Innovación

La innovación está ahí afuera

Muchas compañías han entendido que innovar, en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso, requiere buscar ideas tanto dentro como fuera de ellas. La colaboración se instaura como modus operandi.

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19
octubre
2016
© Argijale

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Las empresas, grandes y pequeñas, se abren al conocimiento externo. La colaboración se instaura como modus operandi. Ya sea con otras organizaciones públicas y privadas, competidores, universidades, emprendedores, clientes o inversores, muchas compañías han entendido que innovar, en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso, requiere buscar ideas tanto dentro como fuera de ellas.

Hace un par de años, el conocido productor musical Carlos Jean propuso por Internet una base sonora para una canción, prácticamente despojada de arreglos. Cualquier usuario de la Red, novel o profesional, podía partir de ahí, o bien modificarla, trocearla o reinventarla para crear una canción. La única premisa, decía el músico, era que la composición resultante estuviera movida por un concepto: la innovación.

Aquella acción pertenecía a una campaña publicitaria de Ballantine´s, la marca de whisky escocés. Partía de una realidad inaudita hasta hace poco: cualquiera, con un ordenador doméstico y el software adecuado, puede crear una obra maestra.

Es un ejemplo perfecto para entender lo que significa open innovation o innovación abierta, a la que cada vez se suman más empresas: los recursos propios empiezan a ser insuficientes para seguir el ritmo frenético de los acontecimientos, las nuevas tecnologías y las necesidades de una realidad cambiante a cada minuto. La solución más inteligente pasa por abrazarse al talento externo, compartir conocimientos, unir fuerzas y crear sinergias. Lograr, entre todos, mejores productos, mejores soluciones para una sociedad interconectada y más informada que nunca, que demanda una complejidad cada vez mayor. La endogamia empresarial empieza a ser cosa del pasado. La competencia deja de ser un concepto monolítico y deja paso a otro más fructífero: la competitividad. Y para eso es necesaria una mentalidad mucho más abierta que la que regía hasta ahora el hacer de las empresas.

El término ‘innovación abierta’ tiene un punto de partida: lo acuñó por primera vez en 2003 el profesor de la Universidad de Berkeley Henry Chesbrough, cuando señalaba en un artículo: «Las ideas valiosas pueden provenir tanto desde dentro como desde fuera de una organización. Esta visión sitúa a los caminos externos del mercado en el mismo nivel de importancia que se situaban los internos en la era de la innovación cerrada». Desde Innovation Factory Institute, un centro de formación empresarial barcelonés, retoman las palabras del académico para definir este fenómeno como «una nueva estrategia de innovación bajo la cual las empresas salen de su zona de confort y se abren al mundo». Y añaden: «Se caracteriza por la colaboración con profesionales externos y la combinación de los conocimientos internos para llevar a cabo proyectos de I+D+i. La open innovation ha revolucionado la manera en la que las organizaciones hacen frente a la innovación. Actualmente, muchas empresas entienden que ya no pueden mantener en secreto sus innovaciones, sino que han de compartirlas».

«La ciencia e innovación en el mundo van tan rápido que la forma de seguir siendo punteros es generando alianzas con otros centros de investigación de prestigio, universidades, startups… El ecosistema de la innovación, en definitiva», dice Carlota Gómez de la Hoz, directora de comunicación de Bayer para España y Portugal. «Ha llegado el momento de reconocer que no se pueden solventar las necesidades de este mundo por uno mismo. La mayoría de las innovaciones de Bayer son internas, pero una compañía debe estar abierta a su entorno. Hay gente ahí fuera con ideas muy buenas, y lo inteligente es compartirlas y aprovecharlas para ser mejores, para alcanzar soluciones sostenibles, como un proyecto que tenemos en marcha en el que nos dan ideas para dar más utilidades a ciertas semillas».

En los últimos años, esta multinacional farmacéutica ha emprendido varias iniciativas relacionadas con la innovación abierta, como Grants 4 Apps, en la que colaboran con startups externas en el desarrollo de aplicaciones de salud digital. Otro de sus proyectos es Grants for indications, que abre sus puertas a emprendedores, pero también a institutos de investigación en biotecnología para estudios preclínicos y clínicos. Grant 4 target, por su parte, busca la colaboración en el ámbito farmacéutico y para cultivos. «La nacionalidad o procedencia no es límite para la captación de talento. Nuestro reto es global. Financiamos de 2.500 a 125.000 euros dependiendo del tipo de proyecto y aportación de conocimiento, allí donde esté», dice Gómez.

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Pero la innovación abierta también es fructífera para las pymes. Bax & Willems, una consultora especializada en la definición e implementación de estrategias de open innovation, aporta algunos casos. «Gestionamos un proyecto de innovación colaborativa para llegar a fabricar coches más ligeros con fibras de carbono y con tecnologías más baratas. Intervinieron varios proveedores que hacen diferentes componentes para vehículos, procedentes de distintos países. El reto de otro proyecto, por ejemplo, era mejorar los procesos de sostenibilidad en el cultivo sin perjudicar la calidad del producto. El problema surgió cuando detectaron que se requieren muchos químicos para eliminar los insectos. Tras varias reuniones entre muchos agentes implicados, alcanzamos soluciones más sostenibles».

El analista de Inteligencia Competitiva en Acciona, Marcos Ros-Martín, abunda en esta idea: «La innovación abierta se ha contemplado de forma tradicional como si solo tuviese cabida dentro de una empresa. Sin embargo, el establecimiento de nuevas vías de comunicación como Internet y la financiación disponible gracias a los mercados de capital riesgo, además de la ampliación del alcance de los posibles proveedores externos en la época actual, han minado la eficacia del sistema de innovación antiguo. De esta manera, las empresas no solo quieren incluir dentro de su modelo de negocio sus propias ideas, sino también las externas que puedan serles de utilidad. Ahora, son conscientes de que las ideas valiosas pueden provenir tanto desde dentro como desde fuera de la organización».

Patrocinar una buena idea

Los tipos de colaboración son múltiples y no pertenecen a una lista cerrada: se suman en función de las necesidades. «El coaching o formación, la aceleración de una empresa externa, el coworking, la financiación a investigadores…», enumera Carlota Gómez. Dentro de su proyecto de innovación abierta, en unos pocos años, Bayer ha adoptado más de 2.000 ideas de 60 países, ha invertido en más de 220 proyectos y ha involucrado a más de 14.000 empleados. «No es algo puntual ni efímero. Es una forma de trabajar a largo plazo en la era actual», asegura.

La innovación abierta no solo es una forma eficaz de acceder al conocimiento; también aporta dos soluciones inéditas hasta hace poco: agiliza los procesos de I+D+i y permite el acceso de pequeños emprendedores a las grandes empresas.

La pregunta es: ¿cómo se lleva a cabo? «La open innovation es una gran oportunidad para cualquiera con una buena idea. La innovación existe y las empresas están apostando fuertemente por ella. Hay que tener en cuenta que ni siquiera las grandes multinacionales pueden tener entre sus trabajadores a los mejores cerebros del mundo» opina, desde su experiencia, Miguel Figuera, director de la agencia de publicidad Inicia Marketing y consultor en capacitación para pymes y emprendedores. «En la práctica, se traduce en concursos de ideas patrocinados por grandes empresas para atraer el talento a cambio de un premio económico más un variable en función de su participación como socio para desarrollar el proyecto. La clave de la open innovation es juntar la visión y agilidad de trabajo de los nuevos emprendedores con la experiencia, recursos y cuota de mercado de las grandes empresas. Muchas organizaciones crean equipos internos de open innovation para buscar y atraer a emprendedores. Y es que, en los próximos años, la ventaja competitiva será el talento, tras la inevitable externalización de la producción para reducir costes de fabricación».

Tenemos ejemplos de empresas españolas de fuerte calado internacional en sectores clave. Telefónica, con su programa Open Future, apoya a emprendedores de todo el mundo para convertir sus ideas innovadoras en negocios de éxito. Endesa, a través de su proyecto Datathon, pone a disposición en su web parte de su base de datos de consumo energético para que expertos de todo el mundo aconsejen cómo utilizar un volumen tan grande de información. Se han apuntado más de 600 personas de 22 países diferentes, y sus ideas servirán para, entre otras cosas, optimizar el gasto de luz de cada cliente y hacerlo más sostenible.

«La innovación abierta aporta muchos beneficios hoy, y aportará nuevos que iremos viendo en el futuro», vaticina Carlota Gómez, de Bayer. El experto en Derecho mercantil, José Mira Berenguer, da algunos ejemplos: «La adopción de modelos de innovación abierta en empresas de cualquier sector aporta reducción de costes, flexibilidad de estructuras, innovación y creatividad acelerada». Y concluye: «El que trabaja solo, añade; el que trabaja en red, se multiplica».

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