Cambio Climático

Durban: ambición a medias

Tras participar activamente en la última Cumbre Contra el Calentamiento Global celebrada en Durban (Sudáfrica), Rocío Sanz Cortés analiza los resultados.

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02
mayo
2011

Como cada año, 190 países se han reunido  en la COP (de la traducción en inglés de  “Conferencia de las Partes”) bajo el marco de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático a fin de alcanzar un acuerdo en materia climática. El domingo 11 de diciembre de 2011 concluyó después de doce días  en la ciudad sudafricana de Durban la COP17, la cumbre más larga de este tipo en la historia.

Durban se encargó de recordarnos que el orden mundial de los países ha evolucionado, y que ya poco tiene que ver con la distinción tan marcada que existía entre países desarrollados y menos desarrollados que sirvió de marco al Protocolo de Kioto de 1997. Cuando se firmó este protocolo, los países se dividieron en dos grupos, los desarrollados que asumieron compromisos vinculantes de cumplimiento de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero -excepto Estados Unidos-, y aquellos  países menos desarrollados que asumieron de forma voluntaria compromisos de reducción de sus emisiones.

En Durban se dieron cita 27.000 personas, muchos de ellos con grandes esperanzas de que se alcanzara para un segundo periodo de compromiso para el Protocolo de Kioto, ya que su primer término finaliza en 2012. El complejo donde se desarrolló la COP fue invadido por representantes de ONG y por delegados de países menos desarrollados luciendo camisetas y corbatas con el eslogan I love KP en apoyo a la continuación del único instrumento vinculante que existe para reducir las emisiones de gases invernadero.

El continente africano aprovechó para lanzar al mundo el mensaje de que va a sufrir en gran medida los efectos catastróficos del cambio climático. Por una parte, los países africanos obtienen la mayoría de sus ingresos a través de la agricultura, actividad que depende del clima. El IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) prevé que se producirán sequías más intensas en este continente, lo cual agravará las hambrunas y elevará el precio de los alimentos. Además, la falta de desarrollo tecnológico en África supone un hándicap para que estos países se adapten a las consecuencias del cambio climático.

Esta fue la COP en la que los países BASIC (Brasil, Sudáfrica, India y China), las nuevas economías emergentes tuvieron un papel más destacado. Por una parte, Brasil y Sudáfrica aceptaron al inicio de la segunda semana de negociaciones apoyar la idea que ellos también asumieran compromisos vinculantes de reducción de emisiones. Sin embargo India y China fueron más reticentes a esta idea, y se aferraron a la idea de que los países más industrializados han podido emitir sin límites durante siglos, y ahora ellos están en su derecho.

Ban Ki-moon, secretario general de la ONU se encargó de poner los pies en la tierra a aquellos que tenían las expectativas puestas más allá de lo que la COP17 iba a poder alcanzar diciendo: “Debemos ser realistas sobre las expectativas de Durban, y sabemos cuáles son las razones: grandes problemas económicos,  prioridades nacionales y objetivos conflictivos”.

Sin embargo, las negociaciones, que se extendieron hasta la mañana del domingo por falta de acuerdo el viernes 9 de diciembre, cuando oficialmente terminaba la conferencia, consiguió importantes logros. En resumen, los logros alcanzados en Durban son los siguientes:

Protocolo de Kioto: La cumbre de Durban consiguió uno de los objetivos más esperados, la firma de un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto. El primer periodo de este protocolo vence el 31 de diciembre de 2012, de ahí la urgencia a renovar el único marco legalmente vinculante para países desarrollados –excepto EEUU, que no forma parte- . Sin embargo, la gran decepción fue que tres importantes países -Canadá, Japón y Rusia- decidieron no renovar sus compromisos de reducción de emisiones.  De esta forma, 35 países industrializados han acordado continuar el Protocolo de Kioto en un segundo periodo de compromiso, aunque cubriendo solo  el 15% de las emisiones globales. El próximo año en Qatar se decidirá la finalización de este segundo periodo, que puede ser en 2017 o en 2020.

Es importante que se haya firmado el segundo periodo del Protocolo de Kioto no solo por el compromiso vinculante de reducir emisiones de algunos países desarrollados, sino también porque de esta forma se mantienen otros mecanismos y mercados asociados a él, como los Mecanismos de Desarrollo Limpio, gracias a los cuales se generan créditos de carbono en países menos desarrollados que pueden ser comprados por países desarrollados para así cumplir con sus objetivos de emisiones.

Sin embargo, los gobiernos reconocieron que la suma de los compromisos para reducir las emisiones de los países desarrollados y menos desarrollados,  no es suficiente para  mantener la temperatura global media por debajo del umbral de los dos grados Celsius, que nos alejaría de los efectos más catastróficos del cambio climático.

El Fondo Verde para el Clima, que se acordó el año pasado en Cancún pondrá a disposición de los países en desarrollo 100.000 millones de dólares cada año a partir de 2020 para adaptarse al cambio climático. Los países desarrollados deberán proporcionar los recursos económicos para este fondo, sobre el que se ha decidido su funcionamiento y su programa de trabajo en Durban. Sin embargo no queda clara la cuestión fundamental sobre cuál va a ser el origen del financiamiento de este fondo. Algunas propuestas son imponer una tasa mínima en las transacciones financieras de cantidades elevadas o bien, imponer una tasa en el transporte marítimo internacional.

Adaptación: La adaptación al cambio climático ha alcanzado máximo interés durante las negociaciones de Durban. Como ya se acordara en Cancún,  existirá un  Comité de Adaptación que se encargará de coordinar las acciones de adaptación a escala global. En Durban, los países han alcanzado un acuerdo sobre la composición del mismo y sobre su inmediata puesta en marcha.

Sin duda, el tema más controvertido fue la petición sobretodo de la Unión Europea  de que todos los países asumieran compromisos legalmente vinculantes de reducción de emisiones después del segundo periodo del Protocolo de Kioto.  Connie Hedegaard, la comisaria de la UE en materia de Cambio Climático abogó para que el resto de países se unieran a su “Hoja de Ruta”, a través de la cual todos los países asumieran compromisos vinculantes de reducción de emisiones.  Connie Hedegaard, en rueda de prensa el domingo 11 de diciembre y después de pasar toda la noche negociando afirmó: “En el siglo 21 nos encontramos con una nueva realidad, donde todos los países somos mutuamente interdependientes. Los países desarrollados y menos desarrollados podemos asumir diferentes compromisos, pero todos ellos deben tener el mismo valor legal. Lo que se ha alcanzado en Durban supone un gran logro no solo en materia climática, sino también en materia de cooperación multilateral en el siglo 21”.

La Unión Europea reconoció que su estrategia clave para que su propuesta alcanzara mayor peso en la mesa de negociaciones fue unirse a los más vulnerables al Cambio Climático: el grupo de países menos desarrollados (LDCs) y AOSIS (Alianza de Países Isleños). La Unión Europea, quien tuvo una postura en las negociaciones más agresiva que en años anteriores, se comprometía así a firmar un nuevo periodo del Protocolo de Kioto con la condición de que los demás se unieran a su “Hoja de ruta” en el futuro a más tardar en 2015, y que tuviera efecto  a partir de 2020 de forma legalmente vinculante.

En esta cumbre, el papel de India ha sido visto por muchos como el de “cuello de botella” de las negociaciones. La ministra india del medio ambiente, Jayanthi Natarajan expresó su desacuerdo en asumir compromisos legalmente vinculantes para reducir emisiones. La posición que India defendió apasionadamente es que los países menos desarrollados tienen derechos históricos de emisiones. Además, añadió la ministra, estas emisiones son necesarias para el desarrollo de su país, que tiene un tercio de su población bajo el umbral de pobreza, y no para mantener un determinado estilo de vida.

Finalmente, la UE  después de una reunión “in extremis” en los pasillos del palacio de congresos con India, consiguió llegar a un acuerdo, aunque diluyó así la fuerza del marco regulador que proponían.  El documento final acuerda adoptar en 2015 un “resultado con fuerza legal” – y no un “acuerdo legalmente vinculante”, como deseaba la Unión Europea- que entrará en efecto a partir de 2020 para todos los países.  Sin embargo, en Durban no se han definido los pormenores de las obligaciones que asumirán los países bajo este acuerdo.

Los resultados de las negociones en Durban, pese a ser positivos, no son lo suficiente. El reciente anuncio de la Organización internacional de la Energía advierte que 2017 puede ser el año en el que se sobrepasen los niveles seguros de aumento de temperatura si no se toman las medidas necesarias para reducir las emisiones contaminantes.  Por lo tanto, pese a que el acuerdo alcanzado en Durban es positivo en el sentido que permite la continuidad del Protocolo de Kioto y los mecanismos asociados a él, supone solo el 15% de las emisiones globales. Los esfuerzos de los 35 países industrializados firmantes del segundo periodo del Protocolo de Kioto para reducir sus emisiones no conseguirán mantener la temperatura media global por debajo de los 2 grados Celsius. No obstante, en Durban se ha acordado una hoja de ruta que por primera vez en la historia contempla objetivos vinculantes de reducción de emisiones para todos los países.  Durban ha sacudido los pilares de este mundo que hasta hace poco tenía una clara división de responsabilidades de emisiones entre países desarrollados y en desarrollo. Los países tienen ahora la obligación de actuar con determinación para cumplir con sus objetivos de reducción de emisiones, y como dijo Connie Hedegaard, las negociaciones en cambio climático no deben quedarse solamente en lo que se acuerda en las COPs, sino que es fundamental la ambición – esa palabra que tanto se ha repetido en  Durban- de cada uno de los países para continuar reduciendo sus emisiones de carbono en sus propios países, en mejorar la eficiencia en el consumo energético y en la transformación a una economía cada vez más “verde”.

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