«Necesitamos una narrativa conciliadora que haga frente al discurso del odio»
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María Torrens no tiene la sensación de haber logrado un objetivo porque lo suyo es un proyecto de largo plazo, un plan para contribuir al entendimiento entre las personas. Sabe que las transformaciones sociales no se consiguen de un día para otro, de modo que esta periodista madrileña de 38 años se alegra del camino que emprendió hace tres años con Salam Plan, un blog que persigue ofrecer «una narrativa didáctica y conciliadora frente al discurso del odio, centrado en la población musulmana».
«Trato de mostrar todo lo que nos une, en lugar de aquello que nos diferencia», asegura. Y sigue haciéndolo hoy, en un entorno social con una elevada tensión política que afecta a todos los ámbitos, no solamente a la convivencia entre personas de diferentes culturas o religiones. «Hay mucho ruido, mucha polarización, una tendencia general por parte de los políticos, los periodistas y los medios a fijarse en lo que nos diferencia. Y es algo que, por desgracia ,en los últimos años está yendo a más. Los periodistas debemos contribuir al entendimiento mutuo y no a alimentar extremismos, me parece esencial».
Uno de los caminos para lograrlo es mostrar aquellas partes de la realidad que normalmente quedan ocultas, ya que los medios tienden a centrarse en los aspectos más conflictivos y dramáticos, mientras que dejan en un segundo plano las informaciones más esperanzadoras. Torrens conoce muchas iniciativas ciudadanas interculturales e interreligiosas en el ámbito local, que trabajan por el entendimiento y que podrían servir de ejemplo e inspiración para otros, «pero apenas tienen visibilidad en los medios de comunicación y cuentan con escaso apoyo de las instituciones».
La escucha es otra de las recomendaciones para caminar hacia el entendimiento. La periodista rescata una frase del arzobispo de Rabat, el cardenal español Cristóbal López Romero, durante una entrevista. «Me dijo que es necesario hablar más con los musulmanes y menos de ellos, y me impactó cómo solo el cambio de una preposición en la frase transforma su significado por completo», agrega. «Hay que generar espacios para poder mantener esa conversación, cara a cara y también en la vida digital. Las redes y los buscadores están contribuyendo con sus algoritmos, sin buscarlo, a crear una caja de resonancia que distorsiona la visión del mundo de cada persona, ya que potencian que cada una vea, escuche y lea aquello con lo que se siente reafirmada en sus ideas preconcebidas. Hay una maquinaria que no contribuye en absoluto al entendimiento mutuo, a la convivencia, a la escucha y al diálogo».
«La política debería ir unida a los temas sociales, pero eso muchas veces queda olvidado»
El interés de Torrens por conocer mejor a las personas musulmanas para favorecer la convivencia nació cuando trabajaba en las secciones de internacional en La Información y El Español. Allí mostró una inclinación por aportar enfoques sociales a crónicas que generalmente se orientaban a la política. «Me cansaban, porque la política es importante pero el politiqueo, que es lo que prevalece, aporta poco. La política debería ir unida a los temas sociales, pero eso muchas veces queda olvidado», relata.
Torrens contó como periodista la Primavera Árabe y, posteriormente, los atentados de Daesh en suelo europeo, la polarización de los discursos políticos y los mensajes de odio contra los refugiados que venían mayoritariamente de países musulmanes, como Siria. Entonces empezó a dar forma a una idea que venía barruntando: la necesidad de ofrecer una información que ayudara a conocer mejor a las personas musulmanas.
En su opinión, uno de los principales problemas de la islamofobia es asimilar la religión con la procedencia e identificar como extranjeros a quienes profesan el islam: «No se es musulmán por ser de un país árabe, sino que hay musulmanes europeos y en todo el mundo». Torrens se encontró con un enorme desconocimiento. «Eran temas difíciles de tratar, era necesario contar que los musulmanes no tienen nada que ver con los terroristas, que los terroristas no lo son por profesar una religión sino porque su extremismo les lleva a la violencia», subraya.
Y recuerda que los analistas en terrorismo con los que hablaba reclamaban una contranarrativa a la propaganda de los terroristas de Daesh, que durante años fue muy efectiva. Torrens considera que no les corresponde hacerlo a las instituciones o a los gobiernos, ya que entonces se trataría de un ejercicio de contrapropaganda, sino a los periodistas. «No nos debemos acomplejar por reconocer que queremos provocar cambios sociales», asegura.
Es consciente de que no todos sus colegas suscribirán esa última frase. «Probablemente no todos, pero es una realidad por la que deberíamos trabajar», alienta. «Los periodistas tenemos una responsabilidad, como altavoces de todos los miembros de la sociedad, de mostrar la realidad y no de contribuir a la polarización y a ese ruido que no aportan nada constructivo. No podemos perder de vista que una de nuestras funciones es contribuir a la convivencia y al conocimiento entre los miembros de la sociedad».
Su forma de hacerlo con Salam Plan es otorgar voz a los protagonistas. «Yo no pretendo hablar por las personas musulmanas sino hablar con ellas y darles voz. Y decir hablar de ellas no me gusta, porque en realidad todos somos un nosotros. Me interesa que cuando alguien busque en internet qué es musulmán se encuentre con un resultado de Salam Plan en el que una decena de ciudadanos musulmanes españoles cuentan a cámara qué es para cada uno de ellos ser musulmán. Espero dar voz a estas personas».
Su infancia ha sido determinante para forjar la periodista que es hoy, con sus inquietudes y su forma de ver la vida. «Me ha marcado mucho de dónde vengo», reconoce Torrens, que se define como integrante de una «familia Unión Europea». Su madre es alemana y su padre, español, trabajó en la Comisión Europea y residió en Bruselas con el hermano menor de María. El matrimonio se separó y su madre se casó con un refugiado político del régimen del dictador Ceaucescu perteneciente a la minoría húngara de Rumanía. «Me he criado en la diversidad y todo eso junto te da una visión del mundo desde pequeñita muy enriquecedora. He tenido mucha suerte de experimentar que todos somos distintos y, a la vez, iguales».
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