La cirugía estética tiene nombre de mujer: el legado de Suzanne Noël

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Ariadna Romans

@AriadnaRmans

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Hay innovaciones técnicas que han cambiado la vida de muchas personas y han revolucionado la forma que tenemos de comprender el mundo. Sin embargo, la persona que lidera estos cambios de progreso no siempre es conocida. Mucho menos cuando se trata de una mujer. Nacida en Laon (Francia) en 1878, Suzanne Blanche Marguerite Gros (futura Suzanne Noël) es una de las grandes olvidadas de la medicina moderna, siendo la primera especialista en el mundo en practicar la cirugía estética.

Se casó a los diecinueve años con un dermatólogo parisino llamado Henri Pertat, quién le animó a estudiar el bachillerato por libre convencido de su potencial. Por ello, Noël se formó en medicina en la London School of Medicine for Women y el Royal Free Hospital, y ya allí empezó a desarrollar un interés por la cirugía plástica. Una vez graduada empezó a trabajar en la consulta del dermatólogo Louis Brocq en el Hospital Saint-Luis, así como en la consulta de su marido, de quien se separó en 1911.

El punto de inflexión en la vida de Noël, sin embargo, ocurre en dos momentos clave. El primero es cuando en 1912 conoce a Sarah Bernhardt, una famosa actriz francesa que, tras su regreso de un viaje en América, había recuperado su juventud tras someterse a una operación estética. En seguida le pide que le cuente todos los detalles del lifting y empieza a buscar formas médicas para reproducir aquello. Por ello, al terminar sus estudios se trasladó a París para aprender del que era el mejor cirujano plástico del momento, el doctor Hippolyte Morestin.

Noël trabaja durante la Primera Guerra Mundial en Val-de-Grâce haciendo cirugía reconstructiva con los soldados que vuelven del frente

El estallido de la Primera Guerra Mundial representa el segundo punto de inflexión en su carrera profesional. Por aquel entonces, Noël trabajaba en Val-de-Grâce haciendo cirugía reconstructiva. Los soldados que empezaron a volver de la guerra venían con rostros completamente desfigurados debido a los productos químicos y la metralla, lo que les producía un profundo rechazo por parte tanto de sus familias como de la comunidad. Junto a su maestro y colega Morestin y a pesar de no haber completado su tesis doctoral, Noël fue autorizada a ejercer la medicina y desarrolló protocolos quirúrgicos revolucionarios que permitieron recuperar el rostro de los combatientes llamados «gueules cassées», bocas rotas, por sus heridas de guerra.

Además, también abrió una consulta en su casa donde realizaba estiramientos faciales y correcciones de párpados debido a las limitaciones de los hospitales para tener un especialista únicamente centrado en cirugía estética. Más allá de sus cualidades expertas, Noël también era famosa por su modus operandi: a diferencia de sus colegas, ella practicaba una cirugía no intrusiva que velaba por reducir el sufrimiento de los pacientes y asegurar una recuperación rápida. También fue autora de numerosos libros sobre cirugía plástica, entre los que destacan Un Manual de Cirugía Plástica (en el que comentaba sus logros pero también sus errores a lo largo de su carrera) o El tratamiento quirúrgico de las lesiones faciales.

La vida de Noël no estuvo exenta de tragedias. En 1918 su primer marido murió envenenado con gas mostaza. En 1919 se casó con André Noël, colega que había conocido en la universidad, y se instaló con él en una residencia cerca de los Campos Elíseos. Tuvo una hija llamada Jacqueline, que falleció víctima de la gripe española con apenas trece años. André nunca pudo soportarlo y, tras una fuerte depresión, se quitó la vida tirándose al Sena desde el Pont-au-Change. A pesar de sus infortunios, Noël fue una incansable luchadora.

Además de una gran profesional, Noël mostró, a lo largo de su vida, un gran compromiso con la causa feminista y la reivindicación del derecho al voto de las mujeres. Se convirtió en una celebridad en París y en una doctora reconocida mundialmente. En una época donde las libertades de las mujeres estaban muy restringidas, ella reivindicó la liberación pese a las duras críticas que recibió por su contribución a las sufragistas. La doctora participó en todo tipo de reivindicaciones, y animó a las mujeres trabajadoras a iniciar una huelga de impuestos y viajó por varios países para conocer la red internacional de mujeres en favor de los derechos humanos. Así, Noël inauguró en 1924 el primer grupo soroptimista de Europa en París. Como parte de su profesión operó a muchas mujeres, y practicó cirugías gratuitas para aquellas que no podían permitirse el tratamiento.

Durante la época el público general concebía la cirugía estética como una práctica peligrosa e innecesaria pero, para Noël, era una herramienta de emancipación feminista, para corregir los efectos de la desgracia femenina. Si bien ahora muchas podrían cuestionar la emancipación femenina de las prácticas de Noël, en la época supusieron una auténtica revolución. Tal y como apuntó en un discurso en Copenhague en 1952, «la humanidad al completo ha cambiado radicalmente».

En 1928 recibió la Legión de Honor por su «contribución a la reputación científica de Francia». Suzanne Noël murió a los 76 años, después de una vida de desgracias y fuerte compromiso con la ciencia. Su rol en el feminismo y en la ciencia es aún importante en la medicina actual y será recordada en ese grupo de mujeres pioneras que lucharon por la liberación de las mujeres mediante el conocimiento y el compromiso social.