Sociedad

El laberinto de la lealtad

Según un estudio del ‘Journal of Experimental Social Psychology’, los trabajadores que son considerados como más leales suelen ser quienes absorben una mayor carga laboral.

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20
marzo
2024

Aumento del teletrabajo –deseado o no–, flexibilidad horaria –o disponibilidad 24 horas–, ampliación de funciones con el mismo sueldo… El engranaje laboral del siglo XXI se ha prestado a la asunción de una serie de dinámicas a las que muchas veces es difícil negarse. En ocasiones, la sombra del despido o el fantasma de las represalias se asoman por los pasillos y se sientan a teclear en el ordenador.

La «lealtad» es un valor que las empresas valoran a la hora de contratar personal o inducir a su promoción.  ¿Qué quiere decir ese término en realidad? Llamaríamos así al compromiso que se adopta con la empresa y que va más allá de reglamentos y de horarios rigurosos. Hablaríamos, en definitiva, de una actitud en la que la persona trabajadora ofrece lo mejor de sí misma en pro de la compañía, previendo que eso reportará beneficios para sí misma. Pero, ¿realmente ocurre así?

«En lugar de protegerlos o recompensarlos, los empleados leales son selectiva e irónicamente seleccionados por los gerentes para prácticas explotadoras», apunta un estudio publicado en el Journal of Experimental Social Psychology. Y analiza las distintas variables que entran en juego: «Si a los trabajadores solo se les pide, y no se les exige, que trabajen en exceso o realicen tareas no relacionadas con sus deberes laborales sin pago adicional o recompensa tangible, entonces los empleados y empleadas todavía podrían elegir libremente si consienten o no. Sin embargo, cuando existe una diferencia de poder significativa entre los agentes o entidades en una transacción, es posible que quienes tienen menos poder no se sientan libres de rechazar la solicitud del más poderoso. (…) Los trabajadores y trabajadoras se colocan en una posición particularmente vulnerable cuando se les pide que hagan trabajo adicional o realicen tareas no relacionadas con sus deberes laborales sin pago adicional o recompensas tangibles. Pueden sentir que no pueden rechazar tales solicitudes de la gerencia, o de lo contrario podrían verse perjudicados».

Usualmente, las personas consideran que en algún momento su lealtad será recompensada

El laberinto resulta enrevesado. Las personas consideran que en algún momento la lealtad será recompensada y, en el camino hacia el botín, se someten a hacer más trabajo del que les corresponde y durante más horas. Esta dinámica provoca que llegue un momento en que se mimetizan los términos: quienes se consideran más leales en las compañías suelen ser quienes absorben mayores niveles de explotación.

El sentimiento que encamina hacia la lealtad y el compromiso puede enraizarse en motivos racionales, como tener un sueldo estable y ciertas actividades satisfactorias, como viajes o comidas; pero también puede provenir de un terreno más emocional, donde la persona leal a la compañía siente que su trabajo es valorado y que sus opiniones son escuchadas: siente que pertenece.

Esta combinación de aspectos genera tal apego al puesto que, ante un dilema ético, la persona trabajadora puede tomar la decisión más conveniente para ella y la empresa, pero no la mejor a nivel moral. La cantidad de conflicto interno que aflora cuando existe un dilema ético es mucho más reducido si existen grandes dosis de lealtad hacia la organización en cuestión, tal como concluye este artículo académico de 2021.

Desde la psicología organizativa se habla de «contrato psicológico», un término acuñado por la académica Denise Rousseau. Este hace referencia al compendio de labores y acciones que tanto las plantillas como el sector empresarial creen que se deben mutuamente. Algunas creencias trascienden al terreno social, pero otras se remiten a experiencias personales en el ámbito laboral. La cuestión es que para que ese «contrato» se mantenga, tiene que haber mutualidad –que ambas partes compartan expectativas similares– y reciprocidad –que ambas consideren que están recibiendo un trato justo–. La teoría dice que, cuando esto se logra, se genera un tipo de lealtad encaminado a una elevada productividad y un bajo nivel de rotación. En la práctica, aún faltan puertas por atravesar.

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