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Qué es exactamente ‘la nube’: luces y sombras de la revolución de internet

Aunque representa una fuerza transformadora, ‘la nube’ viene acompañada de desafíos significativos en términos de seguridad, privacidad y sostenibilidad.

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01
abril
2024

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En el enorme cosmos de la tecnología, la nube se erige como una constelación destacada, emitiendo un brillo que deslumbra a usuarios de todo el mundo. Pero, para desentrañar todos sus misterios, es crucial comprender de qué se trata, de dónde proviene el nombre y su origen.

La RAE define a la nube como un «espacio de almacenamiento y procesamiento de datos y archivos ubicado en internet, al que puede acceder el usuario desde cualquier dispositivo». Se trata de una infraestructura tecnológica que permite guardar y acceder a datos a través de la red, en lugar de necesitar dispositivos físicos que tengamos a mano.

Su nombre es un término metafórico que se deriva de los diagramas de redes informáticas, donde se representaba internet como una nube esquemática, sugiriendo la ubicuidad y la difusión de los servicios en línea.

Y aunque lo tengamos conceptuado como algo muy reciente en el tiempo, su origen histórico se remonta a las décadas de 1950 y 1960, cuando los primeros términos de computación distribuida y redes de comunicación comenzaron a gestarse. La idea de una «red de computadoras intergaláctica» la introdujo Joseph Carl Robnett Licklider, cuya visión era que todo el mundo pudiese estar interconectado y poder acceder a los programas y datos desde cualquier lugar.

Sin embargo, no fue hasta la década de 1990 cuando el término nube comenzó a popularizarse con la comercialización de servicios basados en la web, como el correo electrónico y el almacenamiento en línea. Desde entonces, la nube ha evolucionado rápidamente, abarcando una amplia gama de servicios, desde aplicaciones empresariales hasta plataformas de entretenimiento y redes sociales.

Impacto medioambiental: entre la eficiencia y la responsabilidad

Si bien la nube ha revolucionado la forma en que almacenamos y accedemos a la información, su expansión también plantea preocupaciones sobre su impacto medioambiental. El crecimiento exponencial de la demanda de servicios en la nube ha llevado a un aumento en la construcción y operación de centros de datos a gran escala, que consumen enormes cantidades de energía. Además, la obsolescencia tecnológica y la rápida rotación de equipos electrónicos contribuyen al problema de los desechos electrónicos, planteando desafíos adicionales en términos de gestión de residuos y reciclaje.

Claudia Santibáñez: «La nube tiene una huella de carbono superior a la industria aeronáutica»

«La nube tiene un impacto importante en las emisiones de CO2: en la actualidad, de hecho, tiene una huella de carbono superior a la industria aeronáutica. Un solo centro de datos puede consumir la electricidad equivalente a 50.000 hogares», señala Claudia Santibáñez, directora de Ingeniería en Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Universidad Mayor, en Chile. En concreto, el investigador del MIT Steven González Monserrate cifró el consumo anual de los centros de datos es de 200 teravatio-hora (TWh), un dato que supera con creces al de varios países. «En la actualidad, la electricidad utilizada por los centros de datos representa el 0,3% de las emisiones totales de carbono, y si ampliamos nuestra contabilidad para incluir dispositivos conectados en red, como computadores portátiles, teléfonos inteligentes y tablets, el total se eleva al 2% de las emisiones mundiales de carbono», añade Santibañez.

Desafíos y oportunidades

La nube enfrenta una serie de desafíos a medida que avanza hacia el futuro. Uno de los más apremiantes es el de la seguridad y la privacidad de los datos, con preocupaciones cada vez mayores sobre la protección de la información sensible en un entorno digital cada vez más interconectado. La proliferación de ciberataques y brechas de seguridad subraya la necesidad de fortalecer las medidas de seguridad y desarrollar tecnologías de cifrado más robustas para proteger la integridad de los datos en la nube.

Esta tecnología también enfrenta desafíos regulatorios y legales en cuanto a la soberanía de los datos y la jurisdicción sobre la información almacenada en servidores ubicados en diferentes regiones del mundo. El equilibrio entre la libre circulación de datos y la protección de la privacidad y la seguridad nacional plantea dilemas éticos y políticos que requieren una cuidadosa consideración por parte de los legisladores y reguladores.

Y, por supuesto, en términos de impacto ambiental, la nube continúa enfrentando el desafío de reducir su huella de carbono y adoptar prácticas más sostenibles en todas las etapas de su ciclo de vida, desde la fabricación y el despliegue de infraestructura hasta la gestión de residuos electrónicos. El desarrollo de tecnologías de eficiencia energética y la transición hacia fuentes de energía renovable son pasos cruciales para mitigar el impacto medioambiental de la nube y promover un futuro más sostenible.

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