Cambio Climático

Salvar el mar desde tierra firme

Científicos, deportistas y sector privado se reunieron en la Cumbre Oceánica de Alicante para debatir sobre el uso del plástico y la salud de los océanos.

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19
octubre
2017

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Producimos 99,5 millones de toneladas de residuos plásticos cada año en todo el mundo, ocho de las cuales terminan en las playas debido a la gestión deficiente y la falta de concienciación. No es solo un problema estético y de turismo, sino de salud y medio ambiente: los animales quedan atrapados, mueren de inanición o ahogamiento e ingieren microplásticos que se transmiten a través de la cadena trófica hasta llegar a nosotros. En una sociedad cuya economía depende del plástico y sus derivados, ¿cómo detener esta marea interminable de desechos?

Científicos, médicos, deportistas náuticos y sector privado internacionales se reunieron en la Ocean Summit (Cumbre Oceánica) de Alicante, organizada por Volvo, para exponer la situación límite a la que se enfrenta el planeta y proponer soluciones que reviertan esta tendencia autodestructiva. «Solo en el agua del grifo hay 2.500 contaminantes de origen plástico y los productos que utilizamos de forma cotidiana contienen 7.000 compuestos químicos», señala el doctor Paul Mirpuri, presidente de la Mirpuri Fundation.

Dentro de esta dinámica, estudios recientes revelaron que 9 de cada 10 estadounidenses tienen sustancias plásticas en su organismo, al igual que el 99% de las embarazadas norteamericanas. «Los recién nacidos de las nuevas generaciones son los seres vivos más contaminados de la historia -advierte Mirpuri-, y está demostrado que compuestos como el plástico BPA provocan efectos parecidos a los desórdenes hormonales y aumentan las probabilidades de sufrir infertilidad, asma e incluso cáncer de mama o testicular».

Los datos recogidos durante la Volvo Ocean Race incluirán por primera vez información sobre microplásticos

Un problema generado en tierra que se extiende al medio acuático: el 80% de los residuos plásticos tiene su origen en suelo firme, pero las consecuencias son visibles en el mar. A principios del 2017 se encontró una ballena en las costas de Noruega, fallecida por ingerir 30 bolsas de plástico que aún guardaba en el estómago. Para hacernos una idea, es como si un ser humano tuviera medio kilo de plástico en su sistema digestivo.

Desafortunadamente, solo efectos tan impactantes como estos son los que dan la voz de alarma y levantan conciencia. Erik Solheim, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, señala que «hasta hace poco, la playa de Bombai era uno de los lugares más contaminados del mundo, con medio metro de plástico en el que podías hundir tus pies. Pero en cuanto solo dos personas anónimas empezaron a limpiar la playa, se inició una campaña que reunió a decenas y cientos de voluntarios, incluyendo a políticos y personalidades, incluso al primer ministro. Decidieron ser un ejemplo para resto del mundo». Actualmente, un total de 800.000 voluntarios repartidos por todo el globo limpian las costas y se deshacen adecuadamente de estos indeseables compañeros de sombrilla.

El valor de la basura

La dinámica consumista del último siglo considera que un producto que ya ha cumplido su función primaria no solo pierde valor, sino que es incapaz de adquirir un nuevo propósito, y termina en la basura (o en el suelo, o en el mar). Afortunadamente, un movimiento revolucionario está ganando terreno en cada vez más ámbitos y países: la economía circular. A través de la reutilización, el reciclaje y la reestructuración del sistema de consumo, este modelo no solo beneficia a las comunidades y al medio ambiente, también cambia la percepción de lo que es y no es un «desperdicio». Una dinámica que, como señala el director de la Asociación Ambiente Europeo Daniel Rolleri, debe proseguir con fuerza y determinación: «Hemos creado un monstruo que se está volviendo contra nosotros, tenemos que salir de la zona de confort y replantearnos nuestro modelo de consumo actual. Las ONGs están suponiendo la clave en la lucha contra los plástico, y ahora les toca a gobiernos y empresas ayudar a que se revaloricen los recursos de los que disponemos».

De las palabras a los hechos

Para todos los expertos reunidos en la Ocean Summit de Alicante el plan de actuación es claro: un esfuerzo multidisciplinar que combine la acción diaria de los ciudadanos, la regulación por parte de los gobiernos, las iniciativas emprendidas por todo el tejido empresarial y las soluciones innovadoras aportadas por el sector científico.

El gran anuncio en la lucha contra el plástico es la adhesión de España al programa ‘Clean Seas‘ (Mares Limpios) de la ONU, en línea con el punto 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre la protección de los océanos. «Durante los últimos seis años hemos estado desarrollando la nueva estrategia marítima de España, y uno de sus objetivos principales es abordar el problema de la basura marina», dijo Raquel Orts Nebot, directora de Sostenibilidad de Costa y Mar de España. Como la decimocuarta economía más grande del mundo, la declaración de apoyo de España es un impulso significativo a la campaña mundial de la ONU, que ahora cuenta con 32 estados.

España se ha unido al programa ‘Mares Limpios’ de la ONU, respaldado por un total de 32 países

También en línea con este objetivo, la Cumbre se celebró en el marco de la Volvo Ocean Race, una de las competiciones de vela más importantes a nivel internacional que consiste en dar la vuelta al mundo en diferentes etapas consecutivas. En esta edición, a través de equipos instalados en las embarcaciones participantes, se recopilarán datos de los océanos para su posterior estudio y utilización en el desarrollo de soluciones eficaces en la lucha contra la contaminación. Además de recoger información oceanográfica y meteorológica cada diez segundos, los deportistas liberarán boyas a la deriva en lugares de difícil acceso que enviarán la información por satélite y los datos recogidos con los instrumentos on board incluirán por primera vez información sobre microplásticos.

La competición adquiere así un compromiso ecológico que involucra a los deportistas, patrocinadores y administraciones participantes. «Los deportes tienen la capacidad de cambiar actitudes a nivel global», señala Mark Turner, CEO de la Volvo Ocean Race, «y nuestra responsabilidad como empresas, individuos y residentes de la Tierra es clara como el agua».

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