Sociedad

Claves para vivir en el aquí y el ahora

¿Por qué nos cuesta tanto centrarnos en vivir el momento presente? ¿Es posible disfrutar de cada instante de vida, con los cinco sentidos, sin agobiarnos por el futuro ni anclarnos en el pasado?

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25
octubre
2024

El zen defiende la meditación como vía exclusiva para alcanzar el despertar espiritual. Un antiguo proverbio de dicha escuela budista afirma: «Cuando camines, camina. Cuando comas, come». Parece de una gran simpleza la recomendación, pero ignorarla se convierte en origen de uno de los principales problemas de las personas que componemos la sociedad actual. No resulta difícil detenerse a comprender en qué estamos pensando mientras realizamos las múltiples acciones o tareas diarias. Si lo hacemos, descubriremos que realizamos dichas actividades de manera casi automática y sin focalizar en ellas nuestros pensamientos que, por el contrario, suelen permanecer anclados a expectativas futuras o situaciones del pasado. Y, muchas veces, dichos pensamientos hacen acto de presencia en forma de problemas o expectativas.

«El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente». Con esta sentencia resumió Gustave Flaubert lo que motiva nuestra incapacidad de vivir con plenitud lo único que tenemos: el presente. Un presente que, por tanto, ocupamos con remordimientos relativos al pasado y preocupaciones por el incierto futuro.

Volviendo al proverbio zen, es imprescindible vivir con plena conciencia el aquí y el ahora, atendiendo a cada uno de los detalles que rodean el momento presente, por nimios que estos puedan parecernos. No se trata de vivir grandes experiencias a cada momento y disfrutarlas con plenitud, sino de aprehender cada instante, hagamos lo que hagamos. Aunque esto sean actos tan habituales y sencillos como caminar y comer.

Gustave Flaubert decía que dejamos escapar el momento presente por vivir torturados por el futuro y encadenados al pasado

Vivir anclado al pasado o preocupado continuamente por el futuro provoca estrés y tensión, llegando incluso a generar problemas de concentración y disrupciones de la memoria. Alcanzar el estado de relajación que nos permita concentrarnos únicamente en el aquí y ahora puede parecer una tarea titánica, pero hay métodos sencillos para lograrlo, como la meditación que propugna el zen.

La aceptación de las experiencias que vivimos, evitando etiquetarlas en un baremo de positivo o negativo, es una de las claves principales para centrarse en lo que nos ocurre o hacemos, independientemente de que nos resulte más o menos agradable. Es importante comprender que las situaciones que enfrentamos en el día a día se convierten en positivas o negativas en virtud de nuestras expectativas. Dejar de lado tales expectativas ayuda a centrarnos en dichas situaciones.

Nuestros pensamientos, en ocasiones, se convierten en cárceles en que nosotros mismos nos encerramos. Todos tenemos pensamientos recurrentes a los que damos una y mil vueltas, quedando enredados en una urdimbre de frustraciones que nos alejan del momento presente. En estos casos, resulta positivo detenerse y decidirse por una acción relajante que pueda liberarnos de dicha cárcel. Podemos contraponer a dicha necesidad el tipo de vida acelerada y autoexigente, con su larga rutina de obligaciones, en que nos vemos inmersos un gran porcentaje de quienes componemos la sociedad actual. Pero siempre hay espacios para detener dichas rutinas o variarlas, para dejar a un lado las obligaciones. Solo tenemos que proponernos buscar con mayor ímpetu dichos espacios.

Muy emparentado con lo anterior se encuentra la habitual tendencia a controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor. La tensión que esto produce es un demoledor enemigo de la calma que precisa vivir el momento presente. Asimilar la existencia de numerosas situaciones que escapan absolutamente a nuestro control nos ayudará a relajarnos, dejando que dichas situaciones fluyan mientras nosotros vivimos con plenitud y sin ansiedad el aquí y ahora.

Sabemos que «las comparaciones son odiosas». Pero, en ese vaivén entre pasado y futuro a que exponemos nuestros pensamientos y emociones, perdemos toda capacidad de vivir el aquí y ahora. Insistimos en comparar lo que ocurre en el presente con experiencias pasadas, o lo enfrentamos a las posibilidades que tendrían en un futuro que preconcebimos sin ser capaces de conocer. Para escapar de dicha enredadera de pensamientos opresivos, deberíamos considerar cada momento como es: único e irrepetible.

En 1989, el director Peter Weir popularizó, con su película El club de los poetas muertos, una máxima escrita por el poeta romano Horacio (65-8 a.C.) de gran importancia para quienes desean vivir el aquí y ahora: «carpe diem». Una máxima que se traduce como «aprovecha el momento», y que implica justamente vivir cada instante como si fuese el último, sin hacer proyecciones futuras ni dolerse por las acciones pasadas. Caminar, cuando se camina y comer, cuando se come.

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