Opinión

¿Qué le dirías a Greta Thunberg?

Pensamos que la universidad alimenta el conocimiento pero, en un mundo donde la tecnología controla el acelerador, el contenido que se enseña tiene una fecha de caducidad muy corta. Ya existen centros que replantean su modelo educativo promoviendo experiencias de aprendizajes reales para generaciones como la de Greta Thunberg, preocupada por los retos a los que se enfrenta el mundo.

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07
octubre
2021

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A mis mejores amigos y amigas, los de verdad, los conocí en la universidad. Y gracias a todos ellos, soy una mejor versión de mí. Esto es lo primero que yo le diría a Greta Thunberg.

Pensamos que la universidad alimenta el conocimiento, pero en un mundo ‘VUCA’ (el acrónimo en inglés para describir un entorno Volátil, Incierto, Complejo y Ágil), donde la tecnología parece controlar el acelerador y en el que, según apunta Yuval Noah Harari en 21 lecciones para el siglo 21, predecir el futuro se hace más difícil que nunca, el contenido que se enseña tiene una fecha de caducidad muy corta. Para algunas personas, la finalidad principal de estudiar un grado es obtener el reconocimiento que avala con notas lo que saben de una disciplina. Pero la universidad no es solo un título. Bien escogida, es la base estable para que, en cada momento de tu vida, puedas responder con la mejor versión de ti. 

El primer día que entras en clase, te rodean individuos con diferentes talentos. Compañeros (el que pregunta, el que llega tarde, el motivado, el espontáneo, el pragmático, el que piensa como tú, el que quiere ser rico, el que quiere salvar el mundo…) con los que vas a clase y compartes tiempo libre. Profesorado multidisciplinar que te plantea preguntas, con los que intercambias reflexiones y te descubren vocaciones. También te nutres de la experiencia de los profesionales invitados al aula y del personal de administración. Un conjunto de personas que aparecen en tu camino y tienen un impacto en ti. Incluso aquel anónimo que se sentó a tu lado en el tren el día que te dirigías con nervios a presentar tu start-up social delante de los socios de un fondo de inversión de impacto.

Y te vas dando cuenta de que, en la universidad, hay personas como tú y otras diferentes a ti; y que en la diversidad y la escucha activa, vas forjando tu red de contactos, tus grupos de diálogo, tus amigos de confianza. Vas reforzando tu talento. Te das cuenta de que hace falta un ecosistema conectado y global para abordar los grandes retos mundiales, ya sea el cambio climático, la deshumanización, la polarización, las desigualdades o las pandemias.

«Cada vez son más las empresas y emprendedores que admiten que gobiernos y oenegés no pueden solucionar los retos solos y que hace falta caminar en la misma dirección»

En su último libro –Impact: Reshaping capitalism to drive change–, Ronald Cohen avanza que resolver los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y ser rentable pueden ir de la mano. Cada vez son más las empresas y emprendedores que admiten que los gobiernos y las oenegés no pueden solucionar estos retos solos y que hace falta caminar en la misma dirección (con dinero, pero sobre todo, con talento). Descubres entonces que el talento no es solo una capacidad innata, sino que puedes maximizarlo. Porque es el resultado de combinar conocimiento y habilidades blandas con valores, actitud y experiencias. 

En un contexto donde el ciclo de vida del conocimiento es muy corto, las habilidades blandas ganan protagonismo. Para poder aprender a aprender, reinventarse y adaptarse a las circunstancias, las personas necesitamos flexibilidad motivación, perseverancia, enfoque global, complex problem solving, creatividad o empatía. Algunas de las soft skills que resaltan el World Economic Forum y el Banco Interamericano de Desarrollo. Por lo que a los valores se refiere, según la teoría del desarrollo moral del psicólogo Lawrence Kohlberg, las personas construyen su propia moral desde niños, del mismo modo que desarrollamos el lenguaje o la capacidad de razonar. Cuando somos niños delegamos la idea de lo que está bien o mal a una autoridad legítima hasta llegar (los que llegan) al estadio más complejo, cuando el individuo crea sus propios principios éticos e intransferibles. A los 18 años cada estudiante tiene su escala de valores definida, pero la universidad puede plantear reordenar cada escala. 

«El sistema educativo se transforma: ya hay centros que han replanteado su modelo educativo impulsando el desarrollo y evaluación de habilidades blandas de manera transversal»

La actitud es la parte más intrínseca del individuo. Tal como apunta Carol Dweck, «las personas growth mindset tienen la mentalidad de creer que se puede mejorar, abrazando los errores, el feedback y la crítica como un regalo». Y en la universidad, si te rodeas de apasionados, curiosos y positivistas, su energía se contagia. 

Finalmente, la madurez la proporcionan las experiencias vividas, no la edad. La experiencia, el salir de la zona de confort, sea cual sea la situación, es un exponente vital del talento. Cada individuo tiene un talento de partida. Es importante saber qué factor o factores puedes y quieres desarrollar para maximizarlo. No todos los estudios universitarios te encajan, ni tampoco todas las universidades.

Actualmente, el sistema educativo está en transformación. Ya existen centros que han replanteado su modelo educativo incidiendo en el tipo y peso de los distintos contenidos, impulsando el desarrollo y evaluación de habilidades blandas de manera transversal y promoviendo experiencias de aprendizaje reales (y globales). Sistemas educativos que animan la conversación intergeneracional, acompañando y guiando al alumno durante su student journey y mostrándole que la transparencia, la cooperación, la sensibilidad y la responsabilidad individual son valores clave para encontrar la mejor versión de cada uno.  Actualmente, me cuesta encontrar un único entorno en el que todos estos factores coincidan, que no sea la universidad.

Lo que no me han preguntado es qué le diría a Greta Thunberg si estuviese estudiando un grado universitario y se pasase todo el día encerrada en la biblioteca. En este caso, le diría que saliera a la calle, que viajara, y que intentara conocer una persona nueva al día. 


Mònica Casabayó es profesora titular de Esade y directora académica del Bachelor in Transformational Business and Social Impact.

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