Transparencia
¡Que la tecnología no sirva para enfrentar más a la humanidad!
La Unión Europea, por medio del Supervisor Europeo de Protección de Datos (SEPD) y la Dirección General de Servicios Digitales, ha promovido la creación y puesta en marcha de infraestructuras digitales de comunicación sin ánimo de lucro y con un modelo alternativo a las redes sociales de los gigantes tecnológicos.
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Desde abril de 2022 y durante dos años se han desarrollado, a modo de prueba y materializando un proyecto piloto, dos plataformas digitales públicas para estudiar la viabilidad de una red social de la Unión Europea. El ensayo tecnológico, un hecho poco conocido, ha sido realizado por la UE creando dos portales, «UE Voice» y «UE Video», dos opciones para «competir», llegado el caso, con redes privadas como X (de Elon Musk), YouTube o TikTok.
La Unión Europea, por medio del Supervisor Europeo de Protección de Datos (SEPD) y la Dirección General de Servicios Digitales, ha promovido la creación y puesta en marcha de infraestructuras digitales de comunicación sin ánimo de lucro y con un modelo alternativo a las redes sociales de los gigantes tecnológicos.
«UE Voice» se ha diseñado como una plataforma de microblogging, pensada para compartir textos cortos, imágenes y vídeos de poca duración. Esta red social se podría comparar con Twitter/X. Por su parte, «UE Video» sería una plataforma pensada para difundir vídeos y podcasts, una oferta del tipo YouTube.
Sin embargo, presentan grandes diferencias con las redes privadas al concebirse como plataformas digitales públicas, gratuitas, con software de código abierto accesible al público y descentralizadas. Se ha creado un modelo de red con vocación social, respetuoso con la privacidad de los usuarios que no se verán obligados a ceder sus datos personales, sin perfilado de sesgos de las personas por los algoritmos y sin publicidad.
Se ha creado un modelo de red con vocación social, respetuoso con la privacidad de los usuarios que no se verán obligados a ceder sus datos personales
La experiencia del proyecto se realizó solo entre usuarios de instituciones, órganos, oficinas y agencias de la UE que tuvieron la oportunidad de registrar sus cuentas en las dos plataformas públicas e interconectarse entre sí. Se ha comprobado que pueden ofrecerse alternativas que prioricen a las personas y su derecho a la protección de datos. En su ensayo, el SEPD no quiso incluir el acceso de cuentas particulares.
¿Si estuvieran accesibles a la ciudadanía, podría la Unión Europea acabar con el monopolio de las grandes redes sociales privadas? La respuesta todavía no la sabemos, pero se han dado dos pasos importantes para ampliar la soberanía digital frente al trumpismo y al putinismo, acabar con la inseguridad y dependencia de las redes sociales estadounidenses y chinas que buscan su propio beneficio y atender las necesidades tecnológicas de la humanidad.
Me refiero a la reciente regulación de las plataformas digitales por medio de la Ley de Servicios Digitales del Europarlamento y al exitoso ensayo que ha demostrado que la Unión Europea puede ofrecer a la ciudadanía plataformas de redes sociales como alternativa a las que son propiedad de los gigantes tecnológicos que actúan como el cuarto poder y manipulan la información. Necesitamos unas redes que respeten los derechos fundamentales de las personas, apliquen la regulación para combatir la desinformación y los discursos de odio y violencia y no constituyan un riesgo desestabilizador para la democracia.
Hay retos que tendrá que resolver una plataforma pública para garantizar su viabilidad, antes de abrir los servidores a cuentas de usuarios particulares: contar con un plan de financiación sostenible; capacidad para atraer a un elevado número de usuarios de las redes privadas, dotando a la redes sociales públicas de herramientas y funciones que resulten innovadoras y atractivas; crear el organismo de gestión independiente de los nuevos portales; y un sistema de control sobre su funcionamiento para garantizar que es acorde con el interés general, la ética digital y los valores de la democracia.
Si las grandes corporaciones tecnológicas no acatan la regulación aprobada en Europa eliminando contenidos ilegales, si no se autorregulan moderando contenidos extremistas y aplicando el Código de buenas prácticas contra la desinformación y las fake news, los Estados miembros de la UE deberán plantear al Parlamento Europeo y a la Comisión que preside Úrsula von der Leyen que respondan a Musk y sus colegas con todas las consecuencias. Aunque deberíamos empezar promoviendo una nueva cultura sobre el significado de la comunicación y el debate de ideas, en medio de una revolución tecnológica con la IA descontrolada.
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