Pensamiento

Kant y el orden internacional regido por la ley

Para Immanuel Kant, el derecho internacional necesita instituciones que expresen la voluntad general de los Estados para alcanzar la paz y resolver potenciales conflictos internacionales.

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03
octubre
2024

El político, economista, jurista e historiador español Joaquín Costa publicó en 1902 su obra Derecho consuetudinario y economía popular en España, donde recoge formas de derecho oral asentadas en las costumbres de un determinado pueblo. El término «consuetudinario» hace referencia a normas jurídicas nacidas de la costumbre en una determinada sociedad. Lógicamente, podríamos inferir que la ley es derivada de costumbres y hábitos afianzados en una determinada sociedad. Es decir, que la ley generalmente brota de las costumbres de un determinado pueblo. Debemos resaltar que Costa estuvo vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, organización políticamente liberal interesada en difundir nuevas ideas en el pensamiento español, que a finales del siglo XIX se hallaba retrasado en comparación con otros países europeos. Kant, por ejemplo, comenzó a tener repercusión en España a finales del siglo XIX, unos cien años después de la publicación de sus obras más importantes. Sin embargo, su influencia, no solo en España sino en otros países occidentales, creció en la última mitad del siglo XX de la mano de la obra de John Rawls y su trabajo sobre las bases políticas del Estado. En este sentido, también Habermas, Alexy y Gewierth desarrollaron teorías de raigambre netamente kantiana.

Y es que Kant refleja algunos de los intereses que marcaron la carrera de Joaquín Costa, al entender que el derecho internacional necesita instituciones que expresen la voluntad general de los Estados soberanos para alcanzar una paz mundial y la resolución de potenciales conflictos internacionales. En última instancia, la costumbre sería una materialización inconsciente de la voluntad de todos. Kant entendía que el derecho internacional y la justicia doméstica están conectados. El filósofo germano buscaba, así, una base última para el derecho internacional en las relaciones jurídicas más esenciales, las de los propios ciudadanos de un Estado dado, las cuales estarían sustentadas en determinados consensos culturales.

Para Kant, el derecho nacional e internacional debería ser siempre respetuoso con lo que hoy llamaríamos derechos humanos. Por otro lado, todo Estado debe contar con una constitución que limite la soberanía de un monarca, del pueblo o del agente político dominante en un momento dado. La tesis kantiana puede resumirse como sigue: debe darse una observancia de derechos humanos y democráticos como requerimiento para hacer parte de la comunidad de naciones bajo el derecho internacional. Así, su filosofía política está muy centrada en la búsqueda de consensos como herramienta para evitar el conflicto, algo que favorece el bienestar de todo ciudadano, sea de donde sea.

Para Kant, la ley de las naciones debe estar fundada en una federación de Estados libres

En su obra de 1795 Sobre la paz perpetua, Kant trata de hallar una estructura mundial y una forma de gobierno que favorezca la paz, tanto nacional como internacional. Se cree que el título de dicha obra fue tomado del Abad de Saint Pierre, quien escribió un ensayo sobre el proyecto de una confederación internacional llamado «La paz perpetua». Podemos afirmar que este proyecto fue el germen de la Organización de las Naciones Unidas, que ha materializado el ideal con mayor o menor éxito a partir de 1945, en respuesta a la devastación de la Segunda Guerra Mundial.

Este tipo de organizaciones buscarían el mismo objetivo que Kant: la paz perpetua, siempre por vía del diálogo –gracias a la creación de una gran organización transnacional que fomente el acuerdo y la armonía entre las diferentes naciones y Estados del mundo–. Una especie de Leviatán que sirviese para impedir las agresiones internacionales e intranacionales.

Para lograr la paz, Kant establece seis artículos preliminares:

  1. «Ningún tratado de paz –secreto– en el cual esté tácitamente reservado un asunto para una guerra futura será valido».
  2. «Ningún Estado independiente, grande o pequeño, será cedido a otro Estado por medio de herencia, intercambio, compra o donación».
  3. «Los éjércitos permanentesmiles perpetuus– deberán desaparecer por completo con el tiempo».
  4. «La deuda nacional no deberá ser contraída con el fin de ocasionar tensiones entre Estados».
  5. «Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución o el gobierno de otro Estado».
  6. «Ningún Estado debe, durante la guerra con otro Estado, permitir tales actos de hostilidad los cuales hagan que se vuelva imposible la confianza mutua en la paz futura, como: el empleo de asesinos (percussores), envenenadores (venefici), el quebrantamiento de las capitulaciones, y el incitamiento a la traición (perduellio) del Estado enemigo».

Y tres artículos definitivos:

  1. «La constitución civil de todos los Estados debe ser republicana».
  2. «La ley de las naciones debe estar fundada en una federación de Estados libres».
  3. «La ley de la ciudadanía mundial debe estar limitada a condiciones de una hospitalidad universal».

En definitiva, las ideas de Kant representan un enfoque clásico que, como ocurre a menudo, gana fuerza a medida que pasa el tiempo, sirviendo para entender la realidad de épocas diversas. Todo ello a causa de haber tocado un nervio que recorre los siglos y que sirve de estructura a un devenir cultural e histórico de largo recorrido. El autor clásico sería entonces aquel que desde el presente concreto es capaz de vislumbrar una perspectiva mucho más amplia que afecta a la vida de múltiples generaciones.

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