Siglo XXI

Sobre la libertad y sus monstruos

Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, los escritores Mario Vargas Llosa, Félix de Azúa y Fernando Savater se reunieron para reflexionar sobre el papel de los Gobiernos, las redes sociales y las grandes empresas tecnológicas en la limitación de las libertades.

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04
mayo
2021

«No somos importantes nosotros, los periodistas, sino nuestra función», aclaraba María Rey, moderadora de la Asociación de Prensa de Madrid, durante el comienzo de la conferencia Expresión de libertad. El encuentro, organizado por la propia institución, se celebró ayer, lunes 3 de mayo, con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, fecha coincidente con el 125 aniversario de esta asociación. Nada tiene que ver con la encarnizada lucha electoral que mantiene en vilo a la Comunidad Madrid –y también al resto de España–, como se encargaron de aclarar al inicio de esta conversación. No es un acto improvisado. La fecha responde a una reflexión macerada: ¿cuál es el estado de la libertad de expresión?

Los tres invitados a la conferencia, Félix de Azúa, Mario Vargas Llosa y Fernando Savater, ofrecieron distintos puntos de vista –en ocasiones convergentes– sobre la situación de la libertad de expresión, la prensa y, por resultado derivado, de la propia democracia. No obstante, la conferencia no fue tanto un debate como un conjunto de exposiciones individuales. Azúa relató lo que él mismo denominó como «caso Félix Ovejero» (en relación al ensayista): el cierre de su cuenta de Facebook a raíz de sus normas comunitarias se le antoja grave, no solo por el empleo de lo que describe como una «neolengua totalitaria» sino porque, al fin y al cabo, «permite a una empresa establecer lo que está bien decir». Para el escritor, «los actuales enemigos de la libertad de expresión –los gigantes tecnológicos– son mucho más poderosos que los dictadores clásicos». «Es nuestra obligación moral empezar a combatirlos», reflexionaba.

De Azúa: «Lo único que podría oponerse a los monstruos es un poder estatal, pero estaríamos creando un monstruo burocrático»

A conclusiones similares llegaron también el resto de ponentes, a veces interrumpidos por el travieso tono de llamada de algún móvil. Mario Vargas Llosa señalaba un aspecto, para él, elemental: «La libertad de expresión y la democracia están estrechamente vinculados». «La libertad de prensa no representa necesariamente la verdad, sino distintos puntos de vista, distintas ‘verdades’», explicaba. Aún con todo, la posibilidad de representar diversas ‘verdades’ es, según él, la clave de la diferencia.

«Que sea posible expresar verdades distintas de la oficial es un elemento democrático que, sin ninguna duda, ha conllevado un progreso. Marca una distancia típica con las sociedades autoritarias o totalitarias, donde la libertad de prensa simplemente no existe», señaló el escritor peruano, que también aprovechó la ocasión para compartir una preocupación con Félix de Azúa planteando la posibilidad de que la libertad, en un futuro cercano, pueda llegar a estar cuestionada por las redes sociales y la desinformación. Vargas Llosa hizo, en varias ocasiones, referencia al golpe de Estado –de izquierdas– en Perú llevado a cabo del general Velasco Alvarado durante la mitad del siglo XX para subrayar la consecuente nacionalización de los medios de comunicación. «Una sociedad que quiere ser libre tiene que tener una libertad contra el Estado», añadió.

Más allá de una simple cuestión aproximativa sobre el periodismo, el escritor Fernando Savater hizo una referencia al conflicto suscitado por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. No dudó en afirmar, junto con los dos ponentes previos, que la libertad es un elemento fundamental de la democracia. Como ya eran advirtieron los atenienses, la una no funciona sin la otra. No obstante, señaló, «la palabra libertad no significa la ausencia total de normas». En una pequeña lección de filosofía del lenguaje, Savater enclavó las declaraciones del rapero en las segundas, argumentando que no son tanto una descripción de la realidad como una creación de la misma. Tampoco hubo reservas frente a los calificados como «grupos de presión». «Han convertido a personas que no han sido procesadas ni juzgadas en verdaderos parias que no pueden ejercer su profesión a causa de los prejuicios de lo que hay que temer o no temer», lamentó, haciendo hincapié en su particular preocupación con el uso de la palabra fobia, que «se utiliza para señalar una suerte de delirio que tiene alguien».

El tema más acuciante del encuentro, no obstante, fue el de las corporaciones tecnológicas ya que, según defendió Félix de Azúa, hay una paradoja de compleja solución. «Lo único que podría oponerse a los monstruos con los que nos enfrentamos sería un poder estatal o interestatal como la Unión Europea», apuntó. Paradoja que estriba en que «como ha dicho Mario [Vargas Llosa], estaríamos creando un monstruo burocrático». Este miedo quedó involuntariamente demostrado tras el categórico rechazo de los tres ponentes al plan del Gobierno contra la desinformación y las fake news –que, en su momento, fue caricaturizado como ‘Ministerio de la Verdad’–, a pesar del aval otorgado por parte de la Unión Europea. «Eso se acerca aún más a Orwell que Google. Otra majadería más del gobierno», sentenció de Azúa.

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