Ex presidentes y consejeros: el equilibrio improbable

La actualidad a veces se convierte en el desfiladero por el que algunos personajes públicos llevan a cabo difíciles ejercicios de funambulismo. Estos equilibrios improbables son, eso sí, mucho más llevaderos si van acompañados de una jugosa remuneración anual, como es el caso de los ex presidentes de Gobierno Felipe González y José María Aznar, que prestan sus servicios y sus contactos como ex hombres de Estado a importantes empresas.

El ejercicio de equilibrismo se vuelve mucho más complicado cuando, en plena tormenta económica, la opinión pública cuestiona la compatibilidad de sus cargos en empresas privadas con la retribución vitalicia de 80.000 euros brutos procedentes de los Presupuestos Generales del Estado (es decir, de los impuestos que pagamos los españoles) que recibe cada uno de ellos.

Esos puestos muchas veces van acompañados de apariciones o situaciones incómodas. La última la ha protagonizado Felipe González estos últimos días, que ha recibido una reprimenda muy directa del ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien tuvo que recodarle que sus opiniones en la lucha interna que libra Repsol no son parciales puesto que él presta sus servicios como consejeros a Gas Natural Fenosa, participada por la petrolera española.

En el caso de Aznar, también es muy reciente el escándalo de las escuchas ilegales de los tabloides británicos del grupo que controla el magnate Rupert Murdoch, presidente de News Corporation, el imperio mediático al que el ex líder del PP asesora (sobre todo para cuestiones relacionadas con Latinoamérica) y en cuyo seno se ha perpetrado uno de los episodios más oscuros de la historia del periodismo, que ha derivado en el cierre del diario sensacionalista News of the World.

El debate está ahí desde hace tiempo (aunque la crisis lo hace más visible) y las voces que reprueban la compatiblidad de las pensiones públicas y  los sueldos privados cada vez son más clamorosas.