Biodiversidad
¿Para qué sirven los mosquitos?
Aunque sin duda existen razones de peso para que los mosquitos despierten antipatía, estos insectos voladores también tienen aportaciones positivas para el medio ambiente y la investigación.
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La sangre humana es su alimento favorito. La capacidad de los mosquitos para transmitir enfermedades los convierte en una amenaza real para los humanos: son los responsables de unas 2.000 muertes humanas diarias. Aún así, el mosquito tiene distintas cualidades que son dignas de estudio, además de aportaciones positivas para los ecosistemas y la investigación.
Existen desde mucho antes que el ser humano. Se les atribuye una antigüedad superior a cien millones años en nuestro planeta; según investigaciones científicas, su origen podría datar del Cretácico, de acuerdo con fósiles encontrados en ámbar. Hay evidencia de que los mosquitos ya se alimentaban de sangre hace 46 millones de años y existen mosquitos fosilizados muy semejantes los actuales, que fueron encontrados en el Líbano y Myanmar y a los que se les suponen unos 145 millones de años. Sin embargo, su antigüedad podría ser aún mayor, teniendo en cuenta que su morfología ha evolucionado a lo largo de millones de años, partiendo de un organismo que se reproducía en agua estancada.
Su evolución y adaptación al entorno son objeto de investigación científica, pues pueden aportar información interesante sobre ecosistemas antiguos, muy anteriores a la llegada del humano. El entomólogo George Poinar Jr. es uno de los principales investigadores en el campo de la paleobiología. Su estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences en 2013 y su publicación de referencia Life in Amber (Stanford University Press, 1992) arrojan información sobre la evolución no solo de los mosquitos, sino también de otros insectos. Asimismo, el investigador David Grimaldi también se dedica al estudio de fósiles de insectos –el mosquito entre ellos– para extraer información sobre la evolución y el comportamiento de los insectos para adaptarse a diferentes ambientes.
Así, una de las principales utilidades del mosquito es servir como modelo de investigación para extraer información de los ecosistemas de un pasado remoto. Especies como el Aedes aegypti se utilizan en estudios de genética, biología del desarrollo y enfermedades infecciosas, proporcionando valiosos conocimientos sobre la fisiología de los insectos y la transmisión de patógenos.
En estas investigaciones se descubrió que, hace millones de años, machos y hembras de mosquito se alimentaban de sangre de otros animales; en la actualidad, solo la hembra del mosquito es letal por sus picaduras. Los mosquitos macho suelen alimentarse de néctar de flores, mientras que las hembras necesitan la proteína de la sangre para sus huevos y conseguir la energía necesaria para la puesta.
El estudio de los mosquitos contribuye al desarrollo de tecnologías de control de plagas
La trompa de la hembra es más sofisticada que la del macho, para poder extraer sangre. Cuando la hembra introduce su probóscide en la piel, extrae el equivalente a 5 microlitros de sangre de nuestros vasos sanguíneos, y nos inyecta parte de su saliva. Esta saliva provoca una respuesta inmune de nuestro organismo, que libera histamina y de ahí que se forme una pequeña inflamación a la que nuestro cuerpo reacciona con una sensación de picor. El dióxido de carbono que exhalamos les permite localizarnos, además de nuestro olor corporal y grupo sanguíneo, factor determinante para que unas personas sufran más que otras de sus picaduras.
Sus inconfundibles zumbidos, causantes de noches en vela, se deben al movimiento de sus alas. Estas les sirven para volar en ambientes con poca luz, y orientarse por ecolocalización. El estudio de la frecuencia de sus zumbidos –alcanzan los 600Hz en los machos y de 400Hz en las hembras– ha llevado al desarrollo de dispositivos electrónicos que emiten sonidos a frecuencias específicas para repeler a los mosquitos, que pueden ser utilizados como una herramienta no química para reducir la presencia de mosquitos en ciertas áreas.
Gran parte de las investigaciones sobre los mosquitos se orientan a reducir plagas y sus consecuencias en la salud. Su estudio ayuda al desarrollo de tecnologías de control biológico y genético.
Además, los mosquitos genéticamente modificados ayudan a controlar plagas de insectos, además de la propia población de mosquitos. Y su estudio permite aplicaciones en la biología molecular y la medicina, a través de técnicas biotecnológicas.
Por otro lado, el macho del mosquito no es peligroso y ayuda a la polinización, aunque su rol no es tan relevante como el de las abejas u otros insectos polinizadores.
Asimismo, al servir de alimento de otras especies como peces, aves u otros insectos –tanto los mosquitos adultos como sus larvas– contribuyen al equilibrio de las cadenas tróficas y también ejercen papel de control de otras poblaciones de insectos y animales.
Finalmente, cabe destacar que el estudio de sus poblaciones puede ayudar a detectar presencia de contaminantes y la salud de ecosistemas. Las colonias de mosquitos también sirven como indicador ambiental, ya que son sensibles a la contaminación del agua, por el papel que guarda en su reproducción. Además, sus larvas se alimentan de materiales orgánicos en descomposición, contribuyendo al reciclaje de nutrientes que a su vez sirven de alimento a otros organismos.
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