Europa en la encrucijada: reflexiones ante las elecciones en Estados Unidos
Con la atención dirigida al otro lado del Atlántico, Europa se encuentra en vilo ante las elecciones presidenciales que se celebrarán en noviembre en Estados Unidos. Se percibe que este evento podría marcar un momento crucial en la relación transatlántica.
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Con la atención dirigida al otro lado del Atlántico, Europa se encuentra en vilo ante las elecciones presidenciales que se celebrarán en noviembre en Estados Unidos. Se percibe que este evento podría marcar un momento crucial en la relación transatlántica, donde las decisiones tomadas en la Casa Blanca podrían tener repercusiones significativas en el destino del continente europeo.
Históricamente, la relación transatlántica ha sido esencial tanto para Estados Unidos como para Europa. Desde la posguerra hasta el presente, la colaboración en asuntos de seguridad, comercio y valores democráticos ha sido clave para el orden mundial. Sin embargo, en los últimos años, esta relación ha enfrentado numerosos desafíos y dilemas que van desde lo comercial hasta lo político. Quien resulte elegido en noviembre en Estados Unidos definirá, en cierta medida, el rumbo de esta alianza trasatlántica.
¿Qué puede esperar Europa en un escenario donde los republicanos, liderados por Donald Trump, retoman el poder? No es difícil predecirlo. Recordemos que durante la presidencia de Trump, se retiró a Estados Unidos de la Asociación Transpacífica, el Acuerdo de París sobre el cambio climático y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, además de imponer aranceles comerciales a la Unión Europea. Su lema «America First» implicó un claro unilateralismo y un socavamiento de la cooperación internacional.
Uno de los principales puntos de preocupación para Europa es la situación en Ucrania
Uno de los principales puntos de preocupación para Europa es la situación en Ucrania. Estados Unidos ha sido el principal donante de ayuda militar y financiera para Kiev, pero bajo un gobierno republicano, este apoyo podría verse limitado, aumentando la presión sobre la Unión Europea para incrementar su presupuesto en defensa y aprobar un fondo significativo para Ucrania. El futuro de Europa está ligado a la resolución de este conflicto, y para muchos europeos, apoyar a Ucrania es una cuestión existencial.
El retorno de Trump a la Casa Blanca sería un catalizador para los esfuerzos europeos de reforzar sus capacidades de defensa. La advertencia de Trump de que alentaría a Rusia si los aliados de la OTAN no cumplen con el objetivo del 2% del PIB en gasto en defensa subraya la importancia de este asunto. Europa debe prepararse para una disminución en la ayuda armamentística y económica de Estados Unidos, reforzando así su propia capacidad de defensa.
La relación con China también será crucial. Una administración republicana bajo Trump probablemente adoptaría una postura más confrontativa, lo que podría tensar aún más las relaciones. Esto tendría implicaciones en temas sensibles como Taiwán y repercutiría en las relaciones de occidente con China. El ascenso de China como rival global plantea desafíos para Europa, que debe decidir cómo abordarlos para convertirlos en oportunidades.
Otro tema preocupante es el ámbito comercial. Las relaciones trasatlánticas ya se han visto afectadas por medidas proteccionistas como el Inflation Reduction Act y los incentivos fiscales. Si bien se han elogiado los avances contra el cambio climático, Europa se ha opuesto a medidas que considera violatorias de los principios de la OMC y que podrían desindustrializar regiones en Europa. Una victoria de Trump a todas luces conduciría a un aumento en las tensiones comerciales con Europa, como lo sugiere su propuesta de aumentar los impuestos sobre importaciones extranjeras.
Es por todo esto que Europa debe prepararse para este escenario diversificando sus cadenas de suministro y reduciendo su dependencia de las políticas comerciales de Estados Unidos. La incertidumbre política genera preocupación en Europa, pero independientemente del resultado electoral, las elecciones en Estados Unidos simbolizan un punto de inflexión para el continente.
En última instancia, tanto Estados Unidos como Europa tienen mucho que ganar si continúan colaborando y estableciendo objetivos comunes. No obstante, también deben acelerar los planes para desarrollar instituciones y capacidades más sólidas, independientemente de quién habite la Casa Blanca. No cabe duda de que el año 2024 será clave para definir el futuro de la relación transatlántica y el papel de Europa en el escenario mundial.
Juan Verde es especialista internacional en Asuntos Políticos y Sostenibilidad.
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