Opinión

El insomnio de los justos

A través de unas páginas eruditas y ligeras, Jiménez Torres explora en ‘El mal dormir’ el peso que conlleva la falta de sueño. Pues, ¿a qué se enfrenta el insomne si no al propio vacío de su existencia?

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03
febrero
2022
‘Morfeo’ (1771), por Jean Bernard Restout.

Siempre nos han interesado más los sueños que el sueño. Por eso el dormir, un proceso que realizamos todos los animales, ha estado infra-estudiado, al menos en la cultura popular. Al fin y al cabo, en un libro sobre sueños hay surrealismo y abstracciones; en uno sobre el sueño hay, bueno, gente durmiendo y roncando. En El mal dormir, David Jiménez Torres aborda la cuestión del sueño desde su ausencia. Como buen insomne o «maldurmiente» –como él prefiere denominarse–, observa el sueño con fascinación. ¿Cómo es posible que se me niegue algo tan básico, esencial e imprescindible que incluso lo hacen las lombrices? En términos evolutivos, aquel con insomnio tenía una ventaja: podía frenar ataques nocturnos de depredadores. Pero en el siglo XXI, en camas cómodas y estando protegidos, ¿por qué algunos dormimos mal?

«Al irse a dormir, el organismo de muchas personas con problemas de sueño activa a destiempo el modo «lucha o huida». Nuestra frecuencia cardíaca aumenta, liberamos agentes químicos como el cortisol para gestionar el estrés, y nuestra actividad cerebral se dispara con ciclos emocionales reiterativos y bucles de pensamiento sobre el pasado y el futuro», escribe Jiménez Torres.

¿En qué piensa el insomne? En la cultura popular existe la idea de que uno no consigue dormir porque siente remordimientos. Uno rumia porque algo trama: rumia el poderoso, el conspirador, y el demonio prefiere aparecer por la noche. La noche es para pensar o hacer cosas con nocturnidad, pero el insomne no es así. «El mal dormir no es solo la falta de sueño, sino también la búsqueda activa del sueño», señala el autor. El siniestro personaje popular que maquina su venganza o la conquista del territorio enemigo no quiere dormirse: está demasiado ocupado. El maldurmiente, en cambio, sí quiere dormir más; nada lo haría más feliz y, sin embargo, no puede. Y lo frustrante, defiende Jiménez Torres, es que no hay una explicación a este proceso (o, al menos, ninguna convincente).

«Lo que mueve a Jiménez Torres es el deseo de encontrar complicidad en el insomnio de los demás»

El mal dormir es un libro erudito y ligero que se mueve entre la historia cultural del sueño y la historia personal del autor, que lleva años intentando dormir bien: tomando melatonina, acudiendo a clases de mindfulness. Su obra está motivada por una curiosidad amplia y genuina, donde entran desde poemas de Clive James a citas de Don Quijote. Pero lo que mueve a Jiménez Torres, sobre todo, es el deseo de «agotar la experiencia del maldurmiente»; encontrar complicidad en el insomnio de los demás. El insomnio es muy solitario, lo enfrenta a uno con el vacío de la existencia. Jiménez Torres ha escrito este ensayo para sentirse un poco menos solo en sus noches toledanas.

En El mal dormir uno descubre hechos sorprendentes. Antes de la industrialización era común el sueño bifásico, «un sueño nocturno dividido en dos tramos, entre los cuales habría una hora larga que nuestros antepasados usaban para rezar, copular, leer o incluso pasar un rato de charla con los vecinos». La industrialización y su división del día en tramos de 8 horas acabó con esta estructura sin tener en cuenta «lo difícil que es para muchos encadenar ocho horas seguidas de sueño». Pero lo más interesante de la obra puede que no sean sus aportes a la bibliografía sobre el sueño. No es un libro exhaustivo, sino una historia cultural a partir de la experiencia personal; es decir, lo que debería ser un ensayo. A pesar de que Jiménez Torres es un escritor sistemático y ordenado (basta con leer sus brillantes columnas en El Mundo), su ensayo es inevitablemente freestyle. Cumple con la definición de ensayista que da el escritor Phillip Lopate: «Alguien que no necesita un juego de instrucciones rígidas, sino que vive de manera exploratoria».

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