Salud

El lado oscuro de las bebidas energéticas

La muerte de un adolescente pone el foco de nuevo sobre este popular producto. Galicia ha prohibido ya el acceso de los menores a las bebidas energéticas, una senda que podrían seguir otras comunidades autónomas.

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08
abril
2024

Tienen colores vibrantes, nombres llamativos y prometen energía. Son las bebidas energéticas, que «contienen una gran cantidad de cafeína y azúcares y otras sustancias como taurina, glucuronolactona, inositol y vitaminas», como sintetiza una definición de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria. Beberse una lata es como tomarse de golpe cuatro tazas de café filtrado o dos de expreso. No son bebidas alcohólicas, lo que ha llevado a que se las perciba como menos peligrosas o más válidas para todos los públicos. Sin embargo, tienen un componente excitante, que puede resultar nocivo, especialmente si quienes las beben es el público adolescente.

Las bebidas energéticas llevan décadas en el mercado. A España llegaron en la recta final del siglo pasado y ya eran uno de esos recursos favoritos del estudiantado antes de afrontar una larga noche de estudio. El paso de los años ha ido aumentando la oferta y también las ha asentado como un clásico para los adolescentes. Ahí es donde las bebidas energéticas han empezado a protagonizar polémicas. La muerte de un menor en Madrid –tras supuestamente beber una lata combinada con cocaína rosa– acaba de reavivar el interés por el tema.

Beberse una lata de una bebida energética es como tomarse de golpe cuatro tazas de café filtrado o dos de expreso

Los datos de consumo demuestran que las bebidas energéticas no son una rareza durante la adolescencia. Un estudio de 2018 de la Diputación de Barcelona ya identificó que el 30,9% del alumnado de 4.º de la ESO de la provincia reconocía que había tomado una de esas bebidas en la última semana. Un 11,9% lo hacía todos los días.

La última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES), con un ámbito geográfico más amplio, ya habla de que el 47,7% de quienes tienen entre 14 y 18 años ha consumido al menos una de estas bebidas en el último mes. Un 19,5% lo hace mezclándola con alcohol. También existe un ligero desequilibrio de género: ellos (54,4%) beben más que ellas (40,7%).

El Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) recordaba entonces que la juventud es «uno de los grupos de población más expuestos» ante estas bebidas, como recoge La Vanguardia. Según las estadísticas del Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), las bebidas energéticas han ido escalando en popularidad durante la década que llevan siguiendo sus pautas de consumo.

Este consumo tiene consecuencias, al menos según lo que concluye la ESTUDES. Sus conclusiones señalan que estos estudiantes tienen un peor desempeño escolar: sus notas son peores y sus tasas de repetición de curso y de falta de asistencia más elevadas. También, pueden ser una puerta de entrada para dar el salto a otras sustancias. Esta misma encuesta estableció conexiones entre su consumo habitual y el salto al alcohol, el tabaco y otras drogas.

De hecho, ya se habla de este tipo de bebidas como un peligro de salud pública, como sostenía en un análisis en The Conversation el catedrático de la Universidad de Murcia José Manuel López Nicolás. No tienen ningún aporte saludable y sí demasiada cafeína, azúcar y calorías, enumeraba. En la salud, pueden causar problemas cardiovasculares, endocrinos, digestivos y mentales. ¿Hacen todos estos datos necesaria entonces una mayor regulación de estas bebidas?

El 47,7% de adolescentes entre 14 y 18 años ha consumido al menos una bebida energética en el último mes

El pasado noviembre, Galicia aprobó la tramitación de un proyecto de ley que las regulará. Las va a equiparar al alcohol (también lo hará con los vapeadores, que pasarán a serlo con el tabaco). Con ello, se buscará prohibir la «venta y consumo» entre los menores de edad. Las bebidas energéticas ya no podrán anunciarse con la adolescencia como público target ni hacerlo en centros sanitarios, espacios educativos o destinados a menores, o en zonas recreativas con un público menor. En esos lugares, no se podrán vender estas bebidas, y en los demás puntos de venta no podrán ser distribuidas a menores de edad y tendrán que estar colocadas separadas de los refrescos para que no sean vistos como algo similar. Cuando se anunció el arranque del proceso legislativo, desde la Consellería de Sanidade se apuntaba que se quería «más prevenir que castigar» y concienciar sobre sus efectos.

Galicia fue la primera de las comunidades autónomas en trabajar en este segmento desde el área de Sanidad (que recae en los gobiernos regionales), pero no es la única. Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Navarra y el País Vasco tienen en marcha planes de estudio de una regulación específica y la Comunidad Valenciana y Castilla y León ya están trabajando en ello. A nivel estatal, el Ministerio de Consumo trabaja en limitar la publicidad, algo que podría llegar en breve en el marco de la normativa publicitaria sobre comidas insanas.

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