Medio Ambiente

Los ‘gamers’ de la sostenibilidad

Cada vez más juegos y juguetes están abordando las cuestiones climáticas o de sostenibilidad. Jugar se convierte así en una pasarela para cambiar de hábitos o entender la importancia de las energías renovables.

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23
diciembre
2024

Desde que se lanzó en Alemania a mediados de los años 90, Catan es uno de esos juegos de mesa en los que el objetivo final es construir pueblos y asentar sociedades. Tiene sus comunidades entusiastas, que ahora deben plantearse también cómo se genera la energía que consumen en esos poblados y tenerlo en cuenta si quieren ganar la partida.

La última versión —al menos, la última que se ha lanzado en España— es Catan Energías. Una versión anterior del juego en el que se gestionaban plataformas petrolíferas —con el riesgo de generar desastres naturales en la isla de Catan por el cambio climático— y conocer los datos del informe de soluciones climáticas para 2050 de WWF fueron las influencias que impulsaron esta nueva versión, explica Quim Dorca, el socio fundador y CMO de Devir, su comercializadora en España.

«El juego demuestra que esta apuesta por la transición energética es no solo posible, sino también costo-efectiva», señala Dorca. El participante con la energía más limpia tiene más posibilidades de vencer. «El jugador vive el cambio climático como una amenaza real e inmediata», explica. Sus decisiones en el juego tienen consecuencias climáticas: «Este sistema refleja los desafíos reales de equilibrar el crecimiento económico con la protección ambiental».

En realidad, Catan Energías es una entre las muchas apuestas que existen hoy en el mercado de los juegos y juguetes que abordan la crisis climática y los retos sostenibles del siglo XXI. Hay videojuegos, juguetes y hasta versiones renovadas y verdes de las muñecas de siempre. Así, por ejemplo, Nenuco, el clásico muñeco de los 90, sabe ahora de reciclaje. «Nenuco Cuida & Recicla incluye accesorios para el cuidado, alimentación y atención médica del muñeco, todos ellos diseñados para separarse en diferentes partes y clasificarse en tres contenedores de reciclaje incluidos en el juego», explica Irene Sotillo, directora de marketing de Famosa.

Hoy existen en el mercado diversos juegos y juguetes que abordan los retos sostenibles del siglo XXI

Este año, a los Reyes también se les puede pedir un Fugipot, que enseña a cuidar una planta; o la Feber Ecohouse, para jugar a las casitas recogiendo agua de lluvia y usando un molino de viento. Las conclusiones del foro Tendencias en juguetes para Navidad 2024, que acaba de celebrar Famosa y en el que participaron diferentes voces del sector, apuntan, de hecho, que la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente es una de las principales tendencias de los juguetes de esta campaña navideña.

Aprender con juegos y juguetes

La incorporación de estas funcionalidades está muy conectada con el papel educativo que pueden tener los juguetes. «Los juegos en sí mismos son una buena solución como herramienta de aprendizaje», apunta Rubén Vera Gómez, director del Máster Universitario de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). «Forman parte de nuestro aprendizaje como especie», explica. En resumidas cuentas, llevamos siglos aprendiendo a través del juego. La emergencia climática y cómo enfrentarse a ella podría ser otro más de los temas que se abordan de esa manera.

«El juego es una técnica que desarrolla competencias y habilidades», indica Vera. Por eso, nos sirve para abrazar nuevas cuestiones e interiorizar conceptos, tanto a niños y niñas como a personas adultas. Si bien es cierto que en la infancia se juega de una manera muy diferente, Vera sostiene que la gamificación puede ayudar al aprendizaje en cualquier rango de edades. Solo hay que ajustar al público el juego en cuestión.

La industria de los juguetes ve ese potencial. «Creemos que los juegos pueden ser una herramienta poderosa para sensibilizar a las nuevas generaciones sobre sostenibilidad, [Catan Energía] es súper interesante para adolescentes a partir de 12 años o adultos», destaca Dorca. Saben que un juego no puede cambiar el mundo por sí solo, pero sí «influir en la percepción que tenemos de los problemas del cambio climático y la energía». Incluso, acerca algo tan complejo como las decisiones energéticas para evaluarlo de una forma tangible.

Como suma Sotillo, «los juegos y juguetes desempeñan un papel fundamental en la educación en sostenibilidad, ya que permiten a los niños aprender y practicar hábitos responsables de manera lúdica y natural». No solo lo interiorizan, sino que lo hacen de forma divertida. «Al incorporar prácticas sostenibles en actividades lúdicas, los niños asocian estas acciones con diversión y satisfacción personal», indica la experta. «Este aprendizaje práctico y experiencial es más efectivo que las enseñanzas teóricas, ya que los niños retienen mejor la información cuando participan activamente», apunta.

Incluso, que el Nenuco ahora recicle puede ser el punto de partida de un círculo virtuoso en el hogar, por el efecto arrastre que los niños y niñas tienen en sus familias.

En paralelo, la demanda de este tipo de juguetes también ha crecido. Desde la industria confirman que ya no se buscan solo productos que entretengan, sino que además se espera que inculquen valores y hábitos responsables. «Esta tendencia refleja una creciente conciencia social sobre la importancia de cuidar el planeta y asegurar un futuro sostenible para las próximas generaciones», explica Sotillo.

Los compradores están cada vez más informados, lo que implica más exigencia a la hora de consumir. Eso no solo impactan en el fondo, sino también en la forma. Los fabricantes de juguetes y juegos están reduciendo el uso de plásticos o haciéndolos desaparecer, apostando por materiales ecorresponsables o planteándose cómo mejorar sus procesos de fabricación y comercialización.

Y la preocupación por estos temas no será flor de un día. «Creemos firmemente que esta tendencia continuará creciendo en el futuro. La sostenibilidad no es solo una moda pasajera, sino un valor esencial que está siendo adoptado por la sociedad en su conjunto», afirma Sotillo.

 

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