Derechos Humanos

Tiendas de té en Sudán del Sur: el símbolo de la supervivencia del país

En el país africano, más de 7,5 millones de personas sufren de falta de alimentos. Con una población total de 10,98 millones, si la COVID-19 les obliga a frenar en seco su economía aún más gente pasará hambre.

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Trabajar en un estado frágil como Sudán del Sur en medio de los riesgos traídos por la pandemia de la COVID-19 es una prueba de resistencia para cada trabajador humanitario, incluso para los más experimentados. Por eso, quiero contar las historias que ocurren en este país africano porque sé que pueden marcar la diferencia. Estamos aislados, pero si se nos escucha no podrán dejarnos atrás.

Me levanto temprano todas las mañanas en Juba, la capital de Sudán del Sur, para ver las tiendas de té abiertas frente a nuestra oficina. Las dos mujeres que manejan estos negocios a pocos pies de distancia entre ellos barren meticulosamente los alrededores y los chicos, que asumo que son sus esposos, acomodan las sillas. Cuando le pregunto a una de ellas si están preocupadas por la COVID-19, Mary me dice, sin ningún tipo de duda, que le preocupa más cómo sobrevivirán sin su tienda.

«Estamos aislados, pero si se nos escucha no podrán dejarnos atrás»

Mary, de 22 años y madre de cuatro hijos, vende té a las afueras de un campamento de desplazados internos con más de 3.000 personas en Juba. Ese día, mientras la ONG World Vision y el Programa Mundial de Alimentos distribuyen raciones de comida, ella está ocupada hirviendo agua en la olla y haciendo compras junto con amigos que están ayudando en el negocio. Me explica que es su único medio de vida. En un buen día gana, al menos, entre 4 y 8 dólares. Sin la tienda de té, Mary no tiene otros medios para obtener ingresos. «No vamos a comer», dice con una sonrisa irónica. Hay miles de mujeres como ella en Sudán del Sur, todas con el mismo dilema.

¿Qué pasa si las tiendas de té están cerradas? ¿Y si los suministros que cruzan las fronteras desde Uganda, Sudán o Kenia se agotan? ¿Qué pasa si los clientes dejan de venir porque ya no tienen que acudir a sus puestos de trabajo? En Sudán del Sur, donde más de 7,5 millones de personas sufren de falta de alimentos, la respuesta es clara: más hambre. Más personas, especialmente los niños y los más vulnerables, como los ancianos o las personas con discapacidad, pasarán hambre.

Estas humildes tiendas de té simbolizan una parte de la economía que sustenta la resistencia y la supervivencia de las personas en el país. Pero también simbolizan su esperanza y lucha por conseguir sus sueños. Esta humilde taza de té significa esperanza y supervivencia para muchas mujeres emprendedoras de Sudán del Sur.

world vision sudán del sur

La carrera entre la desnutrición y la COVID-19

Los centros de nutrición integrados en 15 centros de salud alrededor de Juba siempre han estado llenos de vida. Bebés sonriendo y llorando, madres esperando pacientemente su turno y trabajadores de la salud escuchando las historias de sus pacientes. Esto era así antes de que la pandemia de la COVID-19 se infiltrara, lentamente, en la conciencia de la población de Sudán del Sur.

«Esta es mi mayor preocupación ahora mismo, al igual que las madres con las que hablo. Esta pandemia, a medida que los movimientos de las personas se vuelven limitados, priva a los niños y madres desnutridos de los servicios de nutrición críticos para salvar vidas. Solo en la capital, Juba, World Vision apoya de forma regular a 87.294 personas a través del programa de nutrición», explica Rahab Kimani, gerente del programa de nutrición de la oenegé. «Se estima que más de 14.000 de estos son niños que sufren desnutrición aguda severa y moderada, más de 3.500 madres embarazadas y lactantes y más de 70.000 personas que reciben asesoramiento regular sobre prácticas de nutrición materna, infantil y de niños pequeños», añade.

Rahab Kimani: «Solo en la capital, World Vision apoya a 87.294 personas a través del programa de nutrición»

Todo ha cambiado con la COVID-19, empezando por la imposibilidad de los voluntarios de realizar pruebas de detección de desnutrición en las comunidades. Ahora, emplean todos sus esfuerzos en la prevención de contagios por coronavirus. Esto también implica que las madres pierdan los servicios de apoyo: las reuniones grupales de madre a madre se han suspendido temporalmente. La pandemia implica muchos efectos colaterales cuyas principales víctimas son los más vulnerables.

La necesidad de mantener los proyectos en marcha y llegar a las comunidades más remotas es crucial. Los niños desnutridos no pueden esperar y es probable que el número de muertes debido a la desnutrición siga aumentando ante la ausencia de servicios. El pueblo de Sudán del Sur se encuentra entre los más resistentes, esperanzados e implacables que he conocido. Ves a la gente reír en medio del dolor, encuentran el humor a pesar de la frustración y nunca se rinden porque creen que mañana todo será mejor. Espero que en esta ocasión puedan demostrar una vez más esa fortaleza que le caracteriza.


Cecil Laguardia es gerente de comunicaciones en contextos frágiles de World Vision en Sudán del Sur

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