Cambio Climático

La capa de ozono se recupera gracias a los tratados internacionales

El agujero de la capa de ozono podría cerrarse del todo en 2060, según la última investigación científica de la ONU.

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06
noviembre
2018

En septiembre de 1987, la comunidad internacional dio uno de los pasos más decisivos para luchar contra los efectos negativos que la acción humana estaba provocando en la salud del planeta: la firma del Tratado de Montreal. En este convenio, los líderes mundiales reconocieron por primera vez que «la emisión en todo el mundo de ciertas sustancias puede agotar considerablemente y modificar la capa de ozono en una forma que podría tener repercusiones nocivas sobre la salud y el medio ambiente». Para evitar que los peores augurios se materializasen, los Estados firmantes se comprometieron a «controlar el total de emisiones mundiales de las sustancias que agotan la capa de ozono, con el objetivo final de eliminarlas».

Treinta años después (no entró en vigor hasta el 1 de enero de 1989), la capa de ozono se está recuperando y el famoso agujero de la estratosfera se recobra «a una tasa de entre el 1% y el 3% por década desde el año 2000», según la última evaluación científica elaborada por la ONU. «Los hallazgos del informe confirman que las medidas adoptadas en virtud del tratado internacional han provocado disminuciones a largo plazo en la abundancia atmosférica de las sustancias controladas que agotan el ozono», señala ONU Medio Ambiente en un comunicado.

El agujero de la capa de ozono se recupera «a una tasa de entre el 1% y el 3% por década desde el año 2000»

Si la recuperación se mantiene al ritmo actual, recoge el informe, el ozono en las latitudes medias y el hemisferio norte se recuperará completamente para la década de 2030, mientras que en el sur el agujero se cerrará en 2050 y, finalmente, en los casquetes polares lo hará en 2060. Unos datos para celebrar, ya que el ozono estratosférico blinda al planeta de la acción lesiva de la radiación ultravioleta procedente del Sol. Es, por tanto, un escudo imprescindible para la vida.

«El Protocolo de Montreal es uno de los acuerdos multilaterales más exitosos de la historia», asegura Erik Solheim, director ejecutivo de ONU Medio Ambiente. No en vano, en 2009 se convirtió, junto al Convenio de Viena, en el primer tratado de Naciones Unidas en conseguir la ratificación mundial. Para Solheim, su éxito se basa en la «cuidadosa combinación entre ciencia y acción colaborativa establecida para sanar la capa de ozono».

2019, el año del medio grado

Los datos sobre el estado de la capa de ozono llegan justo cuando el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU ha advertido en un informe sobre la necesidad de fijar en los 1,5 grados el techo del calentamiento global y no en los 2 grados iniciales que recoge el Acuerdo de París. Medio grado para el que han asegurado que se van a necesitar «cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad».

Con la implementación de la Enmienda de Kigali se podrá reducir 0,5 grados el calentamiento global

Precisamente, en enero de 2019 entrará en vigor una cláusula que se ha añadido al Tratado de Montreal para seguir luchando contra el cambio climático: la Enmienda de Kigali. Esta ha sido ratificada de momento por 58 países que tendrán que reducir la producción y el consumo de hidrofluorocarbonos (HFC) en más de un 80% durante los próximos treinta años. Los HFC solo representan un 1% del total de los gases de efecto invernadero pero, advierten los expertos de la ONU, «su impacto puede ser cientos o miles de veces mayor que el del dióxido de carbono». Se han utilizado en refrigeradores, aires acondicionados y otros artículos similares como reemplazo a las sustancias que prohibió el Tratado de Montreal.

Los autores de la evaluación sobre el estado de la capa de ozono concluyen que a través de la implementación de la Enmienda de Kigali será posible evitar el 0,5 grado de calentamiento global que el IPCC cree que supondría que los efectos del cambio climático sean «duraderos o irreversibles». «Los resultados de la evaluación resaltan la importancia de un monitoreo continuo a largo plazo de los HFC en la atmósfera a medida que la Enmienda de Kigali comienza a afianzarse», concluye David Fahey, copresidente del Panel de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal.

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