Claves contra el abandono escolar
Alrededor de un 13% de estudiantes cierra la puerta al sistema educativo antes de terminar sus estudios. ¿Qué medidas pueden tomarse para poner freno a esta realidad?
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Decía la pedagoga María Montessori que el propósito de la educación es dirigir el amor y el entusiasmo por aprender. Una gran frase que, sin embargo, el sistema educativo no logra cumplir con la eficacia deseada: una de las muestras de ello es la cantidad de jóvenes que dejan de estudiar antes de lograr la titulación para la que se han matriculado. Según datos ofrecidos por el centro de análisis Funcas, a raíz de la encuesta de población activa del Instituto Nacional de Estadística (INE), al final del tercer trimestre de 2024, la tasa de abandono escolar en España era del 13,2%, una cifra levemente mejor que la de los años anteriores, aunque lejos del objetivo del 9% que la Unión Europea estableció para 2030. De hecho, España y Rumanía ocupan los dos primeros puestos de este ranking de la deserción de las aulas a nivel comunitario.
Pero, ¿a qué nos referimos exactamente con abandono escolar? En general se define así a no finalizar determinados estudios en los que el alumnado se ha matriculado y dejar a un lado el sistema educativo. Sin embargo, en los últimos años, se está haciendo especial hincapié en evitar el abandono escolar temprano, es decir, jóvenes de entre 18 y 24 años que dejan las aulas antes de haber obtenido el título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
Las causas que desembocan en la decisión de cerrar la puerta al sistema educativo provienen de distintos lugares, aunque se relacionan con una situación familiar complicada, dificultades económicas, acoso escolar o el sentimiento de falta de utilidad de lo que se estudia.
Sin embargo, además de los motivos, parece necesario conocer o poner en marcha estrategias que se encaminen a poner freno a esta realidad. En el documental Exit, abandono escolar, producido por Funcas, una de las palabras que más aparece es la de entusiasmo, un ingrediente fundamental para continuar con un objetivo a medio o largo plazo. Que el equipo docente sepa transmitir la motivación necesaria y se muestre receptivo y empático parece un factor clave en la ecuación; el trabajo cooperativo, la inclusión y la percepción de afecto e interés real, además de la mejora de la orientación, parecen otros puntos fundamentales para el anclaje educativo.
España y Rumanía ocupan los dos primeros puestos en el ranking de deserción de las aulas a nivel comunitario
En 2023, la OCDE y el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) elaboraron un informe con propuestas para reducir el abandono escolar temprano en España, documento en el que se abordan distintas áreas de acción. Entre las recomendaciones, se encuentran desarrollar un «índice de vulnerabilidad escolar» que sea equiparable en toda España y que pueda utilizarse para identificar y asignar recursos a los centros educativos; revisar los procesos de contratación y selección de docentes para garantizar que disponen de las competencias y habilidades necesarias para gestionar al alumnado diverso y responder a sus necesidades de aprendizaje; o incorporar la flexibilidad curricular, así como un cambio hacia un modelo de aprendizaje basado en competencias que ayude a quienes tienen más dificultades a recuperar la confianza en sus capacidades.
Sin embargo, la comunidad educativa también implica a padres, madres y otras figuras de referencia, y muchas veces los escollos para continuar con los estudios proceden de este entorno. La familia se convierte en un cimiento –o en un ladrillo–, y son necesarias herramientas dirigidas a ella. Potenciar el diálogo y la comunicación, abogar por una disciplina positiva alejada del castigo, priorizar siempre el bienestar físico y mental de la hija o hijo, animar a la lectura –pues la falta de comprensión lectora suele ser un problema recurrente– o recurrir a la psicología pueden ser apoyos de interés.
Como responsabilidad compartida que es, también el alumnado tendría que hacer su parte: buscar sus habilidades o gustos, dedicar tiempo a la organización y proponerse pequeñas metas pueden ayudar a que el estudio se convierta en una tarea, no solo llevadera, sino además gratificante. Quizá de esta forma podremos forjar un camino en el que logremos, como decía Montessori, una educación que no prepare para la escuela sino para la vida.
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