Carta desde Lampedusa: una isla diminuta para un reto insondable
Durante este verano, la isla italiana se vio al borde del colapso por la continua llegada de personas que huían de sus países en condiciones extremas de salud. Nicolò Binello, de Médicos Sin Fronteras (MSF), relata la realidad de un territorio que se queda pequeño para atender adecuadamente las grandes oleadas migratorias.
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Desde que llegamos a la isla de Lampedusa el 20 de junio con un equipo de médicos, enfermeras, psicólogos y mediadores interculturales, hemos sido testigos del desembarco de unas 10.000 personas. Entre ellos, casi 1.000 mujeres y más de 100 niños menores de 5 años. Solo en la noche entre del 24 de agosto, 780 personas llegaron a la isla en barco desde Libia y Túnez. Y en las últimas horas, la intensidad de nuestro trabajo ha experimentado un aumento sustancial, a pesar de que las condiciones que encontramos son (siempre) muy similares.
Desde finales de junio, nos hemos enfrentado a varios casos en los que personas –con origen desde Libia y principalmente de nacionalidad bengalí o de varios países subsaharianos– mostraban signos evidentes de palizas y, muy probablemente, también de tortura. Entre las patologías crónicas más comunes, asma, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, muchos sufrían de lesiones que se remontaban al viaje o momentos inmediatamente anteriores. De hecho, quienes llegan a Lampedusa suelen sufrir mareos, hipotermia y quemaduras provocadas por el combustible o el sol. Y luego están los supervivientes de un naufragio, que se enfrentan también a condiciones de insuficiencia respiratoria grave.
«La convivencia entre las dos realidades de la isla (el turismo y la inmigración) no está libre de tensiones y malentendidos»
Me llamó la atención la historia de un camerunés de 45 años que padecía un trastorno sanguíneo grave: leucemia mieloide crónica. Para el tratamiento de esta enfermedad, debe llevar siempre consigo varios medicamentos. Cruzó el Sahara hasta el Mediterráneo con sus medicinas, que luego se perdieron en el mar durante el viaje hasta Lampedusa. Llegó a la isla en un estado grave porque llevaba días sin tomar su medicación. Hicimos todo lo posible para que lo evacuaran. Gracias al apoyo de las autoridades sanitarias locales, entre otros, pudimos sacarlo de la isla rápidamente para asegurar la continuidad de la atención que necesita.
Esta, como otras historias que estoy presenciando aquí, alimentan mi creencia de que Lampedusa representa un punto de encuentro con una gran contradicción: por su extraordinaria geografía, la isla posee un fuerte atractivo para el turismo de masas en los meses de verano, pero en la otra cara de la moneda se encuentra todo este sistema de recepción de personas que llegan por mar.
La convivencia entre estas dos realidades no está libre de tensiones, malentendidos, y contradicciones. Precisamente por eso, creo que Lampedusa es una isla demasiado pequeña para poder afrontar un tema tan grande como el de acoger a los migrantes en el momento crucial de su llegada a Europa.
Nicolò Binello es médico de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Lampedusa.
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