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Enheduanna, la primera escritora de la humanidad

A pesar de haber sido la primera autora conocida de la historia, el nombre de Enheduanna sigue siendo desconocido para la mayoría. Princesa y sacerdotisa suprema del Imperio Acadio, inauguró el concepto de autoría literaria y utilizó sus textos para posicionarse como autoridad política y religiosa.

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23
abril
2025

«Enheduanna, Suma Sacerdotisa, esposa del dios Nanna, hija de Sargón, rey del mundo, en el templo de la diosa Inanna». Esta es la inscripción que apareció en un disco de piedra caliza hallado en 1927 por el equipo del arqueólogo Leonard Woolley en Ur, ciudad situada en el territorio que hoy ocupa Irak. Casi un siglo después del hallazgo, el nombre de Enheduanna sigue siendo desconocido para la mayoría, a pesar de haber sido, entre otras cosas, la primera persona en firmar una obra literaria.

Hija del rey Sargón I de Acad, fundador del Imperio Acadio, Enheduanna vivió entre 2.285 y 2.250 a.C. en la ciudad de Ur. Su padre la nombró suma sacerdotisa del dios Nanna, una de las mayores deidades del panteón mesopotámico, y se convirtió así en una pieza clave para consolidar la unión entre el pueblo acadio y sumerio. Enheduanna ejerció ese poder desde los templos y desde la escritura. Las composiciones que nos han llegado de ella, consideradas las primeras obras firmadas de la historia, incluyen tres cantos dedicados a la diosa Inanna, un poema fragmentario a Nanna y cuarenta y dos himnos conocidos como Los himnos del templo. Innana, diosa del amor y de la guerra, adorada tanto por los sumerios como por los acadios, ocupa un lugar central en su obra. Esta elección es especialmente significativa ya que, de este modo, Enheduanna unía las dos culturas y ampliaba el alcance político y simbólico de su obra.

En el libro Ellas hablan y las ciudades se derrumban, Paco Moreno y Laura Rochera analizan la vida y obra de Enheduanna y traducen, por primera vez, al español tres poemas dedicados a la diosa Inanna: «Inanna y Ebih», «Señora de gran corazón» y «La exaltación de Inanna». Estos textos muestran la evolución de la autora y el recorrido que une lo mítico con lo humano. Mientras que los dos primeros poemas tienen a Inanna como único protagonista, «’La exaltación de Inanna’ centra su contenido en un episodio real y traumático que le aconteció; su expulsión», explican Moreno y Rochera. De esta forma, «se establece una conexión progresiva entre los tres poemas que culmina con la personificación de Enheduanna».

Estas composiciones no solo destacan por su calidad literaria, sino también por su carga política y religiosa. «En una época en la que, quizá, no se tenía aún clara la fuerza de la palabra escrita como arma política, la autora imbricó su propia causa con la del Imperio Acadio», explican Moreno y Rochera. Además, para los autores, Enheduanna «introdujo varios niveles de significados que nos muestran una conciencia más allá del hecho de escribir, nos dejan ver una concepción compleja de la escritura, con matices y dobles significados».

Se considera el sumerio la primera lengua escrita, utilizada, principalmente, en el sur de Mesopotamia. Hacia el 3.500 a.C., comenzó como un sistema basado en pictogramas, que con el tiempo evolucionó hacia la escritura cuneiforme, un método más versátil con signos silábicos. El concepto de autoría era desconocido en la tradición literaria sumeria y acadia y la mayoría de las obras que nos han llegado de esa época no están firmadas. En este contexto, para Lluís Feliu, investigador del Instituto del Próximo Oriente Antiguo de la Universidad de Barcelona, Enheduanna representa una excepción muy relevante por el momento histórico en el que se sitúa: vivió hacia el 2.300 a.C., mucho antes de la Tercera Dinastía de Ur (ca. 2.112-2.004 a.C.), época en la que se presume que se estableció el canon literario sumerio. Además, Feliu subraya que el hecho de que fuera una mujer y la primera poeta de la que tenemos constancia histórica –más de un milenio antes de las fechas atribuidas a Homero o Safo–, convierte a Enheduanna en una figura única.

Enheduanna demuestra que las mujeres de la Antigüedad también participaron en la creación simbólica y el pensamiento político

Reconocerse como autora la convierte en una pionera en la historia literaria, pero también la coloca como alguien que trasciende las estructuras de su tiempo. Además, su firma hace referencia a su cargo como sacerdotisa: en significa «alta sacerdotisa», hedu se traduce como «ornamento del cielo» y anna, «de Dios». Por eso, aunque no sabemos su nombre de nacimiento, su firma refleja su intención de posicionarse como «autoridad política y religiosa con la intención de fortalecer la campaña de apropiación y asimilación de los nuevos territorios conquistados bajo el nuevo Imperio Acadio de su padre», explican Moreno y Rochera. Además, por primera vez en la historia de la literatura, Enheduana escribe en primera persona y, al introducir el «yo» («Yo, la Suma Sacerdotisa / Yo, Enheduanna»), expresa su subjetividad y toma conciencia de su poder y de su individualidad.

«Nunca nuestras historias literarias empiezan por Enheduanna, sino por Homero, que no es nadie, que es un misterio, una incógnita, un fantasma: no sabemos si fue una persona o si fue muchas. No tenemos la más remota idea de si existió alguien llamado Homero y, aun así, le hemos hecho el inicio de la literatura, pero sí sabemos que existió mucho antes que él alguien llamado Enheduanna, a quien hemos querido ofrendar el olvido», señala Irene Vallejo.

La invisibilización de Enheduanna no es solo una omisión histórica, sino una clara muestra de cómo el canon literario tiende a ignorar la obra de muchas mujeres que hoy deberían aparecer en los libros de texto. Paco Moreno y Laura Rochera, a pesar de llevar años trabajando en el ámbito de la literatura, reconocen que, hasta hace poco, no habían oído hablar de Enheduanna. «El primer texto firmado pertenece a una escritora, Enheduanna, y en él nos habla de otra mujer, de la diosa Inanna. ¿Por qué no se habla de ella en los centros educativos? ¿Por qué se la ignora en las universidades? ¿Por qué no existe ninguna publicación fuera del ámbito académico especializado que la mencione? ¿Será porque es mujer?», se preguntan.

Por otro lado, el hecho de que nos sorprenda que la primera persona en firmar un texto sea una mujer también refleja que «la mirada contemporánea que ponemos sobre muchas culturas de la antigüedad está llena de prejuicios», como afirma Ana Valtierra Lacalle, en el prólogo de Ellas hablan y las ciudades se derrumban. Enheduanna no solo desmonta la idea de que las mujeres de la Antigüedad vivieron ajenas al pensamiento o a la creación simbólica, sino que, además, se pensó a sí misma como autora y como sujeto con poder.

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