Sociedad
Cómo sobrevivir (bien) a un divorcio con hijos
Durante muchos años, el divorcio ha sido visto como un proceso traumático para las familias con hijos. Sin embargo, no siempre tiene que ser así. Muchos profesionales de la salud y de la gestión familiar ofrecen recursos y apoyo para ayudar a las familias a afrontar esta situación de la mejor manera posible.
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Desde las civilizaciones más antiguas encontramos restos de documentos matrimoniales y celebraciones de bodas. Sin embargo, en Occidente el divorcio no fue legalizado hasta el siglo XX. En España el primer divorcio fue legalizado con la Ley 30/1981 el 2 de julio de 1981. Antes de este momento, esta práctica no era legal en el país. Aunque no hay un registro específico de la primera pareja española que se divorció, sí que sabemos que sentaron un precedente para generaciones de parejas que, llegado el fin del amor, pueden continuar con sus vidas de forma separada. Sin embargo, la cosa se complica cuando no solamente hay dos personas que ya no quieren continuar su relación, sino que se suman otros factores a tener en cuenta en medio. El más sensible es, sin lugar a dudas, los niños.
Son muchos los autores que, a lo largo de la introducción del divorcio como realidad y posibilidad tanto social como legal, han teorizado sobre el impacto que este tiene en las familias con niños. Así, personas como Constance Ahrons, psicóloga y autora de The Good Divorce, la terapeuta Judith S. Wallerstein o E. Mavis Hetherington han investigado académicamente sobre los efectos del divorcio en el largo plazo y en el desarrollo emocional de los hijos y las oportunidades de encontrar nuevas formas de felicidad después de la ruptura. Otros, como David Blankenhorn, se opone en sus teorías a los divorcios «fáciles», afirmando que la facilidad y accesibilidad de los procesos de ruptura oficiales pueden tener importantes consecuencias sociales de comportamiento. Independientemente de la perspectiva desde la que se aborde, el divorcio con hijos no es un tema nuevo en la sociedad. Entonces, ¿qué es lo más recomendable hacer en estas circunstancias? A continuación, se enumeran algunos de los consejos más comunes.
El primer paso, aunque parezca inevitable, es aceptar la situación. Es importante que toda la familia sepa con certeza que se está a punto de vivir un proceso de ruptura, y tener claro que esto va a tener consecuencias en la manera de organizar la familia, pero también en el ámbito emocional. Es importante que la información se comunique de forma conjunta entre la expareja y los hijos, recomendablemente en una reunión familiar con el núcleo que reside conjuntamente y también, si los hubiere, los otros miembros relevantes y cercanos. Es importante, en esta comunicación, que se transmita el mensaje de forma clara y evitando al máximo confusiones que puedan complicar la comprensión de la situación por parte de los hijos: la pareja principal se separa y esto va a acarrear las siguientes consecuencias.
Es importante que la información se comunique de forma conjunta entre la expareja y los hijos
Un error típico de muchas familias es dar demasiadas explicaciones a los hijos, y aunque en algunos casos puede ser una forma fácil de asumir la situación, en otras puede complicar las cosas. Aunque el amor haya terminado, la intimidad sigue siendo exclusiva de la anterior pareja. Por tanto, la expareja debe tener en cuenta que no es obligatorio este paso, y que solamente hay que informar sobre las cuestiones que van a ser relevantes para el cuidado emocional de los hijos a partir de este momento.
El cuidado es otro factor crucial a considerar. A menudo, los padres y madres, con la mejor intención, priorizan el bienestar emocional de sus hijos sobre el suyo propio. Esto puede llevarlos a situaciones dolorosas simplemente por el deseo de proteger a sus hijos. Sin embargo, esta opción no solo es indeseable, sino que tampoco enseña ninguna lección valiosa a los niños. Es fundamental que toda la familia reconozca que el cuidado de todos los miembros es importante y que se deben fomentar relaciones de respeto y resiliencia para enfrentar la nueva situación de la manera más positiva posible.
Trabajar la relación positiva entre los padres no solamente ayuda en la gestión hacia los hijos, también será beneficioso para su propio proceso de sanación
Para cuando el proceso ya se haya consolidado y el divorcio ya sea la nueva realidad de la familia, se deberán establecer dinámicas saludables en las que la expareja establezca las nuevas normas de convivencia y se las transmita a los hijos de la forma más consistente posible, dejando que la nueva rutina y reglas se establezcan de forma amable. Durante este proceso, la expareja debe minimizar la exposición de conflictos en las criaturas, procurando dialogar de forma pacífica cualquier potencial conflicto. Trabajar la relación positiva entre los padres no solamente ayuda en la gestión hacia los hijos, también será beneficioso para su propio proceso de sanación.
Finalmente, si no es posible implementar estos pasos tal como se ha descrito, es aconsejable buscar apoyo psicológico, profesional y comunitario. Esto ayudará a que la nueva situación se establezca de la mejor manera posible para todos los involucrados.
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