Contaminación
Contaminación: una cuestión de salud… mental
Según un estudio del King’s College de Londres, los adolescentes que crecen respirando aire contaminado tienen un 70% más de posibilidades de sufrir paranoia y otros trastornos mentales.
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La mayoría de los urbanitas piensa en las grandes ciudades como un inmenso paraíso donde crecer personal y profesionalmente. Sin embargo, lejos de la idealización de quien las habita –o de quien sueña con hacerlo–, las urbes tienen un lado que dista mucho de ser paradisiaco: soportar el ruido constante del tráfico, recorrer grandes distancias a diario en un estado de estrés permanente o vivir bajo una boina de contaminación que, visible o no, flota sobre nuestras cabezas.
Aunque sea un problema menos abordado cuando se habla de la vida urbana, desde hace años se sabe que las personas que viven toda su vida en ciudades son más propensas a sufrir enfermedades y trastornos mentales que aquellas que lo hacen en entornos rurales. Además, los adolescentes suelen ser más propensos a sufrir experiencias psicóticas que los adultos y, aquellos que muestran síntomas en edades tempranas, tienen más posibilidades de desarrollar una enfermedad mental en un futuro. En un momento en el que cada vez más gente se traslada a grandes centros urbanos, los científicos han comenzado a investigar la relación entre la vida en la gran ciudad y la salud mental para plantear posibles mejoras en los grandes núcleos de población
El estudio Relación entre la exposición a la contaminación del aire y las experiencias psicóticas durante la adolescencia –pionero en la investigación de esta materia–, asegura que los adolescentes que crecen respirando aire contaminado tienen un 70% más de posibilidades de sufrir paranoia y otros trastornos mentales. Tras analizar a más de 2.000 jóvenes de 17 años de Inglaterra y Gales, los autores han concluido que aquellos que viven en zonas con altas concentraciones de óxido de nitrógeno tienen más posibilidades de, por ejemplo, escuchar voces en su cabeza. Por ello, los autores del informe publicado por la revista Jama Psychiatry plantean que la contaminación del aire es una posible causa directa del aumento de los trastornos mentales en las zonas urbanas, aunque también contemplan otros factores de riesgo como el ruido, el consumo de alcohol, tabaco o cannabis, los ingresos familiares y los antecedentes clínicos.
Los adolescentes que crecen respirando aire contaminado tienen un 70% más de posibilidades de sufrir paranoia y otros trastornos mentales
Uno de los investigadores, Frank Kelly, asegura en el diario The Guardian que ya existían evidencias de la relación entre la exposición a la contaminación del aire y sus efectos en el cerebro. «Este nuevo estudio tan solo nos confirma lo que ya sospechábamos: que los niños y los jóvenes son los más vulnerables al impacto de la contaminación en su salud debido a la falta de madurez de su cerebro y su sistema respiratorio». Por desgracia, en muchos núcleos urbanos de Reino Unido se pueden encontrar niveles ilegales de óxido de nitrógeno —generado en su mayoría por vehículos diésel—, a pesar de todas las iniciativas llevadas a cabo por el Gobierno británico para reducirlos. El estudio relaciona, además, la polución con una posible reducción de la inteligencia y un incremento de la demencia y la depresión.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de investigadores cruzó los datos de contaminación del aire de las zonas en las que viven los jóvenes participantes en el estudio con los relatos de sus experiencias psicóticas. Un tercio de los adolescentes vivía en zonas urbanas, un quinto, en áreas rurales y, el resto, en zonas residenciales. De todos ello, el 30% aseguraron haber sufrido al menos una experiencia psicótica —cifra normal entre los adolescentes—. Sin embargo, este tipo de experiencias formaban parte del día a día de los jóvenes que vivían los lugares más contaminados. «En las zonas con mayores niveles de óxido de nitrógeno, 12 adolescentes aseguraban sufrir brotes psicóticos por cada 20 que no», asegura Joanne Newbury, una de las investigadoras. En las zonas rurales, el ratio fue de 7 frente a 20. Además, las experiencias psicóticas son un 45% más comunes en los adolescentes expuestos a altos niveles de contaminación por pequeñas partículas.
En las zonas con mayores niveles de óxido de nitrógeno en el aire, 12 adolescentes aseguran sufrir brotes psicóticos por cada 20 que no
Según los investigadores del King’s College de Londres, es necesario que se lleven a cabo nuevos estudios para confirmar sus datos. En declaraciones al diario británico,Stefan Reis, responsable de Química Atmosférica en el londinense Centro de Ecología e Hidrología, asegura que este estudio supone una contribución importante a desligar la incidencia de la contaminación atmosférica únicamente de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. «Ahora vemos que va más allá y también puede afectar a la salud mental de las personas», afirma.
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