Espíritu olímpico: el papel del deporte en los ODS
La actividad física se ha convertido en un motor social para la consolidación de ciudades cada vez más responsables con el medio ambiente, en la línea de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las necesidades de la transición energética.
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Primera escena. La noche ha caído sobre el cielo de Nueva Delhi y, aun así, la vista no es del todo oscura: la luz refleja una especie de bruma. Es 6 de noviembre del año 2023: se está celebrando un partido de Bangladesh contra Sri Lanka en el marco de la Copa Mundial de Criquet. Ninguno de los jugadores ha podido realizar el entrenamiento previo al importante partido. ¿La causa? Que en la última semana los niveles de contaminación están, literalmente, por las nubes: «muy malo» y «grave» son los índices de calidad del aire. El gobierno no recomienda que se lleve a cabo ninguna actividad deportiva debido a que lo que se respira es altamente nocivo. En pocas palabras, lo que los jugadores (y el resto de la gente) meten en sus pulmones es doce veces más tóxico que lo que la Organización Mundial de la Salud ha fijado como el límite de lo respirable.
Segunda escena. En la ciudad de Tokio, donde se están celebrando los Juegos Olímpicos, el calor es infernal. Corre el año 2021. La tenista española Paula Baldosa acaba de perder el primer set de los cuartos de final contra la checa Marketa Vondrousova, con un 6 a 3, y se ha sentado en la banca durante el descanso reglamentario. Las inaguantables temperaturas le impiden reincorporarse a la pista y solicita asistencia médica. Los asistentes le ponen bolsas de agua fría en la cabeza y en el cuello, pero su situación física no mejora, y la decisión es irrevocable: abandonar el partido. Su rival la abraza y Baldosa sale del lugar en silla de ruedas. Tras el incidente, Garbiñe Muguruza también cayó en cuartos de final y cargó contra la organización de los juegos: «No hay necesidad de meternos a jugar con 37 grados; se podría jugar por la noche», declaró. Y, por supuesto, en ese mismo contexto, ellas no fueron las únicas en quejarse. También lo hizo Daniil Medvédev: «Puedo terminar el partido, pero puedo morir. Si muero, seréis los responsables».
La lista de escenas en las que indudablemente el cambio climático ha causado estragos en el mundo deportivo es larga. Nos basta con recordar qué es lo que sucede con los juegos invernales cuando las temperaturas se elevan más de lo normal. Es por eso que, ahora más que nunca, el deporte ha cobrado un papel preponderante en la transición ecológica que se vive en todo el planeta. Si para realizar deporte es necesario tener un mínimo de condiciones atmosféricas, de espacio y seguridad, entonces, indudablemente, la actividad física (tanto amateur como profesional) se ha convertido en uno de los motores que mueven hoy a las distintas sociedades a reclamar ciudades y entornos cada vez más verdes y sostenibles.
La lista de escenas en las que indudablemente el cambio climático ha causado estragos en el mundo deportivo es larga
Movimiento hacia la transición verde
La relación entre deporte, paz y desarrollo es algo en lo que la ONU ha hecho hincapié desde hace varios años. Es decir, el máximo organismo internacional tiene claro que el fomento del deporte está estrictamente relacionado con la mejora de la vida de las personas y la consolidación de sociedades ambientalmente responsables. Recordemos las palabras de Hugo Morán, el secretario de Estado de Medio Ambiente: «El deporte integra en buena medida los valores humanos del compromiso social y de la sostenibilidad ambiental».
Al respecto, el año pasado se publicó el octavo Informe sobre Sostenibilidad en España, y la temática central fue precisamente esa: el papel del deporte en la transición ecológica.
A grandes rasgos, el documento sostiene que en la relación entre el deporte y la sostenibilidad se fortalecen cinco puntos principales: la equidad social, el desarrollo humano, la cohesión político–institucional, el crecimiento económico y la calidad ambiental. También se estimula la inversión y el empleo, se promueven la estabilidad y la tolerancia, así como la igualdad de género, se mejora el medio ambiente con sus distintos entornos y, por último, se promueven la paz y las reglas democráticas.
Uno de los puntos más destacados en el informe es el de la vinculación de este tema con la Agenda 2030. El documento hace hincapié en la declaración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promulgados en 2015: «El deporte es otro importante facilitador del desarrollo sostenible. Reconocemos que contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y el respeto, y que respalda también el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, las personas y las comunidades, así como los objetivos en materia de salud, educación, e inclusión social». En pocas palabras, esta relación es clave para lograr cambios sustanciales, tanto en la economía como en la transformación social, de manera integral y a nivel mundial.
El deporte fomenta la creación de un ecosistema de corresponsabilidad, en el que cada actor tiene conciencia del entorno que le rodea
Por otra parte, y con respecto al cambio hacia un modelo económico circular, el deporte también juega un papel indispensable. De acuerdo con Begoña de Benito Fernández, directora de Relaciones Externas y Responsabilidad Social de Ecoembes, el deporte fomenta la creación de un ecosistema de corresponsabilidad, en el que cada actor tiene conciencia del entorno que le rodea. «Dada su capacidad de movilizar a atletas, aficionados, empresas y gobiernos, se convierte en un poderoso catalizador para alcanzar la transición hacia un modelo sostenible en todos los ámbitos: en lo social, en lo ambiental, y en lo económico», declara.
Finalmente, el informe también aborda cómo esta actividad se convierte en un vehículo de paz. En España, esta industria aporta un 3,3% de PIB. Además, genera 414.000 puestos de trabajo, lo que supone el 2,1% del empleo. Muchas son las razones por las cuales el deporte es un motor del desarrollo social, pero Diego López Garrido y José Luis de la Cruz, vicepresidente ejecutivo y director de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas, respectivamente, destacan que durante las últimas décadas el deporte en España ha crecido exponencialmente y se ha situado a la altura de cualquier país en el que este sector está al máximo nivel. Además, insisten en que es el deporte un vehículo de transmisión de valores universales y de ética global.
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