.
‘El séptimo sello’ (1957), de Ingmar Bergman
Un caballero regresa a su casa de las Cruzadas atravesando Europa en plena epidemia de la peste negra. La mismísima Muerte lo reta a una partida de ajedrez y, durante el juego, ambos contendientes reflexionan sobre la vida, su final, los valores que la justifican y el sinsentido que supone la existencia. No es una película que se digiera fácil y, desde luego, no suele es una obra con la que matar el tiempo un domingo, pero es una de las obras maestras del cine sobre la existencia humana.
‘Vivir dos veces’ (2019), de María Ripoll
Esta comedia familiar –con su pizca de drama– protagonizada por Inma Cuesta se centra en un viaje de la actriz española con su padre, al que le acaban de diagnosticar alzheimer, y su hija pequeña. No obstante, no es un trayecto vacío: el objetivo del mismo es que su padre, antes de perder definitivamente la memoria, vuelva a encontrarse con el primer amor de su juventud. Parece una tontería y, de hecho, lo es; incluso los propios personajes, a través de la película, demuestran saberlo. También es, sin embargo, una reflexión sobre el valor de la familia, la memoria y los lazos que se construyen y reconstruyen a lo largo de nuestra vida; aquello que nos hace ser quienes somos.
‘Interstellar’ (2014), de Christopher Nolan
La respuesta de Nolan a 2001: una odisea en el espacio, la obra maestra de Stanley Kubrick. De hecho, a veces se ha descrito como «una 2001 con sentimientos», algo particularmente irónico viniendo de un director acusado de usar a personajes que, en ocasiones, parecen robots. En realidad, el comentario viene motivado por el hecho de que la película termina por ser un ejemplo de lo que significa ser cursi: un largometraje de ciencia-ficción que intenta manejar conceptos más grandes que la vida, enfrentando a la raza humana a su extinción para decirnos, al final, que solo merece la pena sobrevivir a través del amor.
‘Big Fish’ (2003), de Tim Burton
La gran fábula de Tim Burton en la que explica de forma bastante clara sus motivaciones como autor –y narrador– de historias. El del norteamericano es un film sobre por qué se cuentan historias, pero también una fábula sobre el sentido de la vida –si acaso es posible conocerlo– a través de la huella que dejamos en aquellos que vendrán después de nosotros. Otra película más, en fin, sobre el amor expresado en todas sus formas; el romance como una tabla de salvación frente al absurdo vital.
‘La buena nueva’ (2008), de Helena Taberna
A pesar de hallarse en el más cruel de los tiempos, nunca dejará de pedir paz, justicia y misericordia
Una paradoja: una película que quiere hablar de memoria histórica en la que el protagonista es un sacerdote católico navarro. El padre Miguel es el párroco de un pequeño municipio de mayoría socialista en la Navarra del año 1936. Un pueblo norteño que, desde el primer día de la Guerra Civil, pasa a control del bando nacional. Irónicamente, el cura sigue siendo en todo momento un paria, tanto con los de un lado como con los del otro. Apoyándose en aquellos a quienes nadie hace caso en tiempos difíciles –los niños, las mujeres, los ancianos– el joven sacerdote, a pesar de hallarse en el más cruel de los tiempos, nunca dejará de pedir lo mismo: paz, justicia y misericordia.
‘Gran Torino’ (2008), de Clint Eastwood
Cabe destacar, antes que nada, que aquí podrían ocupar un hueco El jinete pálido, Sin perdón o Medianoche en el jardín del Bien y del Mal, todas del mismo director (y actor); incluso, probablemente, la recién estrenada Cry Macho. La película filmada por Eastwood es una especie de continuación de la lección de Centauros del desierto: siempre queda algo más por lo que luchar. Nunca estaremos tan cansados como para que la vida tenga sentido y nunca, nunca jamás, seremos demasiado viejos como para dejar de defender lo que es justo.
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