Siglo XXI

La segunda vida de un smartphone

El tiempo medio de uso de un smartphone en España es de 15 meses, aunque el terminal podría seguir funcionando unos cuantos años más.

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10
abril
2015

El tiempo medio de uso de un smartphone en España es de 15 meses, aunque el terminal podría seguir funcionando unos cuantos años más. Contra la obsolescencia programada, la mejor solución pasa por el reciclaje.

España es el país líder en Europa en penetración de smartphones: ya suponen un 81% del total de teléfonos portátiles en nuestro país. El crecimiento ha sido rápido y el año pasado desbancaron al ordenador portátil por primera vez como soporte para conectarse a Internet. Cada pocos meses, un nuevo modelo llega al mercado y muchos usuarios se desprenden de sus terminales para sustituirlos por el último modelo. ¿Pero a dónde van a parar todos esos móviles sin uso? Se calcula que actualmente existen 8.000 millones de teléfonos fabricados en todo el mundo, de los cuales solo 5.000 están operativos. De los 3.000 millones de terminales sobrantes, no se recoge más que el 5% para su reciclaje o reutilización.

«El tiempo de uso medio de un terminal en España es de 15 meses, aunque en realidad, muchos podrían estar en funcionamiento unos cuatro o cinco años más», explica Jesús Guijarro, mánager de Responsabilidad Social Corporativa de Orange, por lo que no cree que se pueda hablar de una obsolescencia programada para los terminales, sino de una «obsolescencia deseada», ya que siempre queremos «lo último y más avanzado tecnológicamente, con mayor rapidez y prestaciones».

No hay que olvidar que, debido a la normativa española de aparatos electrónicos, los consumidores pagamos un extra en el precio final del producto para que esté garantizado su proceso de renovación. Según la empresa Recyclia, una de las encargadas de gestionar estos residuos, el 90% de un teléfono móvil es aprovechable para una nueva vida útil.

El proceso de reciclado es complejo, y pasa por las manos de multitud de expertos que supervisan cada fase. Comienza con la recogida del terminal en los diversos puntos limpios repartidos por las ciudades. Una vez que se separan las baterías (que por su contenido en litio tendrán un tratamiento diferente) del cuerpo del móvil, se extraen los materiales que lo componen, como el aluminio, el cobre o el zinc, para poder ser reutilizados en otros aparatos electrónicos.

©Nokia

«Los materiales con los que se fabrican son escasos y, en un móvil que ya no funciona, están cien veces más concentrados que en el medio ambiente. Por eso se les llaman ‘minas urbanas’ y hay que recogerlos», explica este directivo de Orange, empresa que ha lanzado proyectos como Estrena y recicla, a través del cual los clientes pueden beneficiarse de descuentos en sus nuevos móviles a cambio de la valoración y recogida gratuita de un terminal antiguo; o Reciclaje solidario, por el que, cada vez que un ciudadano deposite en uno de sus puntos limpios un móvil usado, la compañía contribuye a su iniciativa a favor de la infancia Construye su futuro, en colaboración con Unicef.

Los efectos de reciclar los móviles trascienden nuestras fronteras. La doctora Jane Goodall, archiconocida por su defensa a ultranza del medio natural africano, y en especial de los chimpancés y su hábitat, advirtió el pasado enero del problema de no reutilizar los materiales de nuestros terminales. Uno de los minerales claves para su creación, el coltán, es causa de cruentas guerras por su extracción en la República Democrática del Congo, que ya se han cobrado 5 millones de víctimas. A través de los numerosos centros que Goodall tiene repartidos por el territorio nacional, la doctora recalcaba que «como consumidores podemos marcar una gran diferencia con nuestra elección de compra y el alargamiento de la vida útil de nuestros teléfonos, promoviendo el reciclaje de los mismos y la reducción de la demanda de recursos extraídos ilegalmente, muchas veces utilizando mano de obra forzada o infantil, o en condiciones de gran inseguridad y precariedad, destruyendo al mismo tiempo zonas que son hábitats de especies en peligro de extinción como los chimpancés y los gorilas». La doctora Goodall recalca también que cada uno de nosotros «marca una diferencia cada día con sus acciones, y debemos decidir qué tipo de impacto (positivo o negativo) queremos tener en el mundo».

En  este cambio tiene, necesariamente, que intervenir el ciudadano. «La sensibilización y concienciación sobre los beneficios del reciclaje, así como la información y formación de cómo proceder son herramientas básicas para invertir actitudes y formar una cultura hacia el reciclaje, especialmente en los jóvenes», concluye Guijarro.

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