Internacional

La absurda desaparición de la selva amazónica

Un estudio reciente de Mighty Earth confirma que las multinacionales alimentarias siguen deforestando ecosistemas para sus cultivos. Científicos han demostrado que es una práctica innecesaria.

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19
mayo
2017

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A finales del año pasado, hubo motivos para pensar que las cosas podían cambiar. Davic MacLennan, el director ejecutivo de la multinacional Cargill, gigante agrícola estadounidense que está en el ojo del huracán por sus operaciones de deforestación para la plantación de sus productos, se comprometió a desterrar esta práctica y se dio un plazo: 2020. Según recogió The New York Times, durante un viaje de negocios a Brasil el año pasado, el ejecutivo había exclamado desde su avión privado: «Miras hacia abajo y solo hay un bosque hermoso. Kilómetros y kilómetros de bosque. Pero también hay grandes pedazos de tierra. El café contrasta con el verde». Y añadía: «Cuando lo ves, es como, ‘caray, eso es lo que pasó’. Me impacta cuando veo a plena luz del día el impacto de la deforestación».

«La tragedia de la continua deforestación es que científicamente se ha demostrado que es una práctica innecesaria»

Cargill ya había invertido millones de dólares para controlar que el aceite de palma viniera de cultivos establecidos y no de tierras recién despejadas de árboles, pero después de aquel viaje se comprometió a extender esta filosofía al resto de sus productos, entre ellos piensos para pastos de la industria cárnica. Por lo que recoge The New York Times, las declaraciones de MacLennan se vuelven menos efusivas cada vez. Por el momento, la compañía ya ha retrasado su promesa a 2030, al comprobar la complicación de producir soja en esos cultivos ajenos a las masas forestales naturales.

La última investigación de la organización medioambiental internacional Mighty Earth echa por tierra cualquier atisbo de esperanza. Elaborado a partir de imágenes satelitales, el informe constata que Cargill, junto con el otro gigante alimentario Bunge, están impulsando una nueva deforestación del tamaño de unos 10.000 campos de fútbol en América Latina, solo unos meses después de que estas empresas estuvieran vinculadas a otra tala masiva en la cuenca amazónica de Bolivia. En aquella ocasión, las dos empresas y sus clientes corporativos (grandes cadenas de productos alimenticios y grandes cadenas de restaurantes como McDonald’s) se comprometieron a actuar para prevenir una mayor deforestación, pero las nuevas pruebas demuestran que sus acciones hasta ahora van en otra dirección. En solo esta pequeña muestra de cinturón de soja de América del Sur, la investigación de Mighty Earth encontró un total de 60 kilómetros cuadrados recientemente talados.

Luis Eduardo Magalhães, en el oeste de Bahia (Brasil) © Jim Wickens

«Cargill y Bunge, que suministran piensos para los pollos, cerdos y ganado que terminan en los platos de la cena en todo el mundo, han obstruido hasta ahora los esfuerzos para extender su propio sistema de protección forestal», denuncian los responsables del informe. Muchas marcas perceptoras de la producción agrícola de Cargill y Bunge, entre ellas McDonald’s, Unilever, Walmart / Asda, Ahold, Carrefour, Mars Petcare, Dunkin ‘Brands, Kellogg, Marks + Spencer, Sainsbury’s y Nestlé, han manifestado su apoyo a una acción conjunta para impedir la deforestación, al igual que un amplio grupo de inversores que representan más de medio billón de dólares en activos de estas empresas.

«La tragedia de la continua deforestación es que científicamente se ha demostrado que es una práctica innecesaria», ha declarado Glenn Hurowitz, CEO de Mighty Earth, y añade: «Cargill, Burger King y las otras compañías de alimentos y agricultura han demostrado que pueden expandir la producción agrícola sin sacrificar los bosques, pero hasta ahora se han negado a hacerlo. La continua destrucción forestal a escala paisajística de los ecosistemas demuestra la urgencia de una solución integral y eficaz».

Por el momento, cada vez más empresas implicadas muestran su intención de revertir esta situación. Los próximos años son claves para comprobar si no se queda en un mero lavado de imagen. Comprometerse con una fecha y (esta vez sí) cumplir el calendario es un paso innegociable para dotar esas declaraciones de credibilidad.

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