TENDENCIAS
Economía

Menos dinero, más impacto y más desarrollo

La movilización de capital privado no es un tema nuevo en la financiación al desarrollo. El decrecimiento de los recursos públicos y el insuficiente progreso en la abultada lista de desafíos globales, desde una Agenda 2030 a medio fuelle a un calentamiento global desbocado, demandan la involucración de la inversión privada.

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
09
diciembre
2025

Artículo

Sopla el viento frío de Addis Abeba y con él llega el reconocimiento, el de los líderes mundiales allí reunidos en 2015. Que el dinero público no bastaría para financiar los ODS. Que había que encontrar la manera de movilizar capital privado hacia los países emergentes para sostener su desarrollo. Nacía el «de billones a trillones».

10 años después, el aire cálido de Sevilla aviva debates apasionados sobre cómo encajar el dinero público y el privado. Solo hace unas semanas el mensaje resonaba todavía en los flamantes pasillos de Washington. La movilización de capital privado, protagonista una vez más en los encuentros anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Cómo multiplicar el impacto multiplicando el dinero. De los panes a los peces.

Y es que el milagro urge: un 10% de la población mundial sigue viviendo bajo pobreza extrema y casi dos tercios de las metas de los ODS están estancadas o en retroceso. Persisten las necesidades, pero además tenemos menos recursos para solucionarlas. El 65% de los programas de USAID ha desaparecido y la mayoría de donantes de la OCDE han reducido un 10-20% sus presupuestos de ayuda al desarrollo.

Las Instituciones Financieras del Desarrollo (IFIs o DFIs en inglés) parecen haberse salvado de la tijera. Como inversores públicos en el sector privado en países emergentes, estas criaturas híbridas navegan un mar delicado entre la rentabilidad financiera y el llamado developmental impact, o cómo contribuyen con su capital al desarrollo sostenible de los países receptores.

Las IFIs tienen experiencia probada en estructurar inversiones no solo para reforzar el desarrollo de los países emergentes, sino también para arrastrar capital privado en esta empresa. Y en algunos casos, unos pocos dólares públicos han desbloqueado volúmenes destacables de inversión privada.

De «originar para retener» a «originar para compartir»

Investigaciones recientes publicadas por BII (British International Investment, la IFI del Gobierno británico) exploran aquellos mecanismos que han funcionado en movilizar capital privado para la financiación del desarrollo. Y el punto de partida es entender a quiénes queremos movilizar. Para BII, son los inversores institucionales como fondos de pensiones y aseguradoras, que gestionan volúmenes de capital medidos en billones, de los que apenas una ínfima fracción arriba a las costas del Sur Global.

El modelo tradicional de las IFIs y sus hermanos mayores, los bancos de desarrollo multilaterales, pasaba por «originar para retener»: financiar proyectos para retenerlos en sus balances durante años. Inversores pacientes en mercados que el capital privado temía pisar. Pero el modelo enfrenta dificultades para escalar. Más allá de transacciones fragmentadas, el informe Opportunities for DFIs to Scale Private Capital Mobilisation: Structures and Tools se hace eco de la emergencia de un nuevo modelo: «originar para compartir».

No parece descabellado dejar a las IFIs seguir haciendo lo que mejor hacen: identificar y estructurar oportunidades de inversión con impacto en mercados emergentes, pero compartiendo y transfiriendo (parte de) el riesgo al capital privado. Más allá de movilizar a escala, «originar para compartir» libera capacidad en los balances de IFIs y bancos de desarrollo. Es decir, escalar los fondos públicos, con menos dinero en cada operación pero más disponible para nuevas operaciones. Menos dinero se convierte en más inversiones, y más impacto.

Originar, agregar, mitigar el riesgo, combinar y compartir

Primero, originar. Nada que las IFIs no sepan hacer. Pero es la primera clave del éxito. La Corporación Financiera Internacional (IFC) levantó la mayor plataforma de movilización de capital privado hasta la fecha, MCPP, con más de 16 mil millones de dólares de inversores institucionales y aseguradoras de crédito. Una inteligente arquitectura que permitía al capital privado coinvertir automáticamente pari passu en inversiones elegibles, con alta estandarización y bajos costes operativos. Sin la capacidad de IFC para generar y mantener este flujo constante y a escala de préstamos senior con estrictos criterios de elegibilidad, MCPP jamás habría visto la luz.

Segundo, en paralelo y de forma complementaria, agregar, mitigar el riesgo y combinar.

Agregar (asset pooling). Avanzar de transacciones aisladas a carteras de activos desbloquea la codiciada participación de inversores institucionales que demandan vehículos diversificados y escalables. Las exigencias de tamaño obligan a hacer de la necesidad una virtud, como hizo Impact Fund Denmark (la IFI danesa). Mediante una estructura singular que «prometía» retornos mínimos para los inversores privados, los SDG Investment Funds I y II movilizaron a los fondos de pensiones daneses para invertir en mercados emergentes, algunos tan remotos para el capital privado como Myanmar, ajustando el riesgo, la rentabilidad y el impacto conforme cambiaron las condiciones del mercado. Desde Ámsterdam, el fondo ILX canaliza capital de los fondos de pensiones holandeses para coinvertir pari passu directamente en las carteras de préstamos sindicados de una serie de IFIs.

El riesgo es el pecado original que pagan los países emergentes para atraer financiación privada

Mitigar el riesgo. La caja de instrumentos de mitigación de riesgo, desde el riesgo creditico al político de los productos de MIGA, pasando por coberturas de riesgo cambiario (como el fondo TCX), es diversa y versátil. En particular, los instrumentos de garantía han demostrado el mayor potencial de movilización, y sin embargo su adopción en los círculos de financiación al desarrollo es decepcionante. El riesgo (o la percepción del mismo, que la base de datos GEMS ha demostrado desajustada con la realidad) es el pecado original que pagan los países emergentes para atraer financiación privada, sobre todo extranjera y a la escala necesaria. Por eso resultan críticas iniciativas como la boutique de garantías GuarantCo o la plataforma Frontclear para operaciones interbancarias y monetarias, que no solo mitigan el riesgo sino que facilitan soluciones en moneda local y con ello, fortalecen el desarrollo de mercados de capitales locales en los países beneficiarios.

Tercero, combinar financiación concesional y comercial. El famoso blended finance, ni panacea ni debacle. Pequeñas dosis de capital público concesional para desbloquear inmensos volúmenes de capital privado comercial. Tenemos casos de éxito de los que tomar nota, como los fondos blended de FMO (la IFI holandesa). El SDG Loan Fund, con una participación deliberadamente mínima de FMO y una garantía catalítica de la Fundación MacArthur, es el mayor fondo blended hasta la fecha, habiendo movilizado más de 1,1 mil millones de dólares de inversores institucionales. El Climate Investors Two Fund se convirtió hace apenas unas semanas en el mayor fondo de adaptación en mercados emergentes, al combinar estratégicamente subvenciones, capital y deuda para cubrir todo el ciclo de financiación de proyectos de infraestructura climática.

Cuarto, compartir. Los activos agregados. El riesgo mitigado. La financiación combinada concesional y comercial. Las IFIs retienen parte de la exposición, su «piel en el juego», para disciplinar los incentivos. ¿Ejemplos? Las titulizaciones sintéticas de grandes bancos como IDB Invest o el Banco Africano de Desarrollo que han transferido con éxito parte del riesgo de carteras de préstamos al sector privado.

Y como apostilla transversal: colaborar. Las IFIs más pequeñas no pueden aspirar a construir estructuras a escala de los gigantescos bancos de desarrollo. Por eso la colaboración entre IFIs nacionales agregando activos entre ellas permitiría sortear obstáculos en la generación de proyectos invertibles, facilitando la eficiencia y construyendo así estructuras con el tamaño y diversificación de riesgos suficiente para atraer inversores privados.

En suma, la movilización ha venido para quedarse. Tenemos buenas recetas para las bocas hambrientas de los ODS. Originar ingredientes de calidad. Agregarlos, combinarlos en las proporciones adecuadas, ajustar el calor del riesgo. Compartir la cocina. Manos a la obra.


Jorge Alarcón es coautor del informeOpportunities for DFIs to Scale Private Capital Mobilisation: Structures and Tools’, elaborado junto con Neil Gregory para British International Investment (BII) y el Foreign, Commonwealth & Development Office (FCDO).

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME