Transparencia

Garantizar que las cosas que se hacen, se hacen bien

Ética empresarial, sistemas de control y contrapesos son partes de un todo que busca garantizar la responsabilidad y sostenibilidad de las organizaciones a largo plazo. 

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Con esta sencilla frase quisimos, hace un par de años, resumir el fin último de la auditoría interna en una empresa o institución. En un mundo cada vez más globalizado y complejo, que sufre una gran crisis de confianza hacia todos los actores que la componen, hablar de ejemplaridad y comportamiento ético se queda sólo en palabras si no va acompañado de acciones que la faciliten. 

Cuando hablamos de ética empresarial o de ética institucional, término, por cierto, bastante menos utilizado, no estamos hablando más que del comportamiento final de las personas que forman o dirigen esa empresa o institución. En definitiva, el comportamiento del ser humano que la compone. 

Si bien en la filosofía encontramos una gran dicotomía sobre la naturaleza buena o mala del ser humano, la experiencia y la historia nos demuestra que más allá del comportamiento personal, que es más voluble y sujeto a las circunstancias que rodean un momento dado, lo ético para una empresa, institución o gobierno, debe comenzar por implantar todos los mecanismos necesarios de control para tratar de garantizar ese comportamiento ético. 

Necesitamos contrapesos de poderes y sistemas de control eficaces para asegurar que las prácticas de una organización o institución se alineen con sus valores y principios éticos. No basta con la redacción y el anuncio de códigos de conducta, hay que dar el paso para que la organización garantice su implementación. 

Los sistemas de control, si bien son fundamentales, no son infalibles y ahí es donde deben entrar en juego los contrapesos

En este sentido, las Direcciones de Auditoría Interna son las grandes aliadas de una buena gobernanza. Desde su posición independiente, que les proporciona una visión objetiva y trasversal de la organización, son claves para asegurar que los principales riesgos a los que se enfrenta una sociedad están adecuadamente controlados y gestionados. Son un elemento de confianza y confort, que garantiza no sólo la estabilidad de la empresa o institución, sino también la estabilidad más allá de ellos, de nuestro sistema de bienestar y valores. 

Llevamos varios años siendo testigos de un gran desgaste institucional, todos los días nos despertamos con diferentes noticias de corrupción, malas prácticas o falta de ética en la gestión. Esto, más que desalentarnos, debe convencernos aún más de que, sólo operando bajo los estándares de transparencia, responsabilidad y ética se fomenta la confianza, factor indispensable para crear entornos de estabilidad; por esto mismo urge impulsar aún más mecanismos de control y separación de poderes que puedan garantizar la objetividad y autonomía. 

Los sistemas de control, si bien son fundamentales, no son infalibles y ahí es donde deben entrar en juego los contrapesos, que operan como salvaguardas adicionales que impiden que el poder se concentre en pocas manos y se abuse de él.

Ética empresarial, sistemas de control y contrapesos son elementos que deben estar totalmente imbricados

Los mecanismos de control trabajan para asegurar que las reglas se cumplen, mientras que los contrapesos evitan el abuso de poder y fortalecen el compromiso con la transparencia, las buenas prácticas y la rendición de cuentas. El equilibrio de poderes es la pieza clave sobre el que debe descansar la cultura ética de una organización, reduciendo el riesgo de acumulación de poder que haga que se desvíe de sus principios éticos. 

Ética empresarial, sistemas de control y contrapesos son elementos que deben estar totalmente imbricados. Son partes de un todo que busca garantizar la responsabilidad y sostenibilidad de las organizaciones a largo plazo. 

Si queremos trabajar en restituir la confianza de la sociedad en los diferentes actores sociales, políticos y económicos, no sólo debemos apelar a la buena voluntad o virtuosidad de las personas, sino que debemos comenzar por afianzar los mecanismos que garanticen la transparencia, la rendición de cuentas y el comportamiento ético y la auditoría interna, es, sin lugar a duda, uno de los mejores vehículos para asentarlos. 


Sonsoles Rubio es presidenta del Instituto de Auditores Internos de España.

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