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La crisis del sindicalismo en el siglo XXI

Actualmente, ¿se sienten los trabajadores españoles representados por los sindicatos? En una sociedad gravemente afectada por el desempleo, ¿cumplen estas entidades su función social?

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21
abril
2011

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Actualmente, ¿se sienten los trabajadores españoles representados por los sindicatos? En una sociedad gravemente afectada por el desempleo, ¿cumplen estas entidades su función social? Desde el ex líder de CCOO, José María Fidalgo al ilustre profesor Barea pasando por el ex ministro Jordi Sevilla, reunimos la opinión de reconocidos expertos, que nos desgranan su visión en torno a las luces y sombras del sindicalismo en el siglo XXI.

José Barea, catedrático emérito de Hacienda Pública en la Universidad Autónoma de Madrid

Su papel es fundamental para una democracia, pero en España están muy ligados a un partido, el socialista, y por tanto, hay diferencia de trato con el poder a la hora de ejercer su función, que ha sido y debe ser la defensa de los derechos de los  trabajadores. El problema principal de los sindicatos es que tienen que ser  absolutamente independientes de los partidos políticos. En España les falta independencia. Históricamente, estos agentes han jugado un papel muy importante en  la defensa de los derechos de los trabajadores, pero su discurso varía en función del partido que está en el poder. Deberían actuar siempre de la mima forma, con independencia de quien esté en el poder. Si no, se menoscaba la democracia.

Jordi Sevilla, ex ministro de Administraciones Públicas

España no sería mejor sin sindicatos. Creo que el valor que representan forma parte de esa refundación del capitalismo y del equilibrio que necesitamos. Mi opinión es que tenemos unas estructuras sindicales que posiblemente se han quedado ancladas en el pasado. Quizá exista alguna explicación histórica: la primera vez que se tomaron en serio convertirse en otro modelo sindical tuvieron muy mala suerte cuando se intentaron transformar, tanto CCOO como sobre todo UGT, en entidades que también fueran proveedores de servicios. Les salieron mal algunas operaciones inmobiliarias de todos conocidas que significaron echar por la borda todo un intento de transformación de la estructura sindical. Por otro lado, a mí me cuesta mucho entender, y lo he discutido mucho con los responsables sindicales, que cuando hay una reforma no conozcamos cuáles son sus propuestas. La imagen que se traslada es la de unas organizaciones que están hechas para ponerle el freno a cualquier cambio o a cualquier reforma. Ellos dicen que no es verdad, y seguramente tienen razón, pero no son capaces de trasladar a la sociedad sus propuestas. Esa faceta más propositiva que los sindicatos han tenido en otros momentos de la historia, la han perdido y con ello han perdido una buena parte del interés público que puedan tener.

José María Fidalgo,  ex secretario general de CCOO

La sociedad española cuando se encuentra en una situación complicada suele buscar culpables. No estamos cuestionados solo los sindicatos. Están cuestionados los políticos. Y los bancos. Y los medios de comunicación (por eso habéis puesto en marcha Ethic, ¿no?)… Dando por hecho que no hay nadie es perfecto, yo me pregunto por qué hay tantas instituciones cuestionadas, si al fin y al cabo son instituciones que crea la sociedad. Quizá cuando la sociedad española cuestiona tantas cosas es que no cree en sí misma.

Jesús Caldera, vicepresidente de la Fundación Ideas

En la relación entre sindicalismo y movilización social es necesario tener en cuenta la incidencia, en primer lugar, de factores estructurales. El modelo de sindicalismo del sur de Europa, frente a los modelos nórdico o centroeuropeo, debido principalmente a razones históricas, se caracteriza por bajas tasas de afiliación y menor fuerza organizativa, lo que se traduce en mecanismos de institucionalización menos efectivos, debido en parte a las reticencias empresariales.En segundo lugar, intervienen factores coyunturales. El reciente contexto de crisis económica, social y medioambiental ha propiciado que el capitalismo se encuentre inmerso en un proceso de profundas transformaciones en las sociedades modernas. El desarrollo de una sociedad postindustrial, globalizada y conectada en red ha producido una gran heterogeneidad social en la que los vínculos y la identidad de clase ya no vienen definidos principalmente por las condiciones laborales sino por una multiplicidad de factores. El modelo de crecimiento económico neoliberal ha generado polarización entre los más acomodados y los desfavorecidos, reduciendo las expectativas de movilidad social. La presión de los mercados especulativos internacionales ha limitado la capacidad de respuesta de los agentes sociales, lo que afecta a su percepción social. En un ejercicio de responsabilidad, la participación de los sindicatos en procesos de diálogo social para consensuar respuestas comunes junto con el Gobierno y los empresarios tiene un carácter constructivo, aunque probablemente también suponga desgaste de su apoyo social. La posible desconexión entre las formas de representación tradicional y la espontaneidad del malestar social emergente requiere una revisión crítica que permita introducir mejoras en la forma de abordar los retos colectivos.

José Luis Lizcano, director gerente de AECA

El objetivo fundamental del sindicalismo se podría expresar en tres palabras «mucho y buen empleo», o en cuatro «empleos buenos para todos». Es decir, apoyar la generación de empleo y de políticas públicas eficaces, especialmente centradas en estos momentos en España, en los jóvenes, y, por otra parte, cuidar de la calidad del empleo, evitando abusos, apoyando la cualificación real de los trabajadores y dando respuesta a situaciones críticas de desempleo como la actual. En cuanto a medios para alcanzar dichos objetivos, los sindicatos españoles deberían reducir y racionalizar sus estructuras («liberados incluidos») con el fin de disminuir así sus necesidades financieras, que les permitiera, por otro lado, rebajar su dependencia de fondos públicos. No vendría mal también elevar en lo posible la cualificación de sus cuadros de mando. Finalmente, si hablamos de resultados no hay más que ver el panorama actual para darse cuenta de que el modelo sindical español hace aguas y que necesita reinventarse urgentemente, y para ello debería empezar por realizar un exámen de conciencia y un propósito de enmienda, o en términos técnicos un análisis estratégico a corto, medio y largo plazo, al mismo tiempo, eso sí, que la patronal, de forma tal que entre ambos pudieran proponer una revisión creible de conceptos y aspectos esenciales como el obsoleto modelo de negociación colectiva o profundizar en nuevas ideas e instrumentos como la responsabilidad social corporativa, por ejemplo».

José Javier Cubillo, secretario de Organización de UGT

Decir que el sindicalismo está en crisis no es inocente. Lo primero que hay que hacer es analizar de dónde proceden ese tipo de afirmaciones y, sobre todo, quién ganaría en el caso de que perdiera fuerza el movimiento sindical. Lo que ocurre en realidad es que somos una piedra, y no pequeña, en el camino de quienes consideran que cualquier tipo de compromiso social es un obstáculo en el desarrollo económico, y pretenden desacreditar valores hasta ahora incuestionables como el empleo estable, la revalorización salarial, las prestaciones sociales, el derecho de los trabajadores a participar en la toma de decisiones que les afectan, los servicios públicos, como la sanidad o la educación, que garantizan la cohesión social, una fiscalidad redistributiva, etc. Por eso atacan el modelo sindical y a sus organizaciones más relevantes con argumentos de los que la inmensa mayoría proceden del más absoluto desconocimiento de la ley vigente, y de la realidad que se vive en las empresas, que es nuestro principal ámbito de trabajo.

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