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Corrupción y sexo en el Fondo Monetario Internacional

Lagarde sustituyó a Strauss-Kahn tras un escándalo de violencia sexual que dilapidó la carrera política de este ambicioso bon vivant de la socialdemocracia francesa. Ahora es ella quien visita la juzgados.

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27
mayo
2013

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Un nuevo escándalo judicial sacude los cimientos de la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los organismos sobre los que pivota la arquitectura económica mundial y cuyos principales mandatos son “garantizar la estabilidad financiera global, contribuir a un nivel elevado de empleo, fomentar la estabilidad económica e impulsar el retroceso de la pobreza”.

La actual directora del FMI,  Christine Lagarde, sustituyó a Dominique Strauss-Kahn tras un escándalo de violencia sexual que dilapidó la meteórica carrera política hacia el Palacio del Elíseo de este ambicioso bon vivant de la socialdemocracia francesa, cuya caída ha llevado al cine el director Abel Ferrera y que este fin de semana se ha paseado por la alfombra roja de Cannes con su nueva y despampanante novia como si fuera una vieja estrella de la nouvelle vague.

La semana pasada circularon en los pasillos del festival de Cannes las primeras imágenes de la película de Abel Ferrara «Welcome to New York», que narra la caída de Strauss Kahn. El filme está protagonizado por Gerard Depardieu y por la actriz británica Jacqueline Bisset. Las imágenes entrecortadas de suspiros sugieren que el filme revelará todos los sórdidos detalles de la supuesta adicción sexual del ex director del FMI que se postulaba como candidato para la presidencia de Francia.

La semana pasada circularon en los pasillos del festival de Cannes las primeras imágenes de la película de Abel Ferrara «Welcome to New York», que narra la caída de Strauss Kahn. El filme está protagonizado por Gerard Depardieu y por la actriz británica Jacqueline Bisset. Las imágenes entrecortadas de suspiros sugieren que el filme revelará todos los sórdidos detalles de la supuesta adicción sexual del ex director del FMI que se postulaba como candidato para la presidencia de Francia.

Unos meses después y en plena crisis financiera del escándalo DSK, la imagen de este organismo volvía a verse sacudida en un momento de tensión geoestratégica en el que los países emergentes claman por romper ese reparto tácito que establece que la dirección del Banco Mundial es para Estados Unidos y la del FMI, para Europa. El motivo, un supuesto trato de favor de Lagarde al multimillonario Bernard Tapie en 2008, cuando era ministra de Finanzas del entonces presidente Nicolás Sarkozy.

La semana pasada Lagarde empezaba un periplo judicial que podría desembocar en una condena por actuar contra los intereses públicos al optar por una vía arbitral para beneficiar al polémico empresario amigo de Sarkozy con una compensación millonaria. Este delito que está penado con hasta 10 años de prisión.

El delito por trato de favor al que puede enfrentarse Lagarde está penado con hasta 10 años de prisión.

Pero si la situación que atraviesa la sucesora de  Strauss-Kahn es muy delicada, la de quien fuera su antecesor, Rodrigo Rato, no es ni mucho menos envidiable. El español, director gerente del FMI entre 2004 y 2007, decidió abandonar su cargo antes de tiempo por motivos personales que nunca fueron explicados del todo y fue censurado por The New York Times por no haber alertado desde su posición de los problemas de salud de la banca europea y española.

Después de dejar Washington, el exministro de Aznar ocuparía la presidencia de Caja Madrid, en enero de 2010, y desde ese puesto impulsó una macrofusión, que acabaría casi en quiebra, de siete entidades. El grupo Bankia debutó en bolsa en el verano de 2011, pero las dudas sobre la solvencia del grupo unidas a las exigencias de provisiones del Gobierno hicieron que Bankia acabara nacionalizada días después de que Rato dimitiera como primer ejecutivo de la institución en mayo de 2012.

Desde entonces, vive pendiente de los tribunales, que examinan con lupa su gestión y la salida a bolsa de la entidad, por las que ha declarado en calidad de imputado en la Audiencia Nacional, así como por el escándalo de las preferentes, vendidas por las cajas que dieron lugar a Bankia antes de la llegada de Rato a Caja Madrid.

Así, Rodrigo Rato, Strauss-Kahn y Lagarde -ésta última aún al frente del organismo- ven hoy cómo sus carreras penden de ese hilo, quizá demasiado fino, que es la justicia. Pero más allá da la sombras que los escándalos de sus últimos mandatarios han proyectado sobre la imagen del FMI, la gestión de este organismo viene siendo objeto de severas críticas, sobre todo por las condiciones que impone a los países en vías de desarrollo para el pago de su deuda o a la hora de otorgar nuevos préstamos. Estás políticas, según economistas como el Premio Nobel Joseph Stiglitz, están teniendo efectos muy perniciosos en la distribución del ingreso y en las políticas sociales.

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