Cultura

Las esquinas de la noche: el erotismo en la Transición

La España nacional-católica fue un país reprimido en lo político y lo social, pero también en lo sexual: la transición hacia la libertad también tuvo que ser erótica.

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12
febrero
2021

En 1975, cuando murió Franco, en España empezó el final de un régimen político apoyado en las interpretaciones más retrógradas de la moral católica. La censura recortaba besos, faldas demasiado cortas o insinuaciones apenas veladas de amores homosexuales. Así que cuando el país empezó a desperezarse y explorar sus nuevos límites, lo hizo también a través del erotismo. Si una losa pesa sobre la cultura española de entonces es la etiqueta del llamado Destape. Fue el estigma del cine patrio, que mientras ganaba premios fuera de nuestras fronteras con Garci o Almodóvar, o Pilar Miró producía prestigiosas adaptaciones literarias, recibía el descalificativo aquí. Es cierto: entre 1975 y 1983, en plena Transición, las salas de cine se llenaron de desnudos gratuitos, consagrando dos fenómenos: por un lado, el ‘Landismo’ del españolito que viaja a Europa o recibe extranjeras en territorio patrio y se vuelve idiota con su desinhibición; y por otro el cine de Mariano Ozores, con Pajares y Esteso como pareja cómica profesional.

Películas baratas y rentables para productores y cines pero de las que los propios actores reniegan: Landa pronto pasó a comedias más prestigiosas y al cine dramático, y Esteso sigue confesando que a veces «le daba vergüenza» rodar con mujeres con poca ropa en una escena sin venir a cuento. Difícilmente a eso podríamos llamarlo erotismo –y vistas desde hoy no ayudan a una educación sexual ni cercana a sana, son machistas y rijosas– y, lo peor que le puede pasar a una comedia: los chistes ya no tienen gracia.

Por otro lado, no fue solo el cine el que se abrió camino. En 1976 se publica por primera vez una revista que hoy es historia de España por diferentes razones: Interviú. Los desnudos de la portada de la publicación financiaron el periodismo de investigación más incisivo del país durante años. Aunque hoy son vistos como chabacanos, en los 70 y 80 fueron rompedores: que la mismísima Pepa Flores, Marisol, posase sin ropa para la revista supuso un shock cultural que juzgado con ojos de 2021 es difícil de entender.

Además, Interviú nunca estuvo sola. Lib, Macho, Pen, Clímax, Bazaar… publicaciones hoy olvidadas que llenaron los quioscos de modelos con poca ropa, pero también planteaban temas hasta entonces tabú: homosexualidad, aborto, divorcio… Por otro lado, se afilaban más revistas satíricas como El Papus, que utilizaban el erotismo como arma crítica contra las instituciones franquistas en decadencia y puede considerarse el precursor del actual El Jueves.

Editoriales como Amaika, más tarde Iru, se atrevieron con la ilustración erótica y las historietas

Mucho mejor considerado desde la perspectiva actual pero desconocido antes y ahora apareció el cómic erótico. Editoriales como Amaika, más tarde Iru, se atrevieron con la ilustración erótica y las historietas. Primero llegaron autores extranjeros, más tarde los españoles. Carlos Giménez, el dibujante de Paracuellos, afrontaría las represiones de la España de los 70 en sus viñetas. Nazario, ya en los 80, abriría el espectro al de los hombres homosexuales en la Barcelona de la época.

El cómic underground español de la época influiría en la estética de La Movida madrileña y en el director de cine que la haría célebre: Pedro Almodóvar. En su cine de los primeros años el erotismo es desatado, festivo, provocador y, al mismo tiempo, ingenuo. Almodóvar representaba a la primera generación de españoles en 50 años que se abría al mundo adulto en libertad pero se crió en la represión.

Fanzine Rockocó. Madrid, 1980-84 (Miguel Trillo)

Nuestra mentalidad del siglo XXI no alcanza a comprender cómo fue posible, pero esos dibujantes, escritores y directores de cine desarrollaban su obra en un país en el que Susana Estrada, musa de la canción, recibió un premio de manos del alcalde Enrique Tierno Galván con un pecho al aire. Hoy sería imposible la escena, pero quizá por su sonrisa de incredulidad el viejo profesor está considerado el alcalde más de consenso del Madrid de la actual democracia. El escritor de literatura erótica Vicente Muñoz Puelles aún recuerda ese momento, que la propia Estrada ha recogido en sus memorias musicales, como símbolo de una época. Puelles, quien hoy en día sigue siendo muy crítico con la escasa tradición erótica española. Otros autores de más de prestigio como Umbral, Juan Marsé o, más tarde, Almudena Grandes, recogerían la antorcha.

De la Transición han pasado ya más de 40 años y la España de hoy se compone de generaciones que creen superados sus debates. Pero, en lugar de mirar con condescendencia la construcción del imaginario de un país que se recuperaba de una dictadura, podríamos preguntarnos qué parte de aquella ingenuidad es aún rescatable sin caer en sus vicios, para aprender de errores que no queremos repetir.

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