Sociedad

¿Cómo se ha de dormir una siesta?

Aunque en general tiene muchos beneficios, no todas las siestas son positivas para nuestro sueño y nuestro bienestar: depende de la cantidad de tiempo y del momento en que la echemos.

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31
agosto
2023
‘Lilies’ (1866), por Albert Joseph Moore.

Se podría decir que la siesta es toda una institución en España. O, al menos, lo ha sido durante mucho tiempo. Quizás nuestro estilo de vida cada vez más «europeo» esté erosionando esta práctica en alguna medida, pero lo cierto es que la siesta sigue operativa en nuestro país entre muy diversas generaciones. Se sabe que la palabra proviene etimológicamente del latín referido a la «sexta hora»; es decir, la sexta hora del día, que correspondía a las 12, e iba de las 12 a las 14:15 aproximadamente. Era la hora de máximo calor, en un sueño que se toma después de comer.

Aunque sean los países cálidos aquellos que más la practican, la dos de la tarde, aproximadamente, es cuando los seres humanos de toda etnia, clase y condición sienten cierta inclinación al sueño. No obstante, algunos datos parecen señalar que echarse una gran siesta no es tan buena idea, puesto que ello tendería a interferir con el sueño nocturno. Eso sí, los hábitos del sueño no han sido siempre los mismos: en la época de Dickens, por ejemplo, la gente dormía a veces en dos tandas. Primero unas cuatro horas, tras lo cual la gente despertaba, picaba algo, conversaba, hacía el amor, y luego volvían a dormir hasta la mañana en un segundo sueño. 

El sueño de cada cual cambia según la edad. Cuando uno es pequeño tiende a madrugar, razón por la que los dibujos animados son retransmitidos por la mañana. Cuando vamos haciéndonos más mayores, sin embargo, dormimos más horas, sobre todo por la mañana, razón por la cual los adolescentes tienen verdaderas dificultades para despertarse e ir al instituto, por ejemplo. Para la persona madura, en cambio, es más fácil madrugar, y para el anciano ocurre algo similar, si bien este echa pequeñas y numerosas cabezadas a lo largo del día. La siesta, de este modo, parece más propicia para personas maduras y ancianos que para jóvenes, que cuentan con más energía durante el día. Aunque hay todo tipo de personas –sin duda, hay adolescentes profundamente aficionados a la siesta–, lo más frecuente es que la siesta se dé entre personas ya llegadas a la edad adulta. 

Las siestas de hasta veinte minutos de duración son las más saludables, ya que ayudan a reactivar al individuo

No obstante, hay que tener cuidado. Dormir demasiado durante la siesta puede ser contraproducente. Se sabe que Thomas Edison se dormía en una silla, cuchara en mano, para que cuando daba una cabezada, esta cayese y despertase al inventor y empresario de su letargo. Esas siestas, que pueden ir de un nanosegundo a veinte minutos son las más saludable, puesto que reactivan a la persona para que pueda seguir con sus labores del día sin ver afectado su sueño nocturno. Como señala una web especializada en salud, la siesta larga puede tener dos efectos negativos: «Inercia del sueño. Es posible que te sientas aturdido y desorientado después de despertarte de una siesta. Problemas de sueño durante la noche. En la mayoría de los casos, las siestas cortas generalmente no afectan la calidad del sueño durante la noche. Pero si ya tienes insomnio o mala calidad del sueño a la noche, dormir la siesta podría empeorar estos problemas. Las siestas largas o frecuentes pueden interferir con el sueño nocturno». También es importante echar la siesta antes de las tres de la tarde, puesto que a partir de esa hora podría afectar más al sueño nocturno. 

De este modo, es fundamental contar con fuerza de voluntad. Poner una alarma a los veinte o treinta minutos y así participar de este placer tan español, que ahora en verano, se hace más necesario que nunca; un placer del que en su momento dijo Jeremy Irons que es algo de lo más civilizado, una costumbre que no deberíamos abandonar. Según comentó, un buen hábito, muy nuestro, a lo que añadió que «hay muchas cosas buenas que aprender de los españoles». 

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