Una historia de epidemias (y vacunas)
Han sido muchas las epidemias que han amenazado la salud global: desde la difteria a principios del siglo pasado hasta la lucha contra el ébola o, ahora, la covid-19. Ante todas esas crisis, la compañía biomédica MSD ha buscado innovadoras soluciones que, en cooperación con la comunidad sanitaria internacional, han ayudado a frenar la propagación de enfermedades infecciosas y a salvar millones de vidas.
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COLABORA2021
Alaska. 1925. En la remota comunidad de Nome, de apenas 2.000 habitantes, la difteria se propaga como la pólvora. La ciudad más cercana se encuentra a más de mil kilómetros de distancia, desde donde los equipos de rescate preparan sus trineos para emprender velozmente un viaje de cinco días sobre el hielo y transportar así la antitoxina de la que dependen las vidas de sus vecinos. La llegada de esas vacunas cambia el futuro de cientos de personas en cuestión de horas. Conocida históricamente como La gran carrera de la misericordia, esta hazaña demuestra que una vacuna a tiempo puede llegar a frenar en seco una epidemia letal.
Detrás de este suceso se encuentra una de las mayores compañías biomédicas del mundo: la estadounidense MSD. Fundada en 1891, en el último siglo la empresa ha acumulado decenas de hitos; desde llevar la penicilina al campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial hasta la creación este mismo año, junto a Unicef, de la primera reserva internacional de vacunas contra el virus del Ébola. MSD también está detrás de la manufactura de las vacunas contra la polio y contra diferentes cepas de la gripe en los años cincuenta y sesenta, así como en la distribución de la vacuna triple vírica, que previene el sarampión, las paperas y la rubéola.
Uno de los primeros en confiar en el compromiso de la compañía biomédica por desarrollar vacunas contra enfermedades infecciosas fue el microbiólogo Maurice Hilleman, conocido por ser el padre de las vacunas modernas. En los inicios del siglo pasado, llegó a desarrollar en los laboratorios de MSD más de cuarenta vacunas para uso humano y animal, entre las que se encuentran las de la varicela, la hepatitis B o la neumonía. De hecho, a este científico, que con sus descubrimientos logró salvar millones de vidas, le debemos ni más ni menos que ocho de las catorce vacunas que forman parte de nuestro calendario vacunal.
La compañía biomédica invertirá 20.000 millones de dólares en los próximos 5 años para aumentar su capacidad de producción de vacunas
Sin embargo, la apuesta de poner la innovación al servicio de la salud global no es únicamente cosa del pasado. En una carrera global contrarreloj para poner fin a la actual pandemia, MSD ha unido fuerzas con la multinacional estadounidense Johnson & Johnson para producir sus vacunas contra el nuevo coronavirus. De esta manera, la biomédica ayudará a manufacturar y distribuir 100 millones de dosis en Estados Unidos para junio y garantizar así que llegue a todos los rincones del país lo antes posible.
Este espíritu de cooperación tampoco es nuevo. En 1978, la compañía biomédica ya se comprometió a donar de manera indefinida todo el mectizán, un medicamento utilizado para la erradicación de la elefantiasis y la ceguera de los ríos u oncocercosis –una de las principales causas de ceguera evitable en los países en desarrollo, y que ya ha sido erradicada en varios de ellos–. Se trata de dos enfermedades tropicales desatendidas (NTD por sus siglas en inglés) que se dan especialmente en Latinoamérica, en el continente africano y en Yemen, y que la farmacéutica se ha propuesto erradicar por completo. Un horizonte que, sostienen, está cada vez más cerca: se calcula que cada año los tratamientos llegan a 300 millones de personas. Esto es un total de 4.000 millones de tratamientos desde que se inició el programa.
Lograr esas cifras es imposible sin un mínimo de cooperación. Consciente de ello, MSD se ha asociado con la comunidad sanitaria global: pacientes, sistemas sanitarios públicos y privados, oenegés y Gobiernos de todo el planeta. Precisamente, crear y fortalecer alianzas robustas es lo que llevó a la compañía a construir, hace doce años, el MSD Welcome Trust Hilleman Laboratories, un centro de investigación sin ánimo de lucro con la misión de producir vacunas asequibles para prevenir enfermedades comunes que afectan a los países con menos recursos. Y es que, cada año, en todos los rincones del mundo se aceleran y expanden los programas de inmunización, creando un incremento global de la demanda sin precedentes. Para dar una respuesta adecuada a la nueva situación inmunológica, MSD ha aumentado su capacidad de producción con la inversión de 20.000 millones de dólares en proyectos durante los próximos cinco años. Así, la biomédica se asegura de seguir desarrollando, de manera efectiva, su actividad en el ámbito de la investigación, el desarrollo y la producción de vacunas de alta calidad para salvar millones de vidas.
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