Cambio Climático

La contaminación (y la falta de gestión) colapsa las urgencias de Madrid

Autoridades sanitarias advierten de que la contaminación de la ciudad está colapsando las urgencias. El Hospital La Paz es uno de los más afectados.

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05
diciembre
2017

Las autoridades sanitarias advierten: la contaminación perjudica gravemente su salud… y el correcto funcionamiento de las urgencias hospitalarias de Madrid. Dos de los colectivos médicos más relevantes de la región, el sindicato mayoritario de médicos AMYTS y la Sociedad Española de Medicina y Urgencias SEME de Madrid, avisaron a finales de noviembre en un comunicado del aumento de pacientes con síntomas provocados o agravados por la alta contaminación de la ciudad. «Estas últimas semanas se han incrementado en las urgencias de forma significativa las consultas de pacientes relacionadas con problemas respiratorios. Este hecho coincide con el incremento de la polución», explicaba recientemente Javier Martín, portavoz de SEME Madrid.

La mala calidad del aire produce tres millones de muertes prematuras al año

Noviembre ha sido un mes catastrófico para el cielo de Madrid con once días de calidad del aire «deficiente» y cuatro «mala», según el boletín mensual de calidad del aire del Ayuntamiento. En palabras de la Organización Mundial de la Salud, estos datos se traducen en «tres millones de defunciones prematuras cada año». En la misma línea, nueve cardiólogos del Hospital Vall d’Hebron han realizado un estudio, publicado en el International Journal of Cardiology, que relaciona la contaminación ambiental con los infartos. Sus conclusiones son claras: «Los días de contaminación ingresa más gente con infarto de miocardio y, además, esos días los infartos presentan más complicaciones que cuando se producen con índices bajos de contaminación».

La Paz: crónica de un colapso anunciado

Las urgencias del madrileño Hospital La Paz son unas de las más afectadas por el aumento de pacientes de los últimos días. La saturación ha llegado a niveles tan insostenibles que el pasado 23 de noviembre la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid se vio obligada a cortar las derivaciones de ambulancias para limitar la entrada de los pacientes a urgencias. La fecha no es casual. Según la agencia AccuWeather, la temperatura máxima de ese día fue de 18 grados y la mínima de 4 grados: el frío no pudo ser el causante de las urgencias. Sin embargo, ese mismo día, la web del Ayuntamiento de Madrid dedicada a la medición de la calidad del aire señaló que esta fue «deficiente», pasando a ser «mala» el fin de semana del 25 y 26 de noviembre.

«El plan de actuación en caso de saturación de las urgencias se activa cuando hay 100 pacientes en cama, a pesar de que solo hay 60 camas»

A pesar de las advertencias de organismos médicos internacionales y nacionales, los gerentes del Hospital no han sabido prepararse. «Aquí no se prepara nada. La función de un gerente es que su hospital no de problemas, y la principal forma de dar problemas es pedir dinero. Así que un gerente se dedica a hacer malabares, poner parches y eso casa muy mal con prever gastos por si llega la contaminación», comenta Guillén del Barrio Blanco, enfermero de urgencias del Hospital La Paz.

Diferentes sociedades científicas recomiendan un ratio de seis pacientes por cada enfermero. Estos días, un solo enfermero ha llegado a estar al cuidado simultáneo de quince enfermos. Al número de pacientes se suma la falta de metros cuadrados. El hospital lleva un año esperando a la transformación de un antiguo quirófano por una nueva sala de urgencias con 12 camas y 30 sillones adicionales. Un proyecto que anunció el exconsejero de Sanidad Jesús Sánchez-Marto y que, a día de hoy, sigue siendo una mera promesa.

Guillén del Barrio lamenta que el plan de actuación del Hospital en caso de saturación de las urgencias «se activa cuando tenemos 100 pacientes en cama, a pesar de que tenemos solo 60 camas, y consiste en meter más camillas, que son más estrechas y más incómodas que una cama, pero que ocupan menos espacio». Guillén advierte de lo perjudicial que puede ser para un paciente de urgencias, especialmente si es anciano, estar tumbado durante horas «en una colchoneta dura y fina».

Temor ante la llegada de la gripe

El colapso de las urgencias del Hospital La Paz, y de otros hospitales madrileños, es inusual por la época del año en la que estamos. Los picos altos de afluencia de pacientes se producen en enero y febrero, los meses de la campaña de gripe. La preocupación de los empleados sanitarios, ante la previsión de que no se tomen medidas determinantes, está puesta ahora en el momento en el que la contaminación y la gripe se junten. «Si estamos saturados a finales de noviembre y principios de diciembre, imagínate un poco más adelante, va a ser atroz», augura Guillén del Barrio.

El colapso de urgencias obligó a la Comunidad de Madrid a cortar las derivaciones de ambulancias para limitar la entrada de los pacientes

Con el temor de lo que se viene encima y ante las soluciones «parche», el pasado 1 de diciembre, el personal de Urgencias del Hospital La Paz celebró una Asamblea para tratar los problemas a los que se enfrenta cada categoría laboral: enfermería, auxiliares de enfermería, celadores, limpieza, cocina y médicos interinos residentes. Las dos primeras propuestas aprobadas por unanimidad son la mejor fotografía de lo que se necesita para poder atender a los pacientes actuales y futuros: «Personal suficiente ya, en todas las categorías» y «dotación del servicio con 100 camas, personal, material y espacio suficiente, en el plazo de un año».

Después de lo ocurrido las últimas semanas de noviembre, la Comunidad de Madrid  ha contratado a dos enfermeras y dos auxiliares adicionales por un plazo de un mes. «Seguimos sin caber físicamente pero, por lo menos, ya que tenemos 20 pacientes donde debería haber 6, tenemos dos manos más en cada turno para atenderles», transige Guillén del Barrio.

El servicio sanitario del hospital reprocha a las autoridades competentes que los refuerzos del centro no se hagan cuando hay problemas reales, sino cuando la situación llega a los medios de comunicación. «Ponen parches cuando montamos un poco el pollo. Ellos lo que hacen es aguantar, aguantar y aguantar hasta que no les queda más remedio», señala Guillén. El enfermero confía en que, a través de la presión y de trasladar el problema a la calle, se tomen medidas reales y permanentes. «Lo vamos a conseguir, pero es una cuestión de voluntad política y de darse cuenta de la prioridad que esto supone. Es necesario que se gasten el dinero para mejorar el servicio», sentencia.

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