Biodiversidad

Las especies que migran (también) están en peligro de extinción

Una de cada cinco especies migratorias está en riesgo de desaparecer: desde los tiburones hasta un sinfín de aves. Así lo sostiene un informe de la ONU que expone, por primera vez, el alto grado de vulnerabilidad de la fauna que migra en masa.

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18
abril
2024

Miles de millones de animales cruzan los cielos, los océanos y los continentes para reproducirse o para buscar agua y comida. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha seguido de cerca la larga travesía de las especies que se mueven en masa alrededor del mundo. Sin embargo, jamás se tuvo un estudio claro de cuál es la situación sobre la conservación y el estado en el que muchas de ellas se encuentran.

Pero, este año, la ONU ha publicado un informe que muestra una cruenta realidad para la vida silvestre: 1 de cada 5 especies incluidas en la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS) está en peligro de extinción.

Uno de los panoramas más críticos, debido a la alarmante disminución en los números poblacionales, es el de los tiburones y las rayas. Más de un tercio de estos animales marinos tiene un altísimo riesgo de desaparecer del planeta, de acuerdo con los datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Y, desafortunadamente, no son las únicas especies marinas en esta situación: más del 90% de ellas presenta reducciones preocupantes desde la década de los 70. De acuerdo con Luis Zapata, coordinador marino costero de WWF Colombia señala que son el cambio climático, la contaminación y las malas prácticas turísticas lo que ha llevado a esta situación.

Más allá de los mares, en la lista aparecen los camellos bactrianos (su riesgo es alto, pues solo quedan alrededor de 1.000 ejemplares en estado salvaje), así como el águila esteparia (que a nivel global ha decrecido su población en 60%, y en Europa su desaparición ya roza el 80%). El listado es largo, y el estudio ha sido elaborado mediante la observación y el análisis del comportamiento de 1.189 especies.

Actividad humana, principal amenaza

En España está el ejemplo del lince ibérico, que a principios de la primera década de este milenio estuvo muy cerca de la extinción. Hoy, sumando el número de ejemplares que hay en Portugal, este felino ya se acerca a los 1.700. Aún así, hace aproximadamente 20 años la cifra llegó a ser de solo 94. Las causas eran la ampliación urbanística, la disminución de su principal alimento (el conejo), la caza indiscriminada y la devastación de su hábitat. En pocas palabras, la mano humana.

De acuerdo con el informe de la ONU, esa es la principal causa del decrecimiento poblacional de las especies. Por una parte, sostiene el documento, es la degradación, pérdida y fragmentación de los hábitats naturales, y, por otra, es la sobreexplotación (que incluye la captura intencional, así como la accidental).

Al respecto, Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, sostiene que el carácter insostenible de las actividades humanas es la principal amenaza para la fauna migratoria, criaturas que «desempeñan un papel integral en el mantenimiento de la función y la resistencia de los complejos ecosistemas de nuestro planeta».

La fauna migratoria desempeña un papel fundamental para la resistencia de los ecosistemas

«La comunidad mundial tiene la oportunidad de traducir estos últimos datos científicos sobre las presiones a las que se enfrentan las especies en medidas concretas de conservación. Debido a la precaria situación de muchos de estos animales, no podemos permitirnos retrasos y debemos de trabajar juntos para concretar las recomendaciones», ha añadido.

El informe de la ONU destaca dos casos de éxito: el del Chipre, que ha reducido en un 91% la captura de aves con redes; y el de Kazajistán, que, gracias a unas agresivas y contundentes políticas de conservación, logró salvar al antílope saiga de la extinción. Hablamos de países en concreto, pero, sin duda, cuando la fauna que migra cruza fronteras nacionales, los esfuerzos para su conservación deben incluir a cada uno de los Estados implicados. Así lo define Amy Fraenkel, secretaria ejecutiva de la CMS, quien también afirma que otra de las realidades a tomar en consideración para luchar contra la vulnerabilidad de las especies migratorias es que el 58% de las zonas clave de biodiversidad no cuentan aún con algún estatus de protección.

Por otra parte, desde SEO/Birdlife sostienen que muchos de los cambios de hábitat y comportamiento en las aves migratorias son producto del cambio climático, un fenómeno altamente ligado a la actividad humana. España es uno de los países europeos con mayor ritmo de desertificación, y eso, indudablemente, ha repercutido en los ecosistemas. Por ejemplo, muchas especies de aves africanas ya están anidando en la península ibérica, además de que algunas atlánticas están migrando. Otro impacto de la desertificación es la desaparición de humedales, lo cual está transformando no solo el paisaje, sino también los hábitats de varias especies migratorias.

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