Derechos Humanos

3 recetas laborales contra el síndrome del calientasillas

El concepto «fichar en la oficina» suena antiguo, pero sigue demasiado extendido en España. Presentamos tres tendencias que, antes o después, deberán asumir todas las empresas.

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18
abril
2017

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El joven emprendedor californiano asentado en Madrid extiende el brazo y señala su oficina, orgulloso: «Aquí viene quien quiere, cuando quiere. No hay horarios. No exijo a nadie que caliente la silla. Solo que cumplan su trabajo el la fecha marcada». Zaryn Dentzel, fundador de Tuenti, la red social para adolescentes reconvertida en operadora de internet que vendió a Telefónica en una operación milmillonaria, presentaba así su espacio de trabajo, hace tres años. Una sala diáfana de varios cientos de metros cuadrados en la madrileña plaza de Las Cortes, que dista mucho del concepto oficinesco que tan intrincado tenemos en la atávica cultura laboral española.

Y es que aquella sede de Tuenti, con su concepto recién traído de las startups de Silicon Valley, cumplía punto por punto con lo que los expertos anticipan que será la tendencia en el ámbito laboral. Y en la que España aún va rezagada respecto a otros países de Europa. Empezando por la configuración del espacio: fuera tabiques y despachos, o cualquier barrera física que impida una relación más transversal y menos jerárquica entre los trabajadores. Facilidades para trabajar desde casa: todos tienen una conexión y un equipo en sus hogares si ese día no pueden ir a la oficina. Flexibilidad horaria hasta tal punto de que casi no hay horarios, con excepción de las reuniones de equipo. «Si alguien quiere tomarse tres días lo puede hacer, no tiene que dar explicaciones. Aquí todos tienen la responsabilidad suficiente para saber que tienen que entregar el trabajo a tiempo», decía el empresario.

La oficina de Tuenti incluso adoptaba algo de los beneficios del coworking, ese concepto tan en boga hoy. Sus numerosos espacios con pufs y sofás de relajo invitaban a la distensión, a la charla relajada, a compartir ideas al margen del ritmo frenético. Porque en Tuenti se trabaja, y mucho. A destajo. Pero eso no implica fichar por la mañana al entrar, y por la tarde al salir. Y visto la ascensión de la red social, que culminó con la venta a un gigante como Telefónica, nadie puede poner en duda su productividad.

Es un ejemplo claro de una empresa que huye del síndrome del calientasillas. Por desgracia, en España sigue muy extendido: «Muchos directivos siguen valorando más al trabajador que mete horas frente a la pantalla, que llega puntual por la mañana y se va por las tardes, incluso después de lo que le marca el contrato», cuenta José Alonso, que fue jefe de Recursos Humanos en una gran multinacional y acaba de montar una consultoría como freelance. «Yo lo veía en mi anterior trabajo, y es un error que se debe a una cultura que se arraigó tanto a finales del siglo pasado, y hoy sigue costando mucho deshacerse de ella». Y apunta: «Es una actitud paternalista y controladora, como si fuéramos niños a los que atar a una silla para que cumplamos con nuestro deber. Un error de base porque ya hay mil estudios que demuestran que eso no aumenta la productividad».

España necesita dar un buen empujón a su entorno laboral y adaptarse a los tiempos. De momento, el clima oficinesco patrio da tímidos pasos, pero los da. Estas son las recetas contra el síndrome del calientasillas.

Teletrabajo

«Incrementa en al menos un 15% la productividad de los empleados, contribuye a la sostenibilidad por lo que conlleva el ahorro en desplazamientos y facilita la conciliación de la vida laboral y familiar». Muchos estudios han llegado a estas conclusiones, uno de ellos, el de la Fundación Más Familia, centrada en la RSE enfocada a la conciliación. En 2012 impulsaron el Libro Blanco del Teletrabajo en España, y el panorama no ha cambiado mucho en este tiempo: el 26% de los trabajadores realizaba algún tipo de teletrabajo, frente a la media europea del 35%, y la de EEUU, que supera el 50%.

La Universidad Oberta de Catalunya recoge en otro estudio reciente estadísticas similares, y va más allá: «Supone una media al año de ahorro por trabajador de 1.200 euros». Pero la encuesta da otro dato desesperanzador: «El 49% de los españoles aún desconfía de que sus compañeros sean productivos fuera de la oficina». Una vez más, la barrera cultural se impone a la realidad. «Es un cambio de mentalidad radical, y costará tiempo», opina José Alonso. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentado este último año, en España solo el 13% de las empresas ofrece la posibilidad de teletrabajar de forma continuada y durante toda la jornada. «En España la cultura laboral se caracteriza por unos niveles relativamente elevados de trabajo presencial y no está impulsada principalmente por objetivos, por lo que el resultado es una implementación relativamente reducida de arreglos laborales flexibles», concluyen los autores del informe.

Flexibilidad horaria

España es uno de los países de Europa más inflexibles a la hora de fichar. Lo dicen los propios trabajadores. En una encuesta realizada este año por la startup Wawe Application, al 76% de los preguntados lo que peor les sienta es la rigidez horaria, por delante, incluso, de la precariedad salarial. Otra encuesta del CIS demuestra que el 45% de los trabajadores en España encuentra dificultades para conciliar su vida personal y profesional.

¿Quieren más datos? Un informe presentado el año pasado por Instituto de Estudios Económicos prueba que España se encuentra entre los países europeos con menor flexibilidad laboral, sólo por delante de Grecia, Francia, Portugal, Luxemburgo, Croacia y Alemania. Efectivamente, Alemania es un país en el que se aplica la rigidez en la jornada, y es que según esta organización, es un mal del que adolece toda la Unión Europea. Entre los 20 países mejor clasificados del listado de 178, encabezado por EEUU y Singapur, solo hay dos europeos: Dinamarca y República Checa.

La agencia de colocación y consultora laboral Randstadt afirma desde su experiencia que «la flexibilidad laboral favorece la productividad frente al presentismo». Es hora de tomar nota.

Oficinas 4.0

O lo que es lo mismo: un cambio de paradigma radical, que abarca al concepto arquitectónico: tirar tabiques, para fomentar el bridge building. Un neologismo empresarial que significa tender puentes, esto es, establecer nexos entre diferentes departamentos, una relación transversal para complementar talentos y crear sinergias.

Cada vez más empresas se suman en los últimos años. Un ejemplo es la sede española del fabricante y distribuidor de neumáticos Bridgestone. «Nuestra sede es ahora un espacio diáfano donde prima la transversalidad, nos preocupamos por la situación de cada trabajador y lo que tenga que decir. Ya no se valoran solo los resultados, ahora también las actitudes», cuenta Elena de la Fuente, trade manager de la marca en nuestro país.

La sede española de la editorial de revistas Axel Springer inició el año pasado un profunda transformación de su redacción. Ya no hay despachos, sino islas de mesas en las que se reúnen todos los periodistas, desde redactores jefe hasta redactores rasos. Y desaparecen los puestos nominales: cada uno se sienta allí donde tiene un sitio, que puede variar cada día. Se fomenta la así movilidad, la comunicación transversal y el teletrabajo.

«Son tendencias imparables que van más rápido en otros países, pero se acabarán asentando aquí antes o después», avisa Alonso. «Por eso todas las empresas deberían ponerse las pilas, porque ser pioneras en una realidad inevitable les dará una clara posición de ventaja competitiva»

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