Transparencia
La cruzada por la transparencia llega al súper
¿Sabemos lo que compramos? El proyecto colaborativo El CoCo (Consumidor Consciente) es una app que nace con la intención de informar a los compradores sobre los alimentos que se llevan a casa.
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COLABORA2019
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Ir al supermercado —y, cada vez más, a las tiendas de barrio— es una rutina semanal, incluso diaria, para casi todos. En la vorágine de la vida cotidiana, llenamos el carro de latas, botes y otros envasados sin pararnos a darle la vuelta al paquete para leer los ingredientes de lo que nos estamos llevando a casa. En el aire queda la pregunta de si realmente sabemos lo que compramos, si somos verdaderamente conscientes de los productos que llenan nuestra nevera. Incluso si dedicamos unos instantes a analizar las etiquetas, ¿las llegamos a comprender del todo o confiamos en las imágenes y colores que invaden el envase? ¿Podemos fiarnos de esa información?
El CoCo pretende convertirse en una especie de Wikipedia de la alimentación
Aunque las empresas de bebidas y alimentación sean honestas a la hora de reflejar los valores nutricionales en sus productos, se valen de diferentes estrategias publicitarias para atraer al comprador. El marketing es un elemento muy potente que influye (y mucho) en las decisiones del consumidor, y las marcas lo saben: cuando pides una hamburguesa o una pizza, sabes lo que estás comiendo y decides hacerlo libremente. Sin embargo, ¿estamos seguro de lo que nos llevamos a casa cuando compramos un pan de molde integral con extra de fibra? Hasta ahora, confiábamos en la información llamativa de los paquetes, pero cada vez son más las personas que deciden hacer la compra de una manera mucho más crítica. «Las marcas nos engañan jugando con el marketing y lo han llevado tan lejos que los consumidores empezamos a darnos cuenta de que nos dicen algo que no es del todo verdad. Por ejemplo, un paquete de galletas que se vende como cero azúcares probablemente no tenga azúcar añadido, pero sí algún otro sustituto que puede ser incluso menos saludable», admite Jean Baptiste Boubault, fundador del proyecto colaborativo El CoCo (o El Consumidor Consciente), una app gratuita y autofinanciada que tiene como objetivo fomentar un consumo más consciente. «Por esos pequeños engaños nos encontramos frente a una crisis de confianza. Como consumidor ya no sabes de quién te puedes fiar y de quién no, y ahí está el problema: empiezas a acudir a (falsos) gurús que a veces cuentan cosas que no son», explica Jean Baptiste al hablar de ese vacío existente en cuanto a autoridades y referentes en el ámbito de la alimentación, que considera peligroso y que pretende suplir con su proyecto, que recuerda a una especie de Wikipedia de la alimentación.
«El marketing, en definitiva, es capitalismo en estado puro: te empuja siempre a encontrar una forma de promocionarte al máximo para que te compren y, al final, todos caemos en la trampa de una forma u otra», reconoce. Las reglas del juego son claras y las marca la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria: sin su visto bueno, los productos no se podrían encontrar en los estantes de los supermercados. Una compañía no puede mentir en el empaquetado de sus artículos, como tampoco le está permitido incluir informaciones que no sean reales en sus etiquetas. Sin embargo, como afirma el dicho popular, quien hizo la ley, hizo la trampa y el marketing coge esas normas y busca cómo jugar con ellas. En El CoCo tienen claro que así es como nacen todas las etiquetas —en su mayoría, gigantescas— de «rico en fibra», «sin azúcares añadidos» —con un añadidos diminuto—, «bio», «natural», entre otras. «Básicamente te presentan un producto determinado y juegan con los códigos de la sociedad que te hacen pensar que es natural, que es lo que estás buscando o lo que te gustaría comprar, y lo compras», explica Jean Baptiste. El reverso del paquete, por el contrario, nos desvela una realidad completamente diferente. «Entras en otro mundo mucho más confuso y con mucha más información, pero que no sabemos interpretar correctamente», añade.
Los lobbies de la industria alimentaria en España son muy poderosos y, por eso, es complicado que un proyecto independiente como El CoCo consiga recabar fácilmente toda la información que necesita para crear su base de datos. A pesar de todo, en menos de cuatro meses los productos que su app reconoce han pasado del 30% al 50%. «Nos hemos encontrado con asociaciones de empresas que se han negado a vendernos las bases de datos de productos que necesitamos —y existen— alegando que tanta transparencia daña a las marcas», asegura Jean Baptiste. Por eso han tenido que beber de proyectos abiertos ya existentes para empezar de cero y apoyarse en su comunidad de usuarios para ampliar la información.
«Hay asociaciones de empresas que se han negado a cedernos los datos porque dicen que daña a las marcas», asegura Jean Baptiste
Desde la startup colaborativa admiten que a diario se encuentran con situaciones problemáticas como, por ejemplo, un pan de molde que se vende como integral, enriquecido, con grano completo, fibra, etc. y en el que, tras analizar sus componentes, han encontrado 31 ingredientes autorizados diferentes, de los que 6 son aditivos y «3 de ellos están clasificados como dudosos por reputados estudios científicos internacionales», admiten. Jean Baptiste asegura que lo que se hace con los productos dirigidos a la infancia es todavía peor: «Las asociaciones de pediatras venden su logo, su sello de calidad, y validan un producto lleno de azúcares para que los niños lo desayunen y, por si fuera poco, lo compramos pensando que es algo saludable». Para evitar estas situaciones confusas, la app permite obtener esta información de manera sencilla: a través del escaneado del código de barras de un producto se sabe su puntuación Nutriscore, que mide la calidad nutricional de un alimento, y su grado de procesamiento, aunque se han propuesto ampliar la información que ofrecen en un futuro cercano. «A estos datos hay que aplicarles el sentido común, recordando que la OMS recomienda que evitemos los ultraprocesados», asegura Jean Baptiste. Para que el consumidor pueda aplicar ese sentido común, la educación, la información y el conocimiento son la clave. «Necesitamos dar las claves para que la gente pueda interpretar lo que ve» y, por eso, El CoCo se rige por una máxima muy simple: «Tú eres el dueño de tu salud».
Construir entre todos una sociedad más consciente, con personas que decidan por sí mismas, es lo que impulsa a Jean Baptiste y sus compañeros a seguir adelante. Recordando a la iniciativa sinazucar.org, el fundador de la aplicación explica: «Imagínate si mañana tuviésemos una foto que te muestre el azúcar real que contiene un producto en su envase o la cantidad de aditivos que lleva, como ocurre con las imágenes de pulmones con cáncer en las cajetillas de cigarrillos». El problema, considera, radica en que los lobbies de la alimentación tienen mucho poder y frenan cualquier iniciativa de reforma del sector. Jean Baptiste considera que, sin embargo, las marcas están perdiendo una oportunidad sin darse ni cuenta. La sociedad está demandando un cambio: cada vez queremos más transparencia y más información para poder comprar (y comer) tranquilos.
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