Energía

La transición energética en la era big data

El extraordinario volumen de información generado por la revolución big data se ha convertido en un aliado clave para alcanzar un consumo energético más sostenible.

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21
abril
2016

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En los últimos 20 años, la Unión Europea ha promulgado decenas de directivas para reducir el consumo de energía, la mayoría con el epígrafe ‘efecto invernadero’ en su contenido, si bien no es el único mal al que nos enfrentamos. La escasez de fuentes obliga, hoy en día, a importar más de la mitad de nuestros recursos. La tendencia, según un estudio de la UE, es que superaremos el 60% dentro de 15 años. Los economistas coinciden en que la dependencia energética es una de las grandes lacras para la competitividad.

En España, solo en 2015 importamos el 70,5% de nuestra energía, según el último informe de Eurostat, puesto que carecemos de yacimientos de petróleo y de bolsas de gas. El consumo energético racionalizado y sostenible es, por tanto, una prioridad que también figura en las agendas de las propias empresas proveedoras.

La plataforma enerTIC promueve el uso sostenible de la energía y colabora con empresas de suministro, tecnológicas y universidades. Su director ejecutivo, Víctor Giménez, advierte: «En 2050, estaremos cerca de los 10.000 millones de habitantes y dos tercios vivirán en ciudades. Eso implica un incremento exponencial de la demanda energética, que debe ir apoyado por planes para que se consuma de una forma más eficiente y para que, al mismo tiempo, contamine menos. La energía es la principal fuente de gases de efecto invernadero, en gran parte por la que proviene de combustibles fósiles. Representa un 77% de los gases emitidos».

«Nos estamos cargando el mundo en el que vivimos. O cambiamos o desaparecemos», advierte el director de Innovación de Endesa, Juan Antonio Garrigosa, que apela a un consumo responsable «tanto de ciudadanos como de empresas». La solución no es fácil, ya que pasa por un cambio urgente de modelo y también de los hábitos de consumo, tal y como señalan desde la propia Endesa, una empresa que apuesta por la tecnología y, más concretamente, por el big data para lograr «un suministro energético más cercano al consumidor, personalizado y, por tanto, más eficiente y sostenible» a través de su proyecto Energy Challenges.

Esta iniciativa incluye el evento Datathon: «No lo ha hecho todavía ninguna otra compañía en el mundo −explica Garrigosa−. Hemos puesto a disposición de quien quiera parte de nuestra base de datos en nuestra web. Ahí se ven las curvas de 100.000 consumidores durante seis meses; por supuesto, de forma anónima. Son millones de datos y en la compañía queremos que expertos de todo el mundo nos digan cómo podemos utilizar un volumen tan grande de información. Se han apuntado más de 600 personas de 22 países diferentes». En febrero, seleccionaron a 40 candidatos. «Hasta abril, les daremos más datos para que desarrollen sus propuestas y, en mayo, seleccionaremos las tres mejores. Es una iniciativa disruptiva; entre los candidatos hay, incluso, empleados de empresas competidoras. De una compañía de Vietnam, por ejemplo», continúa.

Según apunta Garrigosa, «las propuestas recibidas en la competición persiguen, entre otros objetivos, la caracterización de clientes, la predicción de sus comportamientos, ofrecer nuevos productos y servicios y mecanismos de ayuda a la toma de decisiones». Energy Challenges es una plataforma colaborativa para buscar productos y soluciones energéticas eficientes. Una iniciativa que incluye también Hackathon, «otro reto que reúne a programadores y emprendedores para buscar soluciones innovadoras que ayuden a los diferentes perfiles de clientes a optimizar su uso de la energía».

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El big data, asociado muchas veces a un instrumento meramente comercial y de marketing, tiene otras potencialidades más beneficiosas para el individuo, siempre que a dicha información se le dé el uso correcto. Partamos de una definición concreta, en este caso, la del Departamento de Tecnologías de la Información de la Universidad de Cantabria: «Es el procedimiento mediante el cual se recopilan y analizan grandes cantidades de datos de forma estructurada y no estructurada, procedentes de varias fuentes, con el objetivo de extraer información relevante de gran valor estratégico y táctico para los objetivos del negocio o de la empresa».

Esta misma institución considera que la utilidad, e incluso el componente social del big data, puede ir mucho más allá si se aplica al consumo energético, según afirma un reciente estudio. Su responsable, Sheila Lorenzo, afirma que «ayuda a comprender un poco más a la sociedad», y añade: «Las bases de datos masivos sirven para construir modelos y obtener conocimientos sobre el mundo y su funcionamiento, para poder adelantarse a los acontecimientos y aplicar las soluciones oportunas». En cuanto a las empresas energéticas, considera el big data como una herramienta que «optimiza la producción y la distribución y modifica por tanto hábitos de consumo por parte de los clientes, lo que se traduce en una mayor eficiencia a través de la red eléctrica, la disminución de costes y el impacto ambiental».

Garrigosa advierte de que «el big data es un concepto que ahora está muy de moda, pero no hay tantas empresas que sepan sacarle partido a esta herramienta, o darle un uso que no sea estrictamente comercial. La clave está en usar esa información para crear valor en nuestros clientes y eso incluye, por supuesto, un consumo racionalizado. No es lo mismo una vivienda habitual que una casa de veraneo que solo se habita un par de meses al año, por ejemplo. No es lo mismo un sábado lluvioso en el que juegan el Barça y el Real Madrid que otro soleado sin fútbol».

La pregunta es inevitable: ¿acompaña la regulación al avance de las tecnologías para un uso sostenible de la energía? Víctor Giménez, de enerTIC, responde con una de cal y otra de arena: «La última transposición de la Directiva Europea para la Eficiencia Energética conllevará penalizaciones para las empresas que no cumplan sus objetivos, y eso ya es un avance. El problema es que la tecnología, casi siempre, va por delante. Con una regulación más ágil, conseguiríamos mucho más, y antes. Las ciudades inteligentes, por ejemplo, deberían estar mucho más reguladas a estas alturas». Sabe de lo que habla: este año celebran su sexto congreso, en el que reúnen a especialistas del sector, empresas energéticas, universidades y a los propios ayuntamientos de las mencionadas smart cities, que gestionan tecnológicamente, y a partir del big data, el tráfico, el alumbrado o las emisiones, enfocando siempre su gestión a que tengan el menor impacto en el medio ambiente.

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Uno de los puntos clave de los Objetivos de la Estrategia Energética de la Unión Europea para 2020, orientados a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, es aumentar la eficiencia energética, con el fin de ahorrar un 20% del consumo respecto a la década de los 90. En Endesa lo tienen muy presente: «El sector está cambiando y nosotros debemos anticiparnos −dice Garrigosa−. Las smart grids, o redes eléctricas con contadores inteligentes, la monitorización, la generación distribuida [el empleo de la red de distribución más cercana al punto de consumo] y el almacenamiento de energía son nuevos sistemas que debemos abanderar». Todo por un consumo más racional, algo que a las propias empresas energéticas les conviene, al contrario de lo que pueda parecer. «Nuestro compromiso es total con el medio ambiente −prosigue Garrigosa−; estamos, como grupo Enel, en el top 5 de las empresas que cambiarán el mundo. La innovación, para ello, es la palanca más poderosa. Y a nosotros, como empresa, nos interesa un consumo optimizado para poder afrontar el incremento de demanda que se avecina».

La educación es un factor clave: «Tenemos en Endesa un portal que se llama TW Energy, con un conjunto de recomendaciones para un consumo más eficiente. Pero la clave del cambio está en los niños. Endesa Educa es otra iniciativa, en la que vamos por colegios enseñándoles lo que es la energía, que no es un bien dado, sino que lleva mucho esfuerzo detrás, y educándoles en su uso racional. Si se lo enseñas desde pequeños, eso queda grabado. Es ahí donde hay que atacar el problema del consumo».

Los objetivos para una sociedad sostenible que, en cualquier caso, demandará cada vez más recursos energéticos en el futuro, son un reto que atañe directamente a las empresas distribuidoras y que pasa inevitablemente por las energías renovables, una asignatura pendiente. «Siguen representando el 10% de la energía generada en el mundo −dicen en enerTIC−. Su apoyo aún depende demasiado de que suba o baje el precio del petróleo. El cambio de modelo energético es lento y se ha ralentizado aún más con la crisis, pero vamos por el buen camino».

En España, las eléctricas afianzan su apuesta por las renovables, y eso es una buena noticia. Su implicación en la movilidad eléctrica, por ejemplo, es clave para reducir la emisión de gases provenientes de combustibles fósiles. «Nuestras baterías para coches eléctricos también van en esa dirección de cambio en el consumo a través de la tecnología», dice Garrigosa. «O cambiamos nosotros o desaparecemos», insiste. Albert Einstein dio con la clave mucho antes de que nos enfrentáramos a este reto: «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad».

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