Diversidad

Objetivo integración

Rinden más en el trabajo y tienen menos absentismo. Las empresas cada vez valoran más las aptitudes de los colectivos en riesgo de exclusión. La Fundación Adecco lleva 15 años trabajando en su inserción.

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24
agosto
2014

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Rinden más en el trabajo y tienen menos absentismo. Las empresas cada vez valoran más las aptitudes de los colectivos en riesgo de exclusión. La Fundación Adecco lleva 15 años trabajando en su inserción.

Joan Pahísa es, a sus 28 años, licenciado en Ingeniería Informática, jugador profesional de ping-pong (ha ganado varias medallas) y practica asiduamente el baloncesto y la natación. El hecho de que no llegue ni al metro de estatura por su displasia espondiloepifisaria congénita, que impide el crecimiento de los huesos y los cartílagos, no le ha supuesto un impedimento para llegar mucho más lejos que la mayoría de los mortales. «Hay que cambiar la mentalidad y empezar a vernos no por nuestra discapacidad, sino por nuestras capacidades», afirma convencido, al tiempo que da con la clave de la integración de personas desfavorecidas en el mercado laboral.

Las empresas van cambiando de mentalidad; lentamente, pero lo hacen. Contratar a alguien con discapacidad empieza a dejar de ser un acto de caridad o bien una obligación por las cuotas que exige la Ley, y los directivos valoran cada vez más las aptitudes del candidato. «Si hace bien su trabajo, ¿qué más da que se mueva por la oficina en una silla de ruedas?», opina Raquel Domínguez, nadadora profesional, locutora de radio y actriz de doblaje, que ha perdido la movilidad en los brazos por culpa de una artroescapulectomía. «Hay que analizar en qué puesto puede poner en práctica sus aptitudes, como se hace con cualquier trabajador», sentencia. El exministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, apoya esta afirmación con hechos: «Durante mi mandato elaboramos un estudio para comprobar el rendimiento en el trabajo de las personas con discapacidad y los resultados fueron sorprendentes: en muchos sectores, su rendimiento era mayor que el del resto de los empleados y el absentismo laboral era mucho menor». Domínguez lo explica: «Una persona que tiene más dificultades para obtener un puesto de trabajo valora mucho más lo que ha conseguido y por eso se implica en mayor medida y esto se ve en los resultados».

Valeriano Gómez, que ocupó la misma cartera que Caldera en la última legislatura del PSOE, opina que el problema surge «cuando las empresas contratan a personas con discapacidad únicamente por las subvenciones. Las hay. Pero, aunque aún es poco, sí que se avanza hacia una concepción de que la persona con discapacidad puede tener otras aptitudes que aportan mucho a la empresa, que puede ser productiva, en definitiva». Respecto a si ha sido un sector especialmente vulnerable por la crisis, afirma que «en España aún estamos muy lejos de cumplir con las cuotas a las que obliga la Ley, pero, aun así, las estadísticas dicen que las personas con algún tipo de discapacidad han sufrido menos que el resto. Eso sí, ha habido cierta parálisis, los porcentajes de contratación han dejado de aumentar».

Gómez se refiere a los informes anuales del Instituto Nacional de Estadística sobre la situación laboral de personas con discapacidad; el último, referido a 2013, apunta a un tímido crecimiento de la tasa de actividad del 0,7 % respecto al año anterior. Mientras que comunidades como Murcia (46,0 %), Baleares (45,0 %) o Madrid (43,2 %) han experimentado crecimientos notables, en otras como Castilla-La Mancha o Extremadura el nivel de ocupación ha descendido.

La Fundación Adecco es una de las organizaciones más activas en la inserción laboral de las personas que, por diferentes motivos, se enfrentan a grandes dificultades para encontrar empleo o, dicho de otro modo, están en riesgo de exclusión. Dentro de este grupo, incluyen a gente con discapacidad, mayores de 45 años o mujeres víctimas de la violencia de género, por ejemplo. Funciona desde hace 15 años y ni sus propios responsables esperaban llegar tan lejos cuando empezaron: en este tiempo, gracias a ellos, 231.494 personas en riesgo de exclusión han encontrado empleo y, solo el último año, 830 grandes compañías se han sumado a la misión de la Fundación Adecco y han incorporando a su plantilla a personas de los citados colectivos. «Es fundamental que las personas con discapacidad se integren en el mercado laboral de una forma normalizada, lo que buscan organizaciones como la Fundación Adecco; los centros especiales de empleo están bien, pero no deben ser elementos aislados del resto del aparato productivo y del mercado de trabajo. Y, por supuesto, lo ideal es que sean contratados por empresas, como cualquier otro trabajador», advierte Gómez.

1.Adecco

Beatriz García ha sido, en la última década, técnico de trabajo en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y en la Federación Española de Asociaciones de Espina Bífida e Hidrocefalia (FEBHI). Ella también opina que, poco a poco, las empresas empiezan a cambiar de mentalidad respecto a los trabajadores con discapacidad o con alguna otra dificultad añadida.  Hace 10 años, a los que hacíamos esta labor nos miraban como si fuéramos un perro verde; ahora son más receptivas y es habitual que desde los departamentos de recursos humanos respondan ‘dile que venga y le hacemos una prueba’», declara. Con todo, opina que aún es necesario «un cambio de cultura y mentalidad mucho mayor para que podamos hablar de una normalización real de las personas con discapacidad en las empresas».

Precisamente ese el objetivo principal de la Fundación Adecco. «No actuamos solo con los departamentos de recursos humanos, sino con todos los niveles funcionales de la empresa. Hacemos una labor de concienciación con los futuros compañeros de trabajo de la persona con discapacidad, para que lo vean como uno más del equipo», asegura su director general, Francisco Mesonero.

Pablo Pineda tiene síndrome de Down y es consultor externo para la Fundación Adecco, igual que Raquel Domínguez y Joan Pahísa. Entre sus logros, están el haber sido el primer licenciado europeo con su enfermedad y haber protagonizado la película Yo también, por la que ganó la Concha de Plata en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y fue nominado al Goya como actor revelación. Se recorre el país de punta a punta para concienciar a las empresas en la integración laboral de personas con discapacidad. No podrían haber encontrado mejor embajador que él: su propia historia es suficiente para cambiar hasta la mentalidad más obtusa. «Mi familia siempre quiso que fuera lo más autónomo posible; mis padres tenían muy claro que mi vida tenía que ser como la del resto de mis hermanos y se dedicaron a educarme, no a cuidarme», matiza con convicción, «por eso fui a un instituto público y a una universidad pública, y eso me enseñó a relacionarme con la gente desde la normalidad», explica. «A mis casi 40 años he hecho muchas cosas, pero la labor que más me ha sorprendido es la que hago ahora, poder dar charlas a las mayores empresas de este país, hablar cara a cara con los responsables de empresas como ING o Verti…». También opina que se está produciendo un cambio de cultura respecto al empleado con discapacidad.  «Debo ser muy persuasivo (ríe), pero lo cierto es que te das cuenta de que están tomando nota. Y veo que está empezando a cambiar la mentalidad, también en la sociedad».

Manuel Pimentel, exministro de Trabajo y Asuntos Sociales con el Gobierno del PP a finales del siglo pasado, también ha observado un cambio de mentalidad en estos años, aunque opina que no basta con medidas que se limiten a incentivos económicos. «Debe haber también una concienzuda y efectiva labor de gestión para que lleguemos a una normalización», apunta, y añade: «organizaciones como la Fundación Adecco sin duda van en esa línea».

[Francisco Mesonero y Arancha Jiménez nos explican cómo la Fundación ha conseguido empleo a 234.000 personas en riesgo de exclusión]

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