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Salud

Isabel Belaustegui

«Lo armónico es volver a un ritmo más pausado»

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27
febrero
2025

Cada gesto cuenta. Esa es la conclusión a la que se llega tras leer ‘Optimiza tu metabolismo’ (Grijalbo), libro que la doctora Isabel Belaustegui da las pautas para mejorar la salud y recuperar la flexibilidad metabólica. Cambiar de estilo de vida y recuperar el bienestar físico y mental es posible. «Cuesta y a veces cuesta mucho, dependiendo de las personas, de las situaciones o del momento vital en el que nos encontramos», responde a la pregunta sobre por qué, a pesar de todo, no lo hacemos. Pero ella insiste en repetir el mensaje, pues, confiesa, le encantaría que nos aplicásemos y adoptásemos hábitos más saludables.


Hablas en el libro de cómo los estilos de vida modernos y, sobre todo, los cambios en la alimentación han impactado sobre nuestra salud. ¿Olvidamos que ahora comemos como hace 40 años y que los productos en el supermercado son muy diferentes?

Hablo muchas veces de esto para que tomemos conciencia, porque creo que gracias al conocimiento podemos tener herramientas y capacidad de cambio. Si no, nos sentimos vendidos, atrapados o atados a los genes. Hay mucho que podemos hacer cada día para mejorar en todos los aspectos: la alimentación, el ejercicio, el estilo de vida… Efectivamente, nuestra manera de comer y de vivir ha cambiado muchísimo en poco tiempo. Nuestro sistema biológico, nuestro metabolismo, es mucho más lento. Se está produciendo una falta de sincronización entre lo que comemos y hacemos y nuestra biología y nuestro diseño genético y evolutivo. Esto da pie a numerosas enfermedades.

Porque no es solo una cuestión de que pierdas flexibilidad o cojas unos kilos, es también de que tu salud va a peor…

Exacto. De entrada, el exceso de peso se asocia a numerosos problemas de salud. No es solo una cuestión estética o de autoestima —que son importantes también para la calidad de vida—, es que tiene que ver con un daño articular, con una alteración de la fertilidad, con alteraciones del estado de ánimo tan importantes como la ansiedad o la depresión o con el desarrollo de algunos tipos de cáncer, por poner algunos ejemplos. Luego, hay una inflamación descontrolada que hoy sabemos que está en la base de la mayoría de las enfermedades crónicas de nuestro mundo moderno, como la cardiovascular, las demencias, la diabetes, el cáncer y todas las enfermedades inflamatorias. Es importante que sepamos qué está pasando para que podamos tomar acción y cuidar nuestra salud cada día.

«Se está produciendo una falta de sincronización entre lo que comemos y nuestro diseño evolutivo»

¿De qué hablamos exactamente cuando hablamos de inflamación? ¿Qué se inflama y por qué?

La inflamación es un proceso de defensa cuando sufrimos algún tipo de lesión. Es lo que siente un dedo si nos lo pillamos con una puerta. Está medido por células y moléculas del sistema inmunológico y el objetivo es curarnos o reparar un daño. Esto está perfecto, porque lo necesitamos para estar sanos. El problema es cuando se produce una inflamación crónica, prolongada en el tiempo, más allá de la que sirve para curarnos. Aquí es donde entra en juego todo este abanico de causas ligadas a la alimentación o el estilo de vida que favorecen esa inflamación fuera de control. Las consecuencias se manifiestan de formas tan diversas como los problemas intestinales, las erupciones cutáneas, los problemas de alergias, los problemas a nivel cerebral y emocional… Esta inflamación, que no es buena para nosotros, tiene lugar en nuestro interior, en todo el organismo y se puede focalizar o expresar de una manera más llamativa en unos órganos o en otros.

Subrayas la importancia de actualizar nuestros conocimientos. ¿Cómo rompemos las inercias de lo que hemos aprendido que es bueno para salud y lo que no?

Leyendo, escuchando y buscando fuentes fidedignas. Sé que esto es un problema, porque ahora precisamente hay tanta información y caemos en una confusión ante tantos datos. Necesitamos encontrar la que sea válida, rigurosa. A mí me ayuda mucho extraerla de estudios científicos y solaparla con los conocimientos de biología, la fisiología de cómo funcionamos y como somos. Eso nos permite poder entender si algo está yendo por un buen camino o no.

«El país de Europa en el que más se cuidan los hábitos para potenciar la salud es España»

Los datos de la OMS y de múltiples estudios muestran cómo han crecido muchos problemas de salud, pero al mismo tiempo ¿hay más preocupación en general por la salud, por saber qué tenemos que hacer bien? Puede parecer paradójico.

Sí. De hecho, lo demuestran los estudios. Hace unas semanas conocí una información que me pareció fantástica: decía que el país de Europa en el que más se cuidan los hábitos cotidianos para potenciar la salud es España. Es algo que estamos consiguiendo entre todos con información, con divulgación. Creo que hay un interés real en el cuidado de la salud y creo también que hay confusión, que hay que ir aclarando dudas que son importantes y reajustando hábitos. A veces cuesta mucho, pero estamos en ello. Yo he notado un cambio importante en los años que llevo con este trabajo.

Aunque leyendo tu libro al final sientes que la clave es volver a la esencia, a recuperar la dieta de proximidad y tradicional.

Totalmente. La dieta mediterránea contiene los elementos básicos para el cuidado de la salud a todos los niveles. Lo que nos ayuda es volver a la esencia, porque es volver a la esencia de nosotros mismos, a una alimentación natural, a una vida más activa en la naturaleza al aire libre. Incluso, volver también al origen en las relaciones, en los lazos familiares y en el cultivo de la amistad. Es importante bajar el ritmo. Sabemos que el estrés, que está muy extendido en el mundo occidental, es una de las causas principales de secuestro de la salud. No nos damos cuenta porque estamos metidos en este ritmo frenético y, como todo el mundo vive igual, nos parece que es lo normal. Pero esto no es normal para nuestro organismo, no es saludable. Lo armónico es volver a un ritmo más pausado. Darnos espacio, silencio, calma.

¿Esta idea de volver a la esencia se debe volver más accesible? Cuando hablamos de todas estas recomendaciones a veces olvidamos que hay una cuestión de acceso a servicios o productos, que ya se empieza a hablar de desiertos alimentarios o de brechas, que los recursos no son los mismos para toda la población.

Por eso también insisto en cosas, gestos, que todos podamos hacer. Todos podemos salir a caminar o al aire libre, o que nos dé un poco la luz natural o hacer pausas de ayuno intermitente amables a las capacidades de cada uno. Eso está al alcance de todos. Quiero romper una lanza a favor de esto, de que la salud no sea el privilegio de los más ricos o poderosos, sino que lo sea de todos.

«La dieta mediterránea contiene los elementos básicos para el cuidado de la salud a todos los niveles»

Es interesante que comentes que «según las capacidades de cada uno» porque a veces tenemos metas imposibles. ¿Debemos optimizar cómo vivimos, pero también conocer nuestros cuerpos y límites, que no podemos pasar de cero a mil en una tarde?

Exacto. Además, cuando nos ponemos metas tan elevadas es muy frustrante. Muchas veces tiramos la toalla enseguida porque no podemos con ello. Está muy extendida la idea de que, si no lo haces todo super bien, entonces no vale para nada. Otra batalla que tengo es insistir en que todo lo que podamos hacer cada uno según sus posibilidades vale y es positivo. Nuestro cuerpo tiene una gran plasticidad y es muy agradecido cuando hacemos cambios positivos. No es una competición, es un cuidado cotidiano. El camino es largo y todo va a aportar.

Y aquí hay otra nota optimista, porque cuentas que lo que hemos perdido no se ha perdido para siempre, que se puede recuperar.

Hablo mucho de la pérdida de flexibilidad metabólica y es un ejemplo muy claro, aunque no lo veamos con los ojos directamente lo vamos a sentir en muchas sensaciones corporales o en aspectos de la salud. Podemos desandar ese camino y recuperar la flexibilidad perdida, porque nuestro metabolismo es una maquinaria que cuando solo la utilizamos en un sentido deja atrofiado el otro. Cuando empezamos a reentrenar, comienza a reactivar y a funcionar adecuadamente.

¿Cómo empezar? Si tuvieses que darnos la receta básica de por dónde deberíamos comenzar, ¿cuál crees que es ese mínimo común denominador al que deberíamos apostar?

Diría que la alimentación. Sacar de la dieta los alimentos más desfavorables, que son los de alto índice glucémico (azúcar, refrescos, pan blanco, bollerías, etcétera) y los aceites refinados o hidrogenados. Centrarnos en los alimentos saludables, que podemos resumir en esa dieta mediterránea natural y rica en grasas saludables que aportan mucho a nuestra salud. Y ejercicio físico en la medida de lo posible. Si podemos hacer entrenamiento de fuerza, que es el entrenamiento estrella, perfecto. Si no, que salgamos a caminar, que nos movamos o que aprovechemos cada tarea cotidiana para movernos y con ello activar toda nuestra maquinaria interna. Luego, rebajar la carga de estrés es importantísimo, porque cuando estamos estresados no controlamos la dieta, tenemos dificultad para quemar grasa, nos inflamamos o se altera la capacidad de reacción natural del hígado. Todo lo que hagamos para reducir el estrés va a tener un impacto muy positivo a todos los niveles. Puedes bajar el ritmo de trabajo o hacer una pausa cada día para respirar o meditar.

A veces se siente que lo de bajar el ritmo de estrés se hace un poco cuesta arriba porque ¿cómo controlas algo sobre lo que tiene un impacto tan elevado el mundo exterior?

Ahí tenemos dos vías de acción. Una, reducir en la medida de lo posible tareas que no sean imprescindibles, importantes o urgentes. Todo lo que podamos quitar de la agenda para no sobrecargarnos nos va a ayudar. Luego, la otra, como no podemos influir en el exterior vamos a influir en el interior. Dedicar cada día un rato para bajar el ritmo, para respirar, para estar con nosotros en silencio, para estar en la naturaleza o para tener una buena higiene de sueño. Todos estos pequeños gestos que podemos hacer cada día contribuyen a reducir toda esa carga.

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