Sociedad

Que el coronavirus no apague la risa

Desde que comenzara la pandemia, los españoles nos hemos volcado a hacer chistes, memes y vídeos graciosos sobre el virus y el confinamiento. Tiene una explicación: la risa es una gran válvula de escape y un arma fundamental para gestionar el estrés.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
23
marzo
2020

«Recordad que el día 29 se cambia la hora y estaremos una hora más en casa». Este es solo uno de los miles de chistes, memes y vídeos graciosos que estos días están colapsando las líneas telefónicas de los españoles. En Madrid, por ejemplo, a partir del mismo momento en que la comunidad autónoma anunció, a última hora de la tarde del lunes 9, el cierre de los colegios para frenar la expansión del coronavirus, los grupos de WhatsApp empezaron a echar humo. Y ya no han cesado.

Paralelamente a la escalada a pandemia del virus y al aumento del número de contagios y fallecidos –mientras comenzaba a fraguarse la gran cuarentena nacional–, se desataba en los hogares de toda España una frenética competición por ver quién conseguía mandar más ocurrencias relacionadas con el COVID-19 a sus amigos y familiares. Entramos en una competición por saber quién era capaz de arrancar más sonrisas a los camaradas de encierro, como si los decibelios de las carcajadas sirvieran como antídoto para desactivar al coronavirus.

Y, en parte, es así. «El sentido del humor es un arma fundamental para mejorar nuestro estado mental, una herramienta que nos brinda la psicología positiva para enfrentarnos a una amenaza. Porque no puedes reírte de algo y temerlo al mismo tiempo», explica Manuel Armayones, director de desarrollo del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El humor actuaría, así, como una especie de cortafuegos que ayuda a gestionar el estrés. «La risa es una válvula de escape que regula el organismo: libera endorfinas y serotoninas, hormonas que actúan como protectoras frente al dolor emocional. El tiempo que pasamos riendo es tiempo que dejamos de sufrir», argumenta Armayones.

«La risa libera hormonas que actúan como protectoras frente al dolor emocional» explica Manuel Armayones

Hace ya unas semanas que el humor invadió nuestras ciudades, cuando en España solo se habían registrado unos pocos casos. Un tuitero decidió abrirse un perfil bajo el alias de @CoronaVid19, una fotografía del virus y una descripción muy acertada: «Soy pandemia». Así empezaron a llover tuits como «No puedo con Jordi Hurtado» o «¿Quién ha conseguido que no se hable de Catalunya?». El supuesto perfil personal del coronavirus supera ya los 600.000 seguidores y su autor –siempre bajo la identidad del virus– fue entrevistado vía telefónica en el programa de Andreu Buenafuente.

A nivel más privado (o menos público), las bromas tocan todos los palos, como el teletrabajo («señoras y señores pasajeros, les habla el piloto, hoy estoy trabajando desde casa»), el confinamiento («por primera vez en la historia los casados van a follar más que los solteros»), el tedio («me aburro tanto que hoy voy a ser yo quien llame a los de Jazztel»), el sedentarismo, los políticos, la escasez de suministros –con el papel higiénico convertido en producto estrella–, los bares cerrados o la supuesta picaresca para saltarse la cuarentena como alquilar el perro a los vecinos para que lo puedan sacar a pasear. En la mayoría de los casos se trata de humor blanco e inofensivo, aunque tampoco faltan esas muestras de ese humor negro tan característico de la cultura española. En todo caso, son bromas que se comparten dentro de grupos privados, contando con un cierto permiso tácito de sus miembros para aligerar el discurso.

¿Supervivencia o frivolidad? ¿Equilibrio o mal gusto? ¿Hasta qué punto no existe el peligro de relativizar en exceso un problema muy serio o de dificultar que la gente se tome en serio las normas sanitarias? Los límites debería marcarlos el sentido común y la sensibilidad para no ofender o causar dolor gratuitamente a otras personas, especialmente a las que se ven afectadas, de manera directa, por el virus. En todo caso, es algo cada vez más difícil de calibrar a medida que los positivos aumentan. De hecho, tras la avalancha de los primeros días, la curva de chistes parece haber comenzado a decrecer. Quizá porque empezamos a adquirir conciencia de las dimensiones del problema; quizá porque hasta de los chistes nos hemos acabado aburriendo.

El profesor Armayones espera que no sea así, «porque esto no ha hecho más que empezar y nos hará falta mucha solidaridad y mucho sentido del humor para combatir la crispación social que puede llegar». Además, nos recuerda que «mientras llega la vacuna contra el coronavirus, podemos agarrarnos a esa otra vacuna emocional que consiste en reírnos de él».

ARTÍCULOS RELACIONADOS

De la pandemia a la leyenda

Samuel Gallastegui

Compartimos los esfuerzos para encontrar una cura que nos lleve hacia la victoria, pero no compartimos la derrota.

El duelo en cuarentena

Guillermo Martínez

La imposibilidad de hacer colectivo el dolor por la pérdida de un ser querido podría convertirse en un duelo patológico.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME