La mesa como patrimonio: claves para comer saludable y sostenible
Hay pequeñas decisiones que mejoran nuestra salud y que, además, contribuyen a la sostenibilidad alimentaria, desde consumir productos locales y de temporada hasta reducir el desperdicio de alimentos
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA
Artículo
La llegada del otoño y el regreso a la rutina traen consigo el eterno buen propósito: cuidarnos más y llevar una vida saludable. Pero cuidarnos no debería limitarse a una época del año, ni debería percibirse como una carga o un castigo, sino más bien todo lo contrario. La cultura mediterránea nos ofrece las claves para lograrlo: productos frescos, de temporada y de proximidad, y la convicción de que comer saludable no está reñido con disfrutar.
Sin embargo, en la práctica, mantener ese equilibrio no siempre resulta sencillo. Según el II Radar SaluDiable de Dia, un estudio elaborado por Dia con el apoyo de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), más de un 95% de las personas encuestadas quieren mejorar sus hábitos alimentarios, pero solo un 28% consigue mantenerlos de forma constante.
¿Por qué esta brecha entre nuestras buenas intenciones y lo que acabamos haciendo? Según este estudio, que analiza los hábitos de alimentación y consumo de los hogares españoles, la falta de tiempo, la escasa planificación o el desconocimiento sobre qué significa realmente comer sano se presentan como las principales barreras. A través del programa Comer mejor cada día, Dia tiene como objetivo facilitar la adopción de hábitos saludables de manera sencilla y accesible. Para ello, la compañía ha publicado la Guía para una compra inteligente y saludable, elaborada con la colaboración de la SENC.
Según el II Radar SaluDiable de Dia, más de un 95% de las personas encuestadas quieren mejorar sus hábitos alimentarios, pero solo un 28% consigue mantenerlos de forma constante
Información y planificación para para comer mejor
«La alimentación es un elemento clave en nuestra salud y calidad de vida. Al igual que planificamos nuestra economía familiar o las vacaciones, también requiere de una planificación consciente, pues no podemos comer bien si no compramos bien», afirma Javier Aranceta, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria.
Por eso, una buena alimentación comienza con una lista de la compra elaborada de forma inteligente y consciente. En este sentido, la información y la educación nutricional son fundamentales. Los resultados del II Radar SaluDiable demuestran que, aunque quede mucho por mejorar, hay avances significativos. De hecho, siete de cada diez personas encuestadas aseguran que saben identificar qué alimentos son saludables y reconocen que la información nutricional influye en los productos que incluyen en su cesta de la compra.
La información del etiquetado, por tanto, es un criterio decisivo. Los aspectos más consultados son la información nutricional (71,4%), los ingredientes y aditivos (70,2%), la caducidad (64,7%), y el origen del producto (46,4%). Además, para distinguir entre productos procesados y ultraprocesados, la población se fija en la presencia de aditivos (73,34%), en el número de ingredientes en la etiqueta (32,81%) y en el método de conservación (26,14%).
¿Por qué no aplicamos todo este conocimiento a la práctica? La Guía para una compra inteligente y saludable propone hacerlo en tres pasos muy concretos. El primero es planificar la cesta de la compra: revisar despensa, nevera y congelador, elaborar un menú semanal y preparar una lista estratégica que evite compras innecesarias y reduzca el desperdicio. El segundo paso es comprar de manera consciente. Esto implica llenar la cesta con productos frescos, locales y de temporada, dejar para el final los alimentos refrigerados y congelados para preservar su calidad, leer con atención el etiquetado y priorizar aquellos con pocos ingredientes y aprovechar las ofertas con criterio, apostando por la calidad y no por la compra impulsiva.
El tercer paso ocurre en casa: organizar y conservar bien los alimentos. La guía recomienda aplicar la regla del «primero en entrar, primero en salir» para consumir antes los productos con fecha de caducidad más próxima, congelar aquello que no vaya a consumirse pronto y separar los alimentos crudos de los ya cocinados. Además, apuesta por la llamada gastronomía circular: cocinar solo las porciones necesarias y reutilizar las sobras en nuevas recetas para evitar el desperdicio.
Javier Aranceta: «No podemos comer bien si no compramos bien»
La alimentación como patrimonio y bienestar integral
Más allá de nuestros hábitos individuales, la alimentación también tiene un valor social, cultural y global que merece ser preservado. El Día Internacional de la Alimentación, promovido por la FAO cada 16 de octubre, nos recuerda la importancia de garantizar el acceso universal a alimentos nutritivos, seguros y sostenibles. Según la FAO, el hecho de que haya lugares donde se desperdicien alimentos de manera generalizada, mientras que 673 millones de personas viven con hambre, refleja un sistema desequilibrado e injusto.
Aunque estos problemas globales nos parezcan lejanos y complejos y requieran, por supuesto, estrategias colectivas, también hay acciones concretas a nuestro alcance. Por ejemplo, algunas recomendaciones de la SENC y de Dia también contribuyen a la sostenibilidad alimentaria global y están alineadas con las directrices de la FAO, como elegir alimentos locales y de temporada, diversificar la dieta o reducir el desperdicio de alimentos.
En España, tenemos la ventaja de contar con un modelo alimentario único, la dieta mediterránea, que combina lo mejor de la tradición, la nutrición y la sostenibilidad. Aranceta reivindica la dieta mediterránea, «reconocida como la más saludable y sostenible porque se apoya prioritariamente en alimentos de origen vegetal, de cercanía y de temporada». Preservarla depende tanto de organismos internacionales como de cada uno de nosotros, en cada mesa, cada lista de la compra y cada plato que cocinamos. Con pequeños gestos diarios, contribuimos a un sistema más justo y a mantener un patrimonio que nos define como sociedad.
Y es que la mesa no se limita al ámbito físico. La alimentación influye directamente en nuestro estado de ánimo y en nuestro bienestar emocional. Según el II Radar SaluDiable, el 91% considera que lo que comemos impacta en cómo nos sentimos. En la cultura mediterránea, sentarnos a la mesa es un acto social: compartir platos y cocinar en familia refuerza los vínculos y aporta equilibrio emocional. Recuperar estos hábitos es también una forma de fomentar un bienestar integral y de cuidar un patrimonio que nos une como sociedad.
COMENTARIOS