Economía

Revolución circular: España ante la encrucijada

Un modelo de economía circular eliminaría, de forma directa, un tercio del paro en diez años. España está capacitada para liderar esta transición y, además, la necesita, ya que la economía circular es mucho más resistente a las crisis.

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16
marzo
2021

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La revolución circular pone a la economía española, cara a cara, frente al reto y la oportunidad de rediseñarse hacia la autosuficiencia, la resiliencia, la creación de empleo y la regeneración del tejido económico, social y ecológico. Según el conocido Club de Roma, un modelo de economía circular en España eliminaría, de forma directa, un tercio del paro en diez años y, de forma indirecta, nos acercaría mucho al pleno empleo. Una adopción global del modelo circular en esa década incrementaría el PIB mundial en cinco billones de dólares, como calcula la consultora Mckinsey, y crearía 100 millones de empleos solo en el sector servicios (OIT).

España está de sobra capacitada para liderarla. Discutiblemente, también somos los más necesitados de ella, ya que la economía circular es mucho más intensiva en empleo y más resiliente a las crisis que la lineal. Sin transición circular, además, los objetivos del Acuerdo de París sobre cambio climático jamás se alcanzarán.

«No se trata de conseguir una economía lineal más eficiente, sino de realizar un salto hacia la ecoeficacia»

Para una exitosa transición, es necesario sortear dos escollos en forma de sendas falsas creencias arraigadas en el ethos español y europeo. La primera: que la economía circular se centra en la gestión de residuos. Según una heurística comúnmente aceptada, el 80% de los impactos ecológicos –así como el 80% del valor económico a medio y largo plazo– se determinan en la fase de diseño. Es decir, el mango de la palanca de Arquímedes está en la innovación de productos y de modelos de negocio. 

La segunda falsa creencia es que la economía circular es simplemente sostenibilidad pintada de un nuevo color. En absoluto. No se trata de conseguir una economía lineal más eficiente (léase sostenible), sino de realizar un salto cuántico, biomimético, hacia la ecoeficacia económica, donde la creación de valor se escinde de las actividades extractivas y de la generación de residuos.

Con cada nueva revolución industrial o tecnológica, con cada cambio de paradigma, España danza en el alambre del funambulista. A un lado, sus miedos y complejos; del otro, su genialidad y talento. Un oportunismo seguidista en una cara de la moneda, y la llamada a liderar el cambio de verdad, en la otra.

«Somos el país europeo con mayor biodiversidad y uno de los que se verán más afectados por el cambio climático»

¿Cómo habría sido la transición digital si la hubieran liderado los fabricantes de máquinas de escribir? Sería irónico dejar que las empresas y sectores con los modelos de negocio más lineales y más contaminantes de España nos continúen vendiendo la falacia de que la economía circular y la economía del reciclaje son la misma cosa. La Unión Europea puede ayudar solo relativamente, ya que ellos también tienen en su seno este larvado debate entre incumbencia y gatopardismo.

Recordemos además que, para España, la dimensión del binomio reto-oportunidad no solo es económica: somos el país europeo con mayor biodiversidad, y uno de los que se verán más afectado por el cambio climático. Tenemos, por tanto, un mandato de preservar un legado de importancia global, y el deber de convertirnos en los ancestros que nuestros descendientes se merecen.

Si aceptamos que el verdadero potencial de la transición a la economía circular está en la innovación, entonces la oportunidad para España se centra en desplegar, de manera óptima, valores esenciales que la caracterizan: ingenio, creatividad, coraje y visión. No debemos buscar fuera de nuestras fronteras lo que ya tenemos dentro. Tenemos los ingredientes para la receta. Ahora, solo faltan la voluntad y el consenso necesarios para ponerse manos a la obra.


Manuel Maqueda es profesor de Economía Circular en la Universidad de Berkeley (California).

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