Sociedad

Una vacuna contra la polarización

La polarización de los partidos políticos y las instituciones que gestionan la pandemia puede ser uno de los condicionantes que llamen a la población a incumplir las restricciones marcadas para evitar la propagación del coronavirus.

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Carla Lucena
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21
abril
2021

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Carla Lucena

A lo largo de las últimas décadas, la política y la opinión pública han sido víctimas de la polarización en muchos países del mundo. También en España. A finales de 2020, Luis Miller, científico del CSIC, lo advertía: «España es uno de los países más polarizados del mundo». Sus declaraciones venían a colación de un estudio llevado a cabo por el Centro de Políticas Económicas y Economía Política de Esade, que concluyó que los españoles están cada vez más divididos por ideología que por políticas públicas, escorándose hacia posiciones extremas.

Ahora, ¿cómo afecta esta ola política a la pandemia de la covid-19 (o al revés)? Distintas publicaciones alertan de los efectos que tiene la polarización en las instituciones y partidos en la gestión de la pandemia, e incluso en el comportamiento de la sociedad ante las normas para contenerla. Según señala Matthew Flinders, politólogo de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), en un artículo publicado en la revista Oxford Academic el pasado mes de junio, «para muchos países ha sido complicado mantener una democracia sana, y esto ha derivado en que algunos políticos hayan fortalecido sus posiciones a base de reclamar poderes de emergencia». Como si de una avalancha se tratara, esto a su vez a favorecido al «aumento de las presiones populistas», apunta otro texto de la experta en relaciones internacionales de las universidades de Oxford (Reino Unido) y Yale (Estados Unidos), Rachel Kleinfeld.

Horton defiende la necesidad de que los países lleven a cabo una estrategia política y científica conjunta

Todo esto nos ha llevado, en definitiva, a una crisis política que, en opinión de Flinders, se puede explicar a través de tres términos. El primero de ellos es confianza o, mejor dicho, la pérdida de ella por parte de la población en los representantes políticos. El segundo es la culpa o «el juego de la culpabilización» en el que se han metido los distintos partidos políticos. La tercera y última palabra a la que alude el politólogo es la comprensión y se refiere a la capacidad de las instituciones de «transmitir y promover el entendimiento ante una crisis completamente excepcional y potencialmente transformadora».

Manejar y dominar estos tres conceptos de la manera correcta parece, a ojos del autor, básico para no desatar una crisis democrática. Sin embargo, desde aquel junio de 2020 en el que fue escrito este texto, con el paso de los meses, se han sucedido muchos otros en la misma línea, por lo que no parece que los políticos hayan dado con la clave para evitar la polarización en las instituciones y en la sociedad. 

Durante el pasado mes de octubre, la prestigiosa revista The Lancet también publicaba un artículo en esta línea. En él, Richard Horton, editor jefe de la publicación, diserta sobre los daños que la pandemia de la covid-19 ha hecho a la credibilidad, no solo de la política, sino también de la comunidad científica. Y todo debido a a las discusiones públicas y los volantazos en la medidas para gestionar la crisis. «En el pasado marzo, todos teníamos miedo a un nuevo virus que a penas entendíamos, así que aceptamos la cuarentena porque era la única manera de cortar la transmisión», apunta el autor y continúa: «Ahora el público ve a los científicos discernir en las maneras de gestionarlo».

La realidad, explica Horton, es que «no existe una sola y sencilla forma de acabar con la pandemia». Sin embargo, en su opinión, es necesario que los países lleven a cabo una estrategia política y científica conjunta para transmitir a la población seguridad y devolver esa confianza de la que hablaba Flinders. De lo contrario, el resultado –además del auge del populismo– es una sociedad incrédula motivada por la polarización a relajarse ante las medidas que nos protegen y evitan que nos contagiemos de un virus que aún sigue en la calle: a día de hoy, solo el 7,2% de la población española ha sido vacunada.

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